jueves, 26 de octubre de 2017
HALLOWEEN: Una celebración aterradoramente divertida
Brujas, hombres lobo, zombies, vampiros y fantasmas ya están preparados para salir por las calles la noche del 31 de octubre, convertida en una de las más esperadas del año, en el cual es habitual ver a los niños, y no tan niños, disfrazarse de lo más terrorífico que pillen e ir en busca de caramelos por cada puerta bajo el lema de “truco o trato”. Pero… ¿Conoces realmente los orígenes de esta fiesta ancestral? La palabra “Halloween” es una contracción de la expresión inglesa “All Hallow’s Eve” que literalmente, significa “Víspera de Todos los Santos”. Su origen es milenario y de variada procedencia. Halloween tiene una raiz céltica y otra romana. Los romanos dedicaban la fiesta denominada Feralia al descanso y la paz de los muertos, haciendo sacrificios y elevando diversas plegarias a sus dioses paganos. También los romanos dedicaban una festividad a Pomona, la diosa de las cosechas y los frutos, cuyo símbolo es una manzana -obsérvese que uno de los juegos tradicionales del Halloween es el juego de morder la manzana (bobbing for apples)-. Pero con anterioridad, ya los pueblos celtas de Irlanda, Gales, Escocia y norte de Francia, celebraban una festividad llamada Samhain, que ocurría entre finales de octubre y principios de noviembre, un rito en que se celebraba el final de la temporada de las cosechas y el comienzo del invierno. Los druidas - como se denominaban a los sacerdotes célticos - creían que la noche del 31 de octubre, los límites entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos desaparecían completamente, por lo que los fantasmas de los muertos venían del otro mundo a llevarse consigo a los vivos. Por eso en esa noche, los druidas preparaban enormes fogatas y hacían conjuros, intentando ahuyentar a los malos espíritus, y la gente dejaba dulces o comida a la puerta de sus casas, en la creencia de que los difuntos, a quienes las leyendas les atribuían la autoría de las más crueles atrocidades, se irían contentos y les dejarían en paz. Asimismo, la noche de Samhain abría el largo y crudo invierno por el que vagaban perdidos los fantasmas de los muertos en busca de cuerpos que poseer para transitar al otro mundo, hasta la llegada de la primavera cuando los días son más largos y las tinieblas menguan. Cuando el Cristianismo llego como una plaga a los pueblos célticos, la tradición del Samhain no desaparece, pese a los esfuerzos realizados por una corrupta y decadente Iglesia Católica para eliminar supersticiones ‘paganas’ -que pudieran entroncar con el satanismo o culto al diablo - para sustituirlos por los suyos. Sin embargo, al no poder erradicarla, deciden “cristianizarla” para atraer a sus seguidores, tal como hicieron con la Navidad y la Pascua, demostrando con ello una total falta de originalidad. Es así como en el calendario gregoriano, el 1 de noviembre pasó a ser el día de Todos los Santos; mientras el Samhain, la víspera de Todos los Santos, pasó a denominarse All-hallows Eve y, actualmente, por contracción de la expresión, Halloween. A mediados del siglo XVIII, los emigrantes irlandeses empiezan a llegar a América. Con ellos llegan su cultura, sus creencias y sus tradiciones, entre ellas el Halloween, que en un primer momento sufre una fuerte represión por parte de las autoridades de Nueva Inglaterra, de arraigada tradición luterana. Pero a finales del siglo XIX, los Estados Unidos reciben una nueva oleada de inmigrantes de origen céltico, recibiendo el Halloween un gran impulso, ya que se mezcla con otras creencias, dando como resultado la celebración que conocemos en la actualidad. De esta manera, el Halloween incluye entre sus tradiciones el contar historias de fantasmas (telling of ghost stories) y la realización de travesuras (mischief-making), bromas (fortunes) o los bailes tradicionales. La gente comienza a confeccionar disfraces (disguises) o trajes para Halloween (Halloween costumes). Asimismo, dada la imposibilidad de encontrar nabos en América, donde colocar la vela en su interior para espantar a los muertos, deciden reemplazarlos por calabazas, una costumbre que se generalizo y hoy esta indisolublemente unida a la celebración. Así, en los Estados Unidos, Halloween evoluciona y se desentiende de la tradición cristiana, convirtiéndose en una noche de misterio, donde las brujas, vampiros, fantasmas, duendes, espíritus, hacen de las suyas pero sin que se pierda el ánimo festivo y el buen humor. Una noche de dulces, bromas, disfraces y películas de terror, perdidos ya los miedos atávicos de los viejos ancestros irlandeses.
