jueves, 25 de agosto de 2022

SINIESTRO EXPERIMENTO: Los temibles ‘hombres-mono’ de Stalin

La idea de hibridar seres humanos con otras especies animales no es solamente el argumento de una famosa obra de ciencia ficción creada por el autor británico H. G. Wells. En efecto, en la novela La Isla del Dr. Moreau, el escritor presenta a un científico loco que persigue la creación de un híbrido entre el ser humano y otra especie animal. Y, a pesar de que se trata del argumento de una novela fantástica, al inquietante doctor Moreau no le faltaron imitadores a lo largo de la historia. Esta idea, que hoy nos puede parecer descabellada, nos conduce hasta Ilya Ivanovich Ivanov, un científico soviético fundador de la inseminación artificial veterinaria, un campo del que se esperaban grandes cosas. A principios del siglo XX, la hibridación era una técnica considerada como una "rareza", tanto en humanos como en animales, básicamente porque no contaba con el beneplácito de la Iglesia y porque ni siquiera los propios científicos estaban seguros de que durante la inseminación artificial no se perdiera algún factor biológico "esencial" presente durante el coito natural. Iliá Ivanov, biólogo soviético, se especializó en inseminación artificial e hibridación interespecífica entre animales.. Las investigaciones que Ivanov llevó a cabo en París, al igual que antes en San Petersburgo, lo habían conducido a la creación de nuevas especies: el "cebroide", un ser entre la cebra y el burro, el "zubrón", un cruce de vaca y bisonte, y otras hibridaciones menores sin nombre y en las que usó ratas y ratones, conejos y liebres, e incluso antílopes y vacas. Este método era una herramienta para doblegar a la naturaleza y, de alguna manera, lograr "perfeccionarla" para contribuir, de esta manera, a expandir la humanidad. En palabras de Kirill Rossiianov, historiador del Instituto de Historia de la Ciencia y la Tecnología de la Academia Rusa de Ciencias en Moscú, en la primera década del siglo XX, Ivanov había puesto en marcha una técnica que le permitió inseminar 7.000 yeguas y más de 1.000 ovejas. Arropado por el mecenazgo de Ivan Pavlov, el primer científico ruso ganador de un premio Nobel en 1904, conocido por sus experimentos con perros (unos controvertidos estudios que dieron lugar a lo que hoy en día se conoce como "condicionamiento clásico") y laureado por el régimen zarista. Ivanov se convirtió en el mayor experto mundial en inseminación artificial y llegó a ser consultado por criadores de caballos de todo el mundo.. Hacia 1924, cuando Ivanov estaba trabajando en París, consiguió el apoyo de Nikolai Gorbunov, un político y funcionario soviético, para empezar en la región africana de Kindia (perteneciente por entonces a la Guinea Francesa), un proyecto para desarrollar híbridos entre humanos y chimpancés. A pesar de los recelos que Ivanov levantaba en Gorbunov dada la cercanía que aquel había mantenido con Lenin, el funcionario recomendó las investigaciones de Ivanov por "la posibilidad de que un ejército de hombres-simio avanzara de manera exitosa contra las tropas fascistas y liberales de Europa y Estados Unidos". También apuntaba que la resistencia que este nuevo ser presentaría ante el frío iba a asegurar la expansión de la Unión Soviética más allá de las fronteras de Oriente, y, en especial, en la frontera con Manchuria: "El que domine a las bestias, dominará la Tierra", afirmó el burócrata. En 1926, Ivanov partió hacia África en busca de monos, mientras en Georgia se construía un laboratorio donde se investigaba con hombres de raza negra. Según los cánones de la época, los negros estaban más cerca de los monos y por aquel motivo eran más aptos para este experimento. Paralelamente también se experimentaba con voluntarios rusos de raza blanca que donaban esperma para tal fin. Durante su estancia en África, el científico soviético experimentó con tres hembras de chimpancé a las cuales inseminó