domingo, 1 de enero de 2012

2012: ¿El último año de nuestras vidas?

Llego el temido 2012 y con el comprobaremos finalmente si los anuncios relativos a este fatídico año se harán o no realidad. En efecto, profecías apocalípticas escritas hace miles de años. Códigos secretos en la Biblia u otros textos 'sagrados'.Iluminados con místicas revelaciones. Caída de devastadores meteoritos,la llegada del planeta Hercolubus, eclipses, invasiones extraterrestres o peligrosas conjunciones planetarias. Estas son algunas de las recurrentes teorías sobre el fin del mundo que aparecen cada año al compás de cada campanada. Sin embargo, parece que este 2012 será el definitivo en lo que a cataclismos se refiere. Los agoreros tienen más hipótesis que nunca sobre la destrucción del planeta. Sin duda, la fecha preferida es el 21 de diciembre, día en que termina el mediático calendario maya. Por si no fuera suficiente, también está previsto un aumento de la actividad solar con un riesgo importante para las telecomunicaciones. Aunque hay quien piensa que el culpable de la desaparición terrestre será el gran acelerador de partículas de Ginebra y que todos seremos engullidos por un agujero negro generado al colisionar con la máxima potencia millones de protones. Una versión muy moderna de un miedo ancestral que ha existido siempre. Pero ¿cuántas veces se ha acabado ya el mundo? Las predicciones sobre el Juicio Final son comunes a todas las culturas y civilizaciones. En la antigua Roma, la erupción del Vesubio que sepultó la ciudad de Pompeya en el año 79 ya se interpretó como un aviso de que el fin estaba cerca. Pero sin duda, uno de los momentos señalados fue la llegada del primer milenio tras el “nacimiento” de Cristo. En el Apocalipsis se decía que "mil años después de Jesucristo el diablo, bajo la forma de un dragón, saldría del abismo en el que le había encerrado un ángel, provocando la desolación en toda la Tierra". Aunque durante el siglo XIX se dio por hecho que Europa vivió aterrada la llegada del primer milenio, en la actualidad los investigadores consideran que ese temor no estaba generalizado y apenas se produjeron hechos trágicos relacionados con la superstición por ese aniversario. Los miedos bíblicos combinados con la numerología volvieron a surgir en 1666. Algunos agoreros predijeron grandes catástrofes en un año dominado por el '666', número relacionado con el demonio. El gran incendio que asoló Londres en septiembre impulsó esa teoría en algunos sectores, que vieron en la tragedia la mano del mismísimo Satánas. Con la llegada del nuevo siglo, uno de los principales candidatos para terminar con la Tierra fueron los meteoritos. El paso del cometa Halley en 1910 causó estragos en la sociedad de la época. Este cuerpo celeste atraviesa la órbita terrestre cada 76 años. A finales del siglo XIX se había descubierto que la cola del cometa estaba compuesta de cianógeno, un gas nocivo que puede causar la muerte. Los astrónomos informaron de que en el año 1910 la órbita terrestre atravesaría la cola del cometa. Ante la inminente llegada del Halley, en los periódicos se publicaron alarmantes artículos alertando sobre el riesgo de una intoxicación planetaria. En Estados Unidos y Europa algunos vieron la oportunidad de hacer negocio y vendieron miles de mascarillas para protegerse del gas. A pesar de los mensajes tranquilizadores lanzados desde la comunidad científica, el pánico se palpó en numerosas ciudades. Sin embargo, el Halley pasó el 19 de mayo simplemente como un espectáculo celeste. Uno de los últimos frustrados finales del mundo fue el llamado 'efecto 2.000'. Según esta teoría todos los ordenadores colapsarían por un error al contabilizar el nuevo año que entenderían como si fuese el 1.900, lo que provocaría un desplome informático sin precedentes con graves consecuencias económicas. Por enésima vez, las apocalípticas predicciones fallaron. Ahora se anuncia la llegada de Hercolubus e inclusive una invasión alienígena que acabara con el planeta. Pese a todo, si estas profecías no se cumplen, nuevas teorías apocalípticas y conspiraciones llenarán las librerías e inundarán Internet en los años venideros. Al fin y al cabo, ¿hay algo más emocionante que el fin del mundo?