jueves, 19 de octubre de 2017
VAMPIROS: Siniestras criaturas de la noche
Es tiempo de Halloween y que mejor ocasión que ocuparnos en esta oportunidad de los vampiros, cuyas características están bien definidas. Tienen colmillos, beben sangre humana y no se reflejan en espejos. Podemos ahuyentarlos con ajo o matarlos atravesándoles el corazón con una estaca. Algunos son aristócratas que viven en castillos, como Drácula. Pero los vampiros no surgieron con una definición tan clara. Los estudiosos opinan que la concepción moderna de estos monstruos evolucionó de diversas creencias tradicionales establecidas en toda Europa. Dichas creencias partían del temor de que los muertos, una vez enterrados, podían seguir dañando a los vivos. Esas leyendas comúnmente se debían a la falta de conocimiento sobre la descomposición del cuerpo. Sucede que, al contraerse la piel, los dientes y las uñas del cadáver parecen alargarse, y a la vez que los órganos internos se descomponen, un líquido de purga oscuro puede escapar por la nariz y la boca. La gente que no conoce este proceso interpretaría que ese líquido era sangre y supondría que el cadáver había estado bebiéndola de los vivos. Mas los cadáveres sanguinolentos no eran lo único que causaba sospecha. Antes de entender cómo se diseminaban ciertas enfermedades, la gente imaginaba que los vampiros eran las fuerzas ocultas que devastaban lentamente sus comunidades. “La única constante en la evolución de la leyenda de los vampiros ha sido su asociación estrecha con la enfermedad”, escribe Mark Collins Jenkins en su libro Vampire Forensics. De modo que matar a los vampiros, o evitar que se alimentaran, era como las personas creían tener algún control sobre las enfermedades. Por esa razón, los pánicos de vampiros solían coincidir con los brotes de la plaga. En el 2006, un equipo de arqueólogos desenterró en Venecia, Italia un cráneo del siglo XVI, el cual fue sepultado entre varias víctimas de la plaga… con un ladrillo en la boca. El ladrillo posiblemente fue una táctica para evitar que la strega (vocablo italiano que designa a vampiros y brujas) abandonara la tumba para alimentarse de las personas. Pero no todos los vampiros abandonaban sus tumbas. En el norte de Alemania, los Nachzehrer o “desperdicios de la noche” permanecían enterrados, royendo sus mortajas. Una vez más, esta creencia quizás se asociaba con el líquido de purga, el cual podía causar que la mortaja se aflojara o rasgara, creando la ilusión de que el cadáver estuvo masticándola. Se pensaba que estos masticadores estáticos seguían causando problemas a los vivos, y también que su actividad aumentaba durante los brotes de plaga. En 1679, un teólogo protestante escribió el tratado “Sobre los muertos masticadores”, donde acusó a los Nachzehrer de dañar a sus familiares supervivientes mediante procesos ocultos. Propuso que, para detenerlos, había que exhumar los cuerpos y llenar sus bocas con tierra, y tal vez una piedra y una moneda, solo para asegurarse. Según el autor del tratado, el cadáver moriría de inanición si perdía la capacidad de masticar. Durante los siglos XVII y XVIII, las historias de vampiros florecieron en las naciones del sur y oriente de Europa, para disgusto de algunos personajes poderosos. Hacia mediados del siglo XVIII, el papa Benedicto XIV declaró que los vampiros eran “ficciones falaces de la fantasía humana”, y la emperatriz austriaca Maria Teresa de Habsburgo, condenó las creencias sobre los vampiros como “superstición y fraude”. Pese a ello, los esfuerzos anti-vampíricos continuaron. Lo más sorprendente es que el mayor pánico de vampiros ocurrió en Nueva Inglaterra, Estados Unidos, a fines del siglo XIX, dos siglos después de los juicios de brujas en Salem. En 1892, Mercy Brown, una joven de 19 años de Exeter, Rhode Island, murió de tuberculosis, enfermedad conocida entonces como tisis. Su madre y su hermana habían muerto de lo mismo y su hermano, Edwin, estaba enfermo. Muy preocupados, los vecinos temían que alguna de las mujeres Brown, recién fallecidas, pudiera dañar a