con esperma humano de donantes humanos no identificados, pero el resultado fue negativo. Ivanov atribuyó el fracaso a la dificultad que conllevaba trabajar con chimpancés y pidió una autorización extraordinaria al gobierno soviético para poder experimentar con mujeres guineanas a las que pretendía inseminar con semen de chimpancés sin que éstas fueran conocedoras de ello, pero nunca obtuvo la autorización. A su regreso a la Unión Soviética, Ivanov siguió con su experimentación con un número indeterminado de prisioneras a las que visitaba en sus celdas de la prisión de Lubianka, aunque tampoco obtuvo resultados. Ivanov atribuyó su fracaso al dudoso compromiso de las prisioneras políticas en edad fértil y al hecho de que el semen utilizado hubiera sido previamente congelado. A los continuos reveses a los cuales se veía abocado Ivanov, había otro que se cernía directamente sobre su cabeza: la paciencia de Stalin. La falta de resultados ponía en mal lugar al científico, que ya había perdido la confianza de Gorbunov, pero que creía firmemente que sus fracasos eran circunstanciales y que tarde o temprano el éxito acabaría llegando. La última oportunidad de Ivanov llegó cuando consiguió una autorización para trasladarse a la ciudad de Sujumi, a orillas del mar Negro, cuyo clima templado le parecía más apropiado para los cuatro chimpancés y un orangután que Gorbunov le había conseguido para seguir con los experimentos. Mientras esperaba la llegada de los primates, Ivanov recorrió la ciudad en busca de voluntarias para el experimento. Convencido de que existía un factor psicológico en el proceso del embarazo, Ivanov buscaba candidatas que desearan quedarse encinta. La mayoría de las mujeres de Sujumi eran analfabetas y con su brillante oratoria las convenció de que su contribución a la ciencia sería ‘recompensada’ por el propio Stalin. Por fin, tras unas semanas de explicaciones, Ivanov tuvo a su disposición a cinco voluntarias de entre 16 y 20 años. Para desgracia de Ivanov, los simios llegaron enfermos, cansados y con fiebre. Sólo el orangután, al que llamaron Tarzán, logró sobrevivir, ya que los otros cuatro acabaron muriendo. Pero tampoco el orangután vivió lo suficiente como para que le fuera extraída una muestra de esperma de bastante entidad como para intentar la inseminación; el animal murió al poco tiempo luego de una hemorragia cerebral. "El orangután ha muerto, estamos buscando un reemplazo", anunció el profesor Ivanov a las enfermeras que cuidaban a las voluntarias que residían en una vivienda cercana a su laboratorio, donde se las habían sometido a un riguroso tratamiento médico para asegurar su fertilidad. Al recibir la noticia, Gorbunov, desesperado contestó: "Es el fin". Durante la primavera de 1930, Ivanov fue la diana de las críticas políticas y, finalmente, el 13 de diciembre de 1930, el científico fue arrestado por el NKVD, la policía secreta. Tras traspapelarse su expediente fue condenado a cinco años de exilio en Almati, Kazajastán, donde trabajó para el Instituto Veterinario Zoólogo kazajo hasta su muerte a causa de un derrame cerebral el 20 de marzo de 1932. Gorbunov no tuvo la misma suerte. Acusado de espionaje y conspiración para asesinar a Stalin (donde el fallido "ejército de hombres-mono" tan sólo fue uno de los muchos cargos que se presentaron contra él para demostrar su infidelidad al régimen), tras un juicio sumario en el que nadie se arriesgó a defenderlo, murió fusilado. Semanas más tarde, durante una incursión del NKVD en Abjasia, las cinco voluntarias de Ivanov fueron localizadas y ejecutadas. Jamás revelarían la oscura misión para la que habían sido reclutadas. De esta forma, la locura de Stalin - al menos en este campo- llegaba a su fin. Pero sus monstruosos crímenes continuaron hasta el final de sus días en 1953, creyendo que se llevó consigo al infierno el secreto de aquel fallido y demencial experimento que afortunadamente nunca tuvo éxito.

