jueves, 19 de diciembre de 2013
EL OSCURO ORIGEN DE LA NAVIDAD: Una celebración ancestral que demuestra la falsedad del “cristianismo”
Al igual que sucede con muchos otras festividades “cristianas”, el origen de la Navidad surgió dentro de contextos lejanos a la actual naturaleza que se le atribuye erróneamente. Entre los antecedentes directos de la celebración navideña podríamos enfatizar en la conmemoración del cíclico nacimiento del sol, propia de antiguas culturas del norte de Europa y los Saturnales romanos. En cuanto al primer antecedente, tenemos el culto pagano alrededor del solsticio invernal del 21 de diciembre. Este día marca no solo la noche más larga del año sino el comienzo del retorno solar –ya que a partir de esta fecha cada día irá ganando terreno a su respectiva noche–. La fiesta del ‘renacimiento del Sol’ era celebrada, de acuerdo con múltiples académicos, desde el Neolítico, y en ocasiones incluía la intoxicación ritual y el sacrificio de animales. La tradición sería heredada a los grupos que ocupaban el territorio hoy ubicado como Reino Unido, Irlanda, Francia, Alemania y los escandinavos. En el caso de los nórdicos y germánicos, la celebración llevaba el nombre de Yule. Asimismo, entre el 17 y el 24 de diciembre se llevaba a cabo en la antigua Roma una orgiástica festividad en honor a Saturno, dios la agricultura y la liberación. A lo largo de una semana los romanos se entregaban a este festival durante el cual las leyes y normas sociales eran casi temporalmente abolidas. Finalmente el 25 de diciembre se conmemoraba el natalicio de Apolo en franca alusión al renacimiento del sol, tras el solsticio invernal, siendo mas tarde asimilada esta celebración por los seguidores del dios Mitra (la versión persa de Apolo) Su popularidad fue tan evidente que con la llegada del “cristianismo” – cual plaga de langostas – al ser imposible erradicarla, decidieron “cristianizarla” celebrando desde ese entonces el “nacimiento” de un imaginario Jesús, del cual no existe prueba alguna de su existencia. Al hacer un paralelismo simbólico entre ambas religiones se demuestra la falsedad e hipocresía del “cristianismo”: Mitra nació en una cueva para protegerse de un rey que ordenó asesinarlo y su llegada fue saludada por magos astrólogos que siguieron una estrella. Es más, el cumpleaños de Mitra se llevaba a cabo cada año el 25 diciembre y se creía además que fue asesinado por otro dios, el de la oscuridad, para finalmente levantarse al tercer día de entre los muertos. La resurrección de Mitra se conmemoraba al inicio de la primavera y para celebrar la festividad – la llamada Pascua – eran sacrificados un buey o cordero de color blanco sobre una rejilla a través de la cual la sangre se derramaba sobre los nuevos convertidos, que eran así “bautizados”. Los discípulos del dios persa ingerían entonces pan y vino en una cena de comunión en masa. Plutarco, habla de los misterios de Mitra en el año 87 antes de Cristo, ya que esta religión, se extendió por todo el Imperio Romano llevada por las legiones que la adoptaron en masa cuando llegaron a Asia Menor. Incluso el emperador Trajano la protegió y declaró el domingo día del sol dedicado a Mitra como día festivo en todo el imperio. Como podéis notar, las coincidencias son tan evidentes que queda demostrado fehacientemente que los ritos “cristianos” son una burda copia, porque el Mitraismo era anterior a la existencia del “cristianismo”. Su popularidad era tal que estuvo a punto de eclipsarlo definitivamente, pero la casualidad no quiso que ello sucediera ya que Constantino - un general ambicioso y sin escrúpulos - había prometido convertir al “cristianismo” en la religión oficial del Imperio, si su dios le ayudaba a tomar el poder, como efectivamente ocurrió. Es así que esta comienza a absorber en su seno costumbres y ritos del Mitraismo, adoptando el 25 de diciembre (nacimiento de Mitra), para asignar el “nacimiento” de Jesús. Solamente se tuvieron que cambiar los nombres de los protagonistas y listo, el engaño estaba consumado. A partir de ese momento, el Mitraismo fue perseguido a muerte, sus libros quemados, sus templos derribados, y en pocos años, proscritos por edicto imperial de Teodosio. No es extraño que hoy sea difícil encontrar un libro sobre esta religión que tanto ha aportado a nuestra cultura y forma de vivir.