Edwin desde la tumba. Cuando abrieron la fosa de Mercy Brown, hallaron que tenía sangre en la boca y en el corazón, e interpretaron aquello como una señal de vampirismo (aunque no usaron ese término). De modo que los vecinos quemaron el corazón de Mercy y mezclaron las cenizas en un brebaje que hicieron beber a Edwin; una estrategia anti-vampírica muy común. Aquella pócima debía sanarlo, pero en vez de ello, el muchacho murió meses después. Y no fue un incidente aislado. Michael Bell, folclorista y autor de Food for the Dead, calcula que hay 60 ejemplos conocidos de rituales anti-vampíricos en la Nueva Inglaterra de los siglos XVIII y XIX, y varios más en otras partes de Estados Unidos. Esos rituales eran más comunes en la región oriental de Connecticut y en el oeste de Rhode Island, agrega Brian Carroll, profesor de historia en la Central Washington University, quien escribió un libro sobre el tema. Carroll cree que los rituales anti-vampíricos fueron “introducidos como procedimientos médicos durante la Revolución estadounidense” por doctores alemanes que trabajaban para las fuerzas hessianas. Por ello, considera que los vampiros de Nueva Inglaterra se derivan de los Nachzehrer alemanes. Explica que, a diferencia de los vampiros chupasangre rumanos, los de Nueva Inglaterra permanecían en sus tumbas y dañaban a los vivos desde lejos, con “magia simpática” (o magia empática). Por su parte, Bell cree que las prácticas anti-vampíricas de Nueva Inglaterra procedían de muchos lugares y que los vampiros de esa región eran más semejantes a los vampiros rumanos que a los Nachzehrer. Señala que, al igual que los rumanos, los habitantes de Nueva Inglaterra “buscaban sangre en los órganos vitales, en vez de evidencias de mortajas roídas”. Y que el remedio anti-vampírico de “sacar el corazón, quemarlo y dar las cenizas a la persona o personas enfermas” también se acostumbraba en Rumania. No obstante el origen de las creencias de Nueva Inglaterra, su motivación fueron las mismas inquietudes sociales que en otros lugares: el temor de la enfermedad y el deseo de contenerla. Durante el pánico de vampiros de Nueva Inglaterra, los vampiros encontraron un nuevo papel en la literatura así como en obras teatrales de temática vampírica. Aunque inspirados en leyendas folclóricas y pánicos pasados, estos vampiros aristocráticos y sexuales se parecían más a los vampiros que conocemos en la actualidad. Los pánicos vampíricos desaparecieron en el siglo XX conforme los monstruos de ficción reemplazaron a las creencias folclóricas (y mejoró el conocimiento médico); con todo, hubo un resurgimiento muy peculiar a fines de la década de 1960, cuando Sean Manchester, presidente de la Sociedad Británica de Ocultismo, anunció que un vampiro hacía que la gente viera cosas extrañas en el Cementerio de Highgate, Londres. Los diarios habían publicado informes de un personaje alto, de ojos fulgurantes, y otras siluetas espectrales que flotaban en el camposanto, y los reporteros de inmediato adoptaron la teoría de Manchester de que los avistamientos eran obra de un vampiro de Europa oriental. Los periódicos incluso enriquecieron un poco sus revelaciones, diciendo que el personaje era un “rey vampiro” o afirmando que el vampiro practicó magia negra en Rumania antes de viajar a Londres en su féretro. En 1970, Manchester declaró a un equipo noticioso de televisión que pretendía exorcizar al vampiro un viernes 13. Esa noche, cientos de jóvenes acudieron al Cementerio de Highgate para ver el exorcismo (que no llevó a cabo). El pánico de Highgate no fue un caso en que los vampiros sirvieran como chivos expiatorios de una enfermedad, sino una sensación mediática y un ejemplo de “legend tripping” (jóvenes que van a un lugar presuntamente hechizado para probar su valentía). El incidente de Highgate es un fenómeno moderno en la historia de las leyendas vampíricas. A ello debemos agregar su presencia recurrente tanto en el cine como en la televisión para darnos cuenta que en pleno siglo XXI, la atracción que ejercen los vampiros continúa vigente.