jueves, 18 de agosto de 2022

CASO CALVINE: La impresionante fotografía de un OVNI que sale a la luz luego de 32 años

El misterio acerca de la existencia de vida extraterrestre siempre ha sido una de esas grandes incógnitas que han sobrevolado las mentes de la gente a lo largo de la historia de la humanidad. Pero así como existen quienes creen firmemente en los alienígenas, hay aquellos -especialmente en los organismos gubernamentales y de quienes trabajan para ellos - que tratan de ocultar la verdad y valiéndose de su poder e influencia, lo han hecho durante décadas. Pero ahora, luego de que el Pentágono desclasificara recientemente documentos sobre avistamientos de OVNIS, poco a poco aparecen muestras, de hace décadas y que permanecían ocultas, de que efectivamente no estamos solos en este universo… y nunca lo hemos estado. En efecto, todo comenzó en mayo pasado, cuando dos representantes del Pentágono se presentaron frente al Congreso de los EE.UU. para discutir lo que saben sobre el fenómeno OVNI. Hasta ese momento, todo asunto respecto a ese tema se había mantenido como secreto por parte de diversas autoridades, debido a lo cual todo tipo de registro en video y fotografía que podría ser una evidencia de su existencia, terminaba por desaparecer o en caso contrario, eran desacreditados, tanto las pruebas mostradas como aquel que los diera a conocer. Pero el asunto se les fue de las manos con el transcurso del tiempo que les fue imposible negarlo, aunque claro trataron de infravalorizarlos. Fue precisamente ante el Subcomité de Contraterrorista, Contrainteligencia y Contraproliferación de Inteligencia del Congreso de los EE.UU., donde comparecieron dos altos funcionarios del Pentágono encargados de investigar los avistamientos y aunque dijeron que la mayoría de los casos “puede explicarse”, admitieron que existe una buena parte de ellos que todavía no tienen respuesta. Si bien en ningún momento confirmaron la existencia de vida extraterrestre, fue de suma importancia que el Pentágono aceptara que desde hace mas de 60 años estudian fenómenos de ‘inteligencia no humana’, lo cual básicamente se centra en avistamientos que desde entonces vienen surcando el cielo terrestre. Los funcionarios explicaron que al momento existen 11 incidentes con aviones estadounidenses que están siendo estudiados como “fenómenos aéreos inexplicables”, ya que parece que ese tipo de naves desconocidas, se mueven sin ningún tipo de propulsión. El documento que fue desclasificado en dicha audiencia, fue un informe de apenas 9 cuartillas en la que el Pentágono señala los posibles riesgos e hipótesis que han encontrado a raíz de la investigación sobre OVNIS desde hace décadas. Tienen 114 incidentes registrados en las propias bases del gobierno estadounidense y anunciaron que empezarán una estrategia “para analizarlos a fondo”. Específicamente, contaron que primeramente van a clasificar los Objetos Voladores No Identificados (OVNI) en 5 categorías distintas para analizar “profundamente” lo que se aprecia en las cámaras o radares: Objetos Anómalos: Pájaros, globos aerostáticos o drones que son confundidos con OVNIS; Fenómenos Atmosféricos Naturales: Cristales de hielo, humedad o fluctuaciones térmicas que aparecen inesperadamente en los monitores; Naves Experimentales Estadounidenses: Explicaron que algunos de los objetos no identificados se pueden relacionar con material estadounidense clasificado, o sea, naves militares en fase de prueba; Naves Provenientes de Adversarios Extranjeros: Objetos Voladores No Identificados que podrían pertenecer en realidad a naciones como Rusia, China u otros países considerados ‘enemigos’ por el Pentágono; Otros: Aquí es donde está lo interesante ya que el Departamento de Inteligencia de los EE.UU. confirmó que hay algunos fenómenos que no tienen explicaciones comprensibles y hay encuentros que necesitan más conocimiento científico para ser categorizados. El Pentágono explicó además que esa categorización los