Una noticia dada a conocer este miércoles indica que History presentara el 8 de enero del 2019 una serie inspirada en eventos de la vida real, titulada Project Blue Book, un proyecto producido por Robert Zemeckis y protagonizada por el exalumno de Game of Thrones, Aidan Gillen. La historia - como podéis imaginar - gira en torno al Proyecto Libro Azul, implementado por el gobierno de los EE.UU. entre la década de los ’50s y ’60s para seguir el rastro de apariciones de vida alienígena en la Tierra y tenía como objetivo primordial investigar todos aquellos fenómenos inexplicables que pudiesen convertirse en una amenaza para la seguridad nacional. Eran los años de la Guerra Fría y del advenimiento de la amenaza nuclear, donde los rusos y los estadounidenses se amenazaban con destruirse mutuamente haciendo uso de sus arsenales. Entre 1952 y diciembre de 1969 - cuando fue cerrado oficialmente - la Fuerza Aérea recogió 12.618 informes sobre hechos inexplicables. Durante décadas, estos documentos se encontraron archivados y tan sólo se podía acceder a ellos a su consulta solicitándolo a través de la Ley de Libertad de Información, pero que ahora son de libre acceso y pueden consultarse no sólo las 129.491 páginas que incluyen este libro, sino también los documentos del Proyecto Grudge y del Proyecto Signo, que los antecedieron. Se trata de un caudal impresionante de documentación para deleite de los aficionados a la ufología en particular y de las teorías de la conspiración en general, a quienes les esperan horas de investigación. “Existe una gran cantidad de información para los investigadores aficionados que intenten sacar explicaciones que nunca habían tenido tiempo para considerar o investigar”, ha señalado el ufólogo Nigel Watson al Daily Mail. Hasta 701 de los informes (alrededor de un 5,5% del total) son marcados como no identificados, a pesar de que las órdenes de la regulación 200-2 exigía al Libro Azul reducir dicho número al mínimo y comunicar a los medios de comunicación sólo aquellos casos identificables. De entre todos los informes presentados por el Libro Azul, el número 14, un análisis estadístico masivo de los casos analizados hasta el momento de su realización (unos 3.200) es considerado a día de hoy como el estudio ufológico más grande jamás realizado. En él, cuatro científicos clasificaron los casos en las categorías de ‘explicables’, ‘inexplicables’ y con ‘información insuficiente’, que a su vez se dividían según su calidad que dependía, por ejemplo, de las fuentes; no era lo mismo un piloto entrenado que un mero testigo ocular. Dicho informe llegaba a las siguientes conclusiones: mientras el 69% de los casos eran considerados explicables o identificables, un 22% era inexplicable, un porcentaje mucho más significativo de lo que habían deseado en un primer momento. Dentro de la categoría de explicables, el 86% era debidos a aviones, globos o tenían una explicación astronómica. Curiosamente, tan sólo un 1,5% de ellos eran despreciados como ‘alucinaciones’ aunque el porcentaje de posibles fraudes aumentaba hasta el 8%. Otra peculiaridad de dicho metaestudio es que cuanto mejor fuese la fuente, más probabilidades había de que el OVNI fuese considerado como “desconocido”, algo que ocurrió con el 35% de casos. Unos resultados que contravinieron las hipótesis de los expertos más escépticos, que creían que eran precisamente los casos con informantes menos fiables los que serían más difíciles de explicar. Por el contrario, estos solían ser los que eran expuestos por pilotos, militares o varios testigos que coincidían en sus testimonios. Nigel Watson destaca en el artículo de The Daily Mail dos casos que han llamado la atención de los investigadores durante décadas. El primero de ellos fue informado por Kenneth Arnold y dio lugar al término “platillo volador” (flying saucer). El avistamiento se produjo en el Monte Rainer, cerca de Seattle (Washington) el 24 de junio de 1947. Según los documentos a los que ahora se puede acceder, Arnold afirmó ver tres objetos circulares de color plateado, a una altura de 3.000 pies (unos 914 metros). El informe concluye que no se disponen de los datos suficientes como para llegar a una conclusión: “Carta de ciudadano, sin demasiada información”. En su día, Arnold explicó a la prensa que estos objetos volaban en una dirección diagonal y que había una distancia de unas cinco millas (unos 8 kilómetros) entre las naves más lejanas, que oscilaban en el aire de una forma errática. Según sus cálculos, se desplazaron a una velocidad superior a las 1.000 millas por hora del Monte Rainier al Monte Adams. Curiosamente, Arnold aseguró haber visto nueve naves, aunque el informe sólo refleja que hubiese tres. Por otra parte se encuentra un avistamiento similar realizado en Tulsa (Oklahoma) el 12 de julio de 1947 (cinco días después del incidente Roswell), otro de esos misterios aún sin resolver de los que fueron publicadas fotografías en la prensa estadounidense. Se trata de la primera descripción de objetos voladores no identificados con forma de plato. El Proyecto Libro Azul reflejó bien el signo de unos tiempos marcados por la paranoia, al mismo tiempo que ayudó a generar parte del imaginario común de los avistamientos de la Guerra Fría. El primer jefe del proyecto, Edward J. Ruppelt, acuñó el término “OVNI” para sustituir al de “platillo volador” cuando se le pidió que se crease un lenguaje estándar y poco dado a interpretaciones fantásticas para referirse a los fenómenos. No sólo eso, sino que el astrónomo J. Allen Hynek, uno de los consultores científicos del proyecto, creó el concepto declose encounters (“encuentros cercanos”) popularizado posteriormente en el cine. Según las conclusiones oficiales del Proyecto Libro Azul realizadas por las Fuerza Aérea, las observaciones de OVNIS se deben a una mezcla se los siguientes cuatro factores: “la histeria de las masas, la creación de falsificaciones para conseguir publicidad en los medios de comunicación, las psicopatologías de los individuos y la confusión con objetos cotidianos como globos o aviones”. Unas conclusiones que poco tenían que ver con la realidad. Además, el proyecto concluyó “debido a que no se había encontrado ningún objeto o principio tecnológico más allá de los conocimientos científicos de la época ni ninguna prueba que indique que los OVNIS eran vehículos extraterrestres” algo que ha sido ha fuertemente cuestionado por varios expertos a lo largo de los años. Uno de ellos fue el historiador aficionado John Greenewald quien invirtió cerca de dos décadas solicitándole insistentemente al gobierno estadounidense información desclasificada sobre los OVNIS, hasta conseguirlo, pero no esta satisfecho con lo que se ha dado a conocer, ya que esta convencido que lo publicado “es solo la punta del iceberg” y que el público aun no tiene acceso a lo realmente importante: “De los cientos de páginas con información liberados, tan sólo unas pocas palabras son legibles en cada una de ellas” explica. “Además, otras entidades del gobierno de los EE.UU. - incluyendo a la CIA - también hicieron investigaciones sobre los OVNIS que no han sido publicadas hasta ahora”, anota Greenewald. "Hay secretos, oscuras conspiraciones, y escándalos todavía por salir", concluyo. La verdad, continua ahí afuera.