jueves, 12 de octubre de 2017
¿LLEGARON LOS FENICIOS A AMÉRICA ANTES QUE COLON?: Nuevas evidencias así lo comprueban
Como sabéis, este 12 de octubre se celebra como cada año la llegada de Cristóbal Colon en 1492 a un mundo desconocido que posteriormente llegó a llamarse América. Sin embargo, descubrimientos posteriores en diversos puntos del continente dan cuenta del hallazgo de antiguos asentamientos, extraños artefactos, estelas, esculturas, grabados y mapas - presumiblemente de origen vikingo, chino y fenicio – indicando su presencia en estas tierras, siglos antes de la llegada del navegante genoves al servicio de España. Precisamente son los fenicios (hábiles navegantes dedicados al comercio, que recorrieron territorios desconocidos en su tiempo, descubriendo el Océano Atlántico, explorando las costas de Europa y África, siendo los primeros en arribar a Britannia en el norte y las Canarias en el sur) quienes llaman nuestra atención en esta ocasión y de los cuales se dice que pudieron llegar por accidente a las costas del Brasil. En efecto, en 1872, cerca de Río de Janeiro, fue desenterrada una baldosa grabada que prueba que los fenicios arribaron a este país dos mil años antes de su descubrimiento oficial. El 11 de septiembre de 1872, el vizconde de Sapuacahy, presidente del Instituto histórico de Río de Janeiro recibió una carta en la que le informaban del descubrimiento, en una plantación de Paraíba, de una piedra que se partió en cuatro pedazos durante la operación y que tenía una extraña inscripción cuya copia se adjuntaba. La piedra en cuestión no se encontrará nunca más. Algunos eruditos creen reconocer en la inscripción copiada, la escritura fenicia. Como no hay en estos lugares especialistas de esa lengua, el emperador Pedro II y Ladislav Netto, uno de los miembros del Instituto llaman al francés Ernest Renan, autor de la Vie de Jesús, quien era también especialista en la civilización fenicia. Luego de haber hecho una traducción que hoy en día parece ser totalmente errónea, Renan declara que la inscripción es una ‘falsificación’. Como podéis imaginaros, se produce una controversia entre los expertos europeos: lo extraño del asunto radica en que ciertos aspectos de la escritura empleada eran teóricamente desconocidas en la época del descubrimiento. Este detalle haría inclinarse por la autenticidad del texto, incluso si la desaparición de la piedra es un argumento a favor de los escépticos. En 1967, un norteamericano, el presbítero Cyrus Gordon, director del departamento de estudios mediterráneos de la universidad de Brandéis retorna el texto. Afirma entonces que a la luz de los recientes descubrimientos, la inscripción de Paraíba no puede ser una falsificación. La declaración que aparecía grabada despierta polémica: “Somos Cananeos sidonianos de la ciudad del rey mercante. Fuimos arrojados a esta isla lejana, una tierra de montañas. Hemos sacrificado a un joven a los dioses y a las diosas celestes, en el décimo noveno año de nuestro poderoso rey Hiram y nos hemos embarcado en Esyón Guéber, en el Mar Rojo. Hemos viajado con diez barcos y hemos rodeado África por mar durante dos años. Luego fuimos separados por la mano de Baal, y ya no estamos junto a nuestros compañeros. Así llegamos aquí, doce hombres y tres mujeres, a la isla de hierro. Soy yo, el almirante ¿un hombre que huirá? ¡No, los dioses y las diosas bien podrían favorecemos!” Gordon explica que el rey mencionado no puede ser otro sino Hiram III (552-532 antes de nuestra era), lo que remontaría la inscripción al año 531 a.C. El control de Gibraltar por los cartagineses explica el rodeo de África por el este, partiendo del mar Rojo. La “isla de hierro” podría ser Brasil, donde este metal es abundante, la evocación de la “mano de Baal”, dios de las tempestades y de la lluvia, que interviene en los asuntos humanos, puede tener dos significados: tempestad u sorteo, ¿quizás un viaje encargado por la ciudad? Sin embargo, la expresión “arrojado sobre esta isla lejana” así como la cantidad muy reducida de miembros que componen la tripulación hacen pensar que la nave debió naufragar. Pero, en un país poblado de árboles como Brasil, navegantes de este temple podían perfectamente reconstruir un barco más pequeño y volver a zarpar. El verdadero obstáculo tiene un nombre: los alisios. En estas latitudes, soplan desde África hacia América y facilitan el viaje. Pero las naves fenicias desprovistas de timón de codaste (inventado hacia el siglo XIII en Europa) son incapaces de bordear y por lo tanto de avanzar zigzagueando contra el viento. Esto hace presumir que los navegantes que grabaron esta baldosa permanecieron toda su vida