obligará a profundizar las investigaciones. Pero como sabéis, no solo en los EE.UU. la información sobre los OVNIS se mantiene de manera clasificada, ya que del caso en particular que vamos a tratar a continuación tuvo lugar en la ciudad de Highland Perthshire (Escocia) hace 32 años, pero el Ministerio de Defensa del Reino Unido (MoD) lo mantuvo oculto durante todo este tiempo, entre ellas una de las fotografías más impresionantes de un Objeto Volador No Identificado, un incidente conocido como el Caso Calvine, según informa The Daily Record. La fotografía en cuestión fue captada el 4 de agosto de 1990 por dos jóvenes - cuyas identidades se mantienen ocultas - a la salida de su trabajo (un hotel escocés) en la mencionada ciudad. Ellos relataron que luego de un recorrido en auto, llegaron a Calvine, un lugar que está en las faldas de los montes Cairngorms. Ya de noche, vieron un objeto gigante, sólido, en forma de diamante y de unos 30 metros de largo flotando en el cielo, por lo que asustados corrieron hacia unos arbustos y observaron por un rato. Al mismo tiempo, escucharon lo que parecía ser el sonido de un avión de la Real Fuerza Aérea (RAF), el cual pasó de largo, para regresar al poco tiempo, como para ver el extraño objeto más de cerca. En ese momento fue cuando, antes de que desapareciera el OVNI, los testigos tomaron 6 fotografías. Como era de esperar, los negativos que en un inicio los entregaron a The Daily Record para que pudiera realizar una historia y publicarlas, terminaron “perdidas”, ya que uno de los periodistas del diario escocés que tuvo acceso a las imágenes se puso en contacto con el MoD para que pudieran dar una explicación a lo que aparecía en esas fotos, por lo que el Ministerio pidió los negativos “para analizarlos”, los que nunca más fueron devueltos y no se habló más del tema. Fue hasta el 2021 cuando Craig Linday, un oficial de prensa retirado de la Real Fuerza Aérea, tuvo contacto con el académico y periodista David Clarke, quien es profesor asociado de la Universidad Sheffield Hallam, que se había unido al proyecto UAP Media UK, formado a finales del 2020 para brindar información a los medios de comunicación británicos sobre los OVNIS. En dicho encuentro, Linday le reveló que había obtenido una copia original de esos negativos perdidos y los mantuvo en resguardo desde entonces. Lindsay acordó entregárselo a Clarke y Vinnie Adams, miembro de la organización periodística UAP Media UK, y ahora se custodia en los archivos de la Universidad Sheffield Hallam. “Ha sido un privilegio trabajar en este caso con un equipo de investigadores tan dedicado”, dijo Adams. “Luego de 32 años y una intensa investigación, se siente bien poder mostrar esta esquiva fotografía al mundo” afirmó. También ha pedido que cualquiera que tenga información sobre la identidad de los excursionistas o el caso a que se ponga en contacto con él. Por su parte, Nick Pope, quien investigó los OVNIS para el MoD en la década de 1990, dijo que el Reino Unido le preguntó a los EE.UU. si la foto era de un avión experimental, aunque ignora si hubo respuesta alguna. Por razones desconocidas, el MoD mantiene el avistamiento como “asunto clasificado” hasta el 2072. Algunos creen que era, como aparentemente sospechaba el MoD, un avión estadounidense experimental, posiblemente el Aurora (también llamado SR-91 Aurora). Nunca se ha confirmado si este realmente existió, pero expertos en la materia dicen que el hipotético avión de reconocimiento estadounidense era capaz de volar a velocidades hipersónicas superiores a Mach 5. Además, varios testigos en el Reino Unido afirmaron haber visto objetos voladores angulares a finales de los 80 y principios de los 90. “Puede que no estemos más cerca de saber exactamente qué era el objeto visto sobre Calvine en agosto de 1990, o a quién pertenecía, pero una pieza importante del rompecabezas se ha colocado en su lugar debido a la diligencia y a la investigación”, concluyó Graeme Rendall, de UAP Media UK.