prisioneros del continente donde habían encallado. La audacia de los marinos fenicios, cretenses y cartagineses es conocida, ya que generalmente salían de los seguros límites del Mediterráneo en busca de nuevas rutas para su comercio. Por ello una travesía como ésta no tiene nada de imposible. Pero este no es el único hallazgo arqueológico que indicaría la presencia de los fenicios en tierras brasileñas y existen evidencias que concentran su actividad en la región noreste. Así por ejemplo, el profesor austriaco Ludwig Schwennhagen cree que los fenicios utilizaron Brasil como base durante 800 años por lo menos, dejando evidencias materiales como unas inscripciones fenicias en el Amazonas en los que había referencias a muchos reyes de Sidón y Tiro (887-856 A.C.). Por su parte, Apollinaire Frot, un investigador francés, viajó por todo el campo brasileño para recoger inscripciones fenicias en Minas Gerais, Goiás, Mato Grosso y Bahía sierras. Las inscripciones que juntó son tantas que "llenarían volúmenes incontables si alguna vez fueran publicadas", indicó. Estos descubrimientos motivaron a diversos aventureros, quienes estaban dispuestos a ‘comprobar’ la veracidad de aquellas historias. Incluso uno de ellos, el exoficial de la Marina Real británica, Philip Beale, atravesó en el 2013 los 10,000 kilómetros del Atlántico en una réplica de un barco fenicio, un viaje ambicioso con el que busco desafiar la historia marítima y demostrar que los fenicios si pudieron realizar tal viaje. Beale realizó su ambiciosa aventura basándose en una cita del historiador griego Herodoto, quien afirmaba que los fenicios navegaron alrededor de África en el año 600 a.C. El Fenicio fue construido tomando como base una embarcación de 19 metros de la antigua civilización, que se encontró en exploraciones en la costa de Marsella. Los constructores se mantuvieron fieles al original y usaron materiales locales en su construcción, para obtener el espesor exacto de las tablas y la posición del mástil. "La sabiduría convencional indica que Cristóbal Colón descubrió América. Pero cualquiera que mire un poco más de cerca verá que a los vikingos estuvieron ahí alrededor de 900 d.C. Han encontrado asentamientos vikingos en la isla de Terranova, eso es indiscutible y así como ellos, los fenicios también pudieron llegar al Brasil", dijo Beale. A inicios de este año, se han descubierto nuevas evidencias que confirmarían su arribo al continente, como unas monedas fenicias halladas en las costas brasileñas, pero los investigadores siguen manteniéndose escépticos hasta el momento y dudan de su autenticidad. En todo caso, la presencia de esos antiguos navegantes y exploradores en estas tierras - de haber ocurrido efectivamente - fue breve y paso desapercibida, no alterando para nada el rumbo de la historia, como si ocurrió con el arribo de Colon en 1492.
jueves, 5 de octubre de 2017
EXPEDIENTE OVNI: El Incidente Westall
El último caso de nuestro expediente ocurrió en Australia en 1966, pero a pesar de los años transcurridos, no existe una explicación convincente para saber lo que ocurrió en aquella oportunidad. En efecto, ¿qué fue lo que sucedió en Westall (Melbourne, Victoria) el 6 de abril de ese año? Es algo que aún merece ser conocido y estudiado plenamente. Parece que pudo haberse tratado del avistamiento de por lo menos un Objeto Volador No Identificado (OVNI) que pudo haber aterrizado, dejando atrás indicios físicos de su presencia sobre el terreno, así como círculos en las caballerizas. Los eventos atrajeron el interés de las autoridades, así como de los militares y los servicios de inteligencia. Tuvo un efecto increíble sobre aquellos que atestiguaron aquellos eventos. El 4 de junio del 2010, los sucesos fueron dados a conocer en un documental del canal de pago Australian Sci Fi. Parece haber sido el programa con el ranking más alto de dicha cadena para esa semana. Titulado WESTALL ’66: A Suburban UFO Mystery, este documental fue el resultado de tres años de investigación, grabación y edición por parte de la directora y escritora Rosie Jones, la productora Carmel McAloon y el equipo de Endangered Pictures. Se enfocó en las investigaciones del estudioso e investigador amateur Shane Ryan, de Canberra, cuyos esfuerzos dieron como resultado que saliera a la luz pública una gran cantidad de información. Sus esfuerzos ayudaron a crear una masa crítica de concientización sobre el caso. WESTALL ’66 es un relato excelente de la esencia del misterio de Westall y su búsqueda de respuestas, haciendo una contribución significativa en presentar una experiencia genuina y bien atestiguada, capturando el interés sobre la innegable realidad de la controversia surgida acerca de los OVNIS. El affaire Westall dio un gran impulso al debate sobre la existencia de los extraterrestres o por que los gobiernos tratan de ocultar todas las evidencias, vaya uno a saber porque razones. Tal vez sea algo que pertenece a nuestra propia tecnología, que dado a conocer en un determinado contexto, genera preguntas que tienen que ser acalladas – bien desacreditando a sus descubridores o alterando groseramente las pruebas, como hace la NASA - arrojando un manto de oscuridad al asunto, dando como resultado el encubrimiento del hecho. Pero ¿qué los obliga a hacerlo? Algo sucedió sobre Westall y fue visto por muchas personas – quizás era un arma experimental que tenia que mantenerse oculto - por lo que ‘oficialmente’ se debía negar su existencia. Si bien desde que sucedieron los hechos, se pudo entrevistar a cierto número de testigos del avistamiento, se pudo averiguar algunos datos interesantes sobre el tema, aunque de forma fragmentada. Aunque cabe preguntarse que fiable pueda ser esa información ya que muchos diferían entre si de los hechos acaecidos en aquella oportunidad porque su participación no había sido clara, no fue confirmada por otros testigos, o bien fue puesto en tela de juicio. Aquí puede incluirse la supuesta participación de un tal Brian Boyle, quien según una entrada anónima publicada en Wikipedia sobre el evento Westall, alega haber llegado al lugar acompañado de efectivos militares pocos días de sucedido el evento, pero sin proporcionar evidencia alguna para respaldar este alegato. Brian Boyle estuvo afiliado a los comienzos del grupo Phenomena Reseach Australia (PRA) y se dice que este grupo dispone de material sobre el caso Westall, que supuestamente incluye información militar, pero nuevamente, la búsqueda de detalles ha quedado en nada. Si efectivamente lo tienen, no quieren compartirlo con nadie, Es mas, PRA no contestó las indagaciones de los productores del documental sobre Westall, que tenían interés en saber que es lo que realmente sabían del asunto. El citado documental cuenta con el valioso testimonio de Victor Zakruzny, estudiante en Westall, quien tuvo un encuentro cercano con los OVNIS de Westall cuando estuvieron en tierra. Confesó que estaba tan cerca de las naves que pensó en tocar uno de ellos, deteniéndose al sentir el calor que emanaban. A través de las investigaciones de Rosie Jones y Shane Ryan, se pudo concertar una entrevista con Zakruzny el 5 de julio del 2008, quien proporciono datos de interés acera de esta clase de encuentros del segundo tipo, que es cuando un OVNI ha aterrizado y dejado atrás evidencia física de su presencia. Su relato es particularmente interesante, ya que dio una descripción clara y generalmente consistente acerca del hecho. Cuenta que luego de trepar sobre la verja de la escuela, logró pararse cerca del objeto que había aterrizado mientras que otros tres estudiantes se mantenían cerca del la otra nave que también descansaba en tierra. Un maestro y al menos una docena de estudiantes más se apostaron a lo largo de la verja para ver mejor. En ese momento, los OVNIS comenzaron a elevarse y alejarse, uno de ellos al oeste, y el otro ascendiendo para orbitar en torno a un pequeño avión antes de bajar al suroeste en la Grange Reserve, perseguido por estudiantes. Los aparatos tenían una altura aproximada de 1.5 metros y aproximadamente 5.4 metros de ancho, dejando como prueba de su aterrizaje dos círculos de pasto quemado. Zakruzny agregó que regresó a su casa a almorzar justo después de la experiencia que había tenido en la escuela. Estaba emocionado porque afirmó haber visto exactamente el mismo objeto unos cuantos años antes, cuando trataba de transportar una tarima de una fábrica cerca de Westall Grange en la madrugada. Su actividad se vio interrumpida cuando un OVNI voló sobre su cabeza. Se trataba del mismo objeto que vería en Westall en 1966 junto con muchos estudiantes. Sin embargo, hay que agregar que hubieron otros avistamientos parecidos por aquellos años alrededor de Westall y en los suburbios aislados de Melbourne, que en aquellos días representaba el perímetro externo de la ciudad. Esta zona aún tenía un aspecto aislado y casi rural. Con el paso del tiempo todo ha cambiado y desde entonces, no se ha tenido mas noticias acerca de esas extrañas naves de origen desconocido. A pesar de ello, aún hay mucho más para investigar sobre aquel episodio ocurrido en Westall. Muchos de los testigos aun viven y no todos han querido dar su versión de los hechos. Esperemos qué se sepa algún día que fue lo que verdaderamente sucedió aquel extraordinario día de abril en Westall.