jueves, 11 de agosto de 2022

¿EXISTE EL MONSTRUO DEL LAGO NESS?: Científicos admiten que puede ser posible

Como consecuencia de un reciente descubrimiento, un grupo de científicos ahora considera posible que el mítico monstruo del lago Ness no es solo una leyenda. En efecto, un equipo de investigadores de las universidades británicas de Bath y Portsmouth, hallaron fósiles de plesiosaurios (reptiles marinos de cuello largo) en lo que alguna vez fuera un sistema fluvial. Aun cuando los restos emergieron en el territorio marroquí del Sahara, el estudio - publicado el 21 de julio del 2022 en la revista Cretaceous Research - afirma que dicha región era un cuerpo de agua dulce hace 100 millones de años. El descubrimiento demuestra que reptiles como el monstruo del lago Ness y antaño consideradas especies marinas, pudieron haber vivido en hábitats de agua dulce, y quien sabe, lo pueden seguir haciendo en lugares apartados como el lago escocés.. Los fósiles desenterrados incluyen dientes y vértebras de plesiosaurios adultos que medían alrededor de 2.75 metros de largo, así como un húmero perteneciente a una cría, la cual pudo haber alcanzado una longitud de 1.50 metros. Mejor conocido como Nessie, el monstruo del lago Ness es un personaje del folclore escocés. Una leyenda local afirma que el animal de cuello largo aún vive en las profundidades del célebre cuerpo de agua dulce localizado en las Tierras Altas o Highlands de Escocia. Los primeros fósiles de plesiosaurio aparecieron en 1823, y se cree que su aspecto - cuatro aletas largas, cuellos largos y cabezas pequeñas - es extraordinariamente parecido a los relatos sobre Nessie. Aunque el mundo académico siempre se mantuvo escéptico a su existencia, porque los científicos siempre han sospechado que esa especie solo vivía en los mares, ahora resulta que los fósiles recién descubiertos plantean la posibilidad de que los plesiosaurios habitaran cuerpos de agua dulce, incluido el lago Ness. Y la razón es que los restos recuperados en el Sahara apuntan a que los plesiosaurios de la región eran residentes exclusivos del agua dulce, ya que sus dientes están “astillados, sin duda a causa de los peces acorazados [placodermos] que solían vivir en los ríos”. En otras palabras, es muy posible que los plesiosaurios del Sahara consumieran presas de agua dulce. “No tenemos la información completa. Aun así, estos huesos aislados nos dicen mucho sobre los ecosistemas de la antigüedad y los animales que los poblaban”, explicó en un comunicado el Dr. Nick Longrich, paleontólogo y profesor de biología evolutiva en la Universidad de Bath, Reino Unido. “El descubrimiento de este tipo de fósiles es mucho más común que el hallazgo de un esqueleto completo, el cual nos proporcionaría casi toda la información que necesitamos para trabajar”, añadió. “Los huesos y dientes que encontramos estaban dispersos, de modo que no pertenecían a un mismo espécimen. Cada hueso y fósil representa a un animal diferente”, agregó el experto. “Nuestra colección abarca más de una docena de animales”, prosiguió Longrich. “No sabemos, a ciencia cierta, por qué los plesiosaurios vivían en agua dulce. Es, ciertamente, una propuesta muy controvertida, pero el simple hecho de que los paleontólogos hayan descrito esta especie como un ‘reptil marino’ no significa que esos animales vivieran, necesariamente, en el mar. Muchos linajes marinos invadieron las aguas dulces”, concluyó el investigador. Otros fósiles de plesiosaurios han aparecido en Inglaterra, varias partes de África, Australia, América del Norte y China. Pese a que el descubrimiento sugiere que el monstruo del Lago Ness bien pueda existir, el registro fósil demuestra que esos animales aparentemente se extinguieron hace 66 millones de años, al mismo tiempo que los dinosaurios, pero de seguros algunos ejemplares pudieron sobrevivir en lugares aislados hasta el día de hoy. The Daily Express se puso en contacto con la Universidad de Bath para obtener comentarios adicionales, pero no obtuvo respuesta al momento de esta publicación.

jueves, 4 de agosto de 2022

PROJECT HABAKKUK: Aquel gigantesco portaaviones de hielo jamás construido

Corría el año 1942. El Criminal de Guerra Winston Churchill tomaba uno de sus habituales baños cuando fue sorprendido por el jefe de operaciones de la armada británica, Lord Louis Mountbatten. El almirante le dijo: “Tengo un material que va a cambiar el curso de la guerra”, y arrojó un pedazo de hielo a la bañera. Churchill y Lord Mountbatten contemplaron fascinados como el pedazo de hielo flotaba en el agua caliente sin deshacerse. La anécdota era el pistoletazo de salida al proyecto Habbakuk, una de las empresas militares más absurdas del gobierno británico: construir un gigantesco portaaviones de hielo. La idea original del proyecto la tuvo, meses antes, un científico del Centro de Operaciones Combinadas del ejército británico llamado Geoffrey Pyke. El inventor convenció a Lord Mountbatten de que la idea de construir un portaaviones de hielo era posible, y el jefe de operaciones le pidió que la desarrollara. En realidad Pyke no era el primero en plantearse semejante ocurrencia. El científico alemán Gerke von Waldenburg propuso exactamente lo mismo en 1930, e incluso realizó algunas pruebas en un lago de Zurich. La idea también había circulado por el almirantazgo británico en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, pero en general era vista más como un chiste que otra cosa. ¿Por qué, de repente, el alto mando británico cambió de idea respecto a la idea de crear un portaaviones de hielo? Por un lado estaba la insistencia de Pyke, a quien Mountbatten consideraba un genio, pero la auténtica razón destilaba de la pura y simple necesidad. En 1942, Alemania era prácticamente la dueña de Europa, e Inglaterra estaba sometida a intensos bombardeos por la Luftwaffe. Su principal línea de suministros cruzaba el Atlántico Norte, pero para llegar hasta la isla debía cruzar una franja de mar de 480 kilómetros en la que los submarinos alemanes hacían estragos. El almirantazgo llamaba a aquella zona la brecha del centro del Atlántico (Mid-Atlantic Gap), pero los marinos a menudo se referían a ella como El pozo negro, por la cantidad de barcos que habían sucumbido a los torpedos de los U-Boot. Los bombarderos aliados, equipados con cargas de profundidad, hacían un trabajo tratando de proteger a los cargueros de los submarinos, pero había un problema: su alcance máximo era muy limitado. La mejor forma de proteger la zona era enviando allí un portaaviones, pero en aquella época el suministro de acero era escaso debido precisamente a la guerra, y hacen falta cantidades ingentes de acero para construir uno de ellos. Aquí es donde el proyecto de Geoffrey Pike cobraba todo el sentido. El nombre lo tomaron de una frase del profeta Habakkuk en el Antiguo Testamento: “Mirad entre las naciones. Observad, asombraos, y admiraos, porque haré una obra en vuestros días que no creeríais si aunque os la contaran”. Pronto, Pyke se encontró con los primeros problemas para llevar a buen puerto su idea. Su diseño inicial consistía en un enorme bloque de hielo refrigerado mediante tubos de aire frío construidos en su interior. Desgraciadamente, el hielo es duro pero también quebradizo, y tiende a deformarse bajo altas presiones. Los problemas de Pyke los resolvieron dos científicos estadounidenses del Instituto Politécnico de Brooklyn. Los investigadores comenzaron a probar diferentes aditivos para tratar de hacer el hielo más resistente, y pronto dieron con una solución. Mezclando agua de mar con virutas de celulosa (lo que comunmente se conoce como aserrín) en una proporción del 86-14%, el hielo adquiría una resistencia 14 veces superior al hielo convencional. No solo flotaba y podía ser moldeado con facilidad, sino que además exhibía una notable resistencia a los proyectiles y tardaba mucho más en derretirse. Lo llamaron Pykrete en honor al propio Geoffrey Pyke. fue un pequeño bloque de ese material lo que Lord Louis Mountbatten dejó caer en la bañera de Churchill. Tras el descubrimiento del Pykrete, Pyke recibió vía libre para construir un primer prototipo. Su objetivo era muy ambicioso. El HMS Habakkuk que había propuesto a la armada era un portaaviones sencillamente descomunal. Su tamaño era tres veces mayor que el del mítico Titanic (269 metros) y casi equivalente a tres portaaviones de la clase Nimitz (332 metros). Medía 610 metros de largo, 90 de ancho y 45 de alto, y el hielo de su casco debía tener al menos 12 metros de grosor para resistir el impacto de torpedos. En caso de daños, la reparación era tan simple como añadir más Pykrete. Aquel gigante era más una isla flotante que un barco. Se movía mediante varios motores independientes adosados a su casco. Estaba previsto que tuviera un rango de 11.000 kilómetros y que pudiese desplazarse a una velocidad máxima de siete nudos (13 Km por hora). A comienzos de 1943, Pyke recibió un presupuesto de 5.000 libras y fue enviado a Canadá, donde comenzó la construcción de un prototipo en el Lago Patricia, al pie de las Montañas Rocosas, situado en un lugar de difícil acceso dentro del parque nacional de Japer, lejos de las posibles miradas enemigas. El navío experimental un medía 18 metros y pesaba 1.000 toneladas. El equipo de Pyke pronto descubrió que fabricar un barco con aquel material era mucho más complejo y caro de lo que calcularon. El aserrín no era tan caro como el acero, pero tampoco es que fuera muy abundante, y la cantidad necesaria para construir el barco (300.000 toneladas) hubiera afectado a la producción de papel aliada. El presupuesto inicial de 700.000 libras creció hasta los dos millones y medio (unos 100 millones de libras en la actualidad). Por otra parte, surgieron todo tipo de problemas técnicos y aún no se había decidido cómo instalar un timón para que el barco definitivo pudiera girar en alta mar. A finales de 1943, el alto mando británico pidió ayuda financiera a los EE.UU., pero Mountbatten no logró convencer a sus homónimos estadounidenses de la viabilidad del proyecto. Entonces el gobierno inglés terminó por abandonar la idea y decidió adoptar soluciones más sensatas al problema del centro del Atlántico. Se construyó un aeródromo en las Islas Azores, y se mejoraron los tanques de combustible de los bombarderos aliados para alargar su autonomía. ¿Y el prototipo que construyeron en el lago? A finales de ese mismo año lo despojaron de todas las piezas que pudieran ser de utilidad y lo hundieron. El pecio fue filmado por primera vez en 1970. Hoy, una placa en la orilla del lago canadiense conmemora el intento fallido de crear un barco que, como ya decía el profeta Habakkuk, no lo hubiéramos creído ni aunque nos lo contaran.