jueves, 23 de abril de 2020

KONGAMATO: ¿Pterodáctilos entre nosotros?

Se denomina de esa manera a una especie gigantesca de reptil con alas de murciélago similar a un Pterodáctilo, el cual se dice que surca los cielos de diferentes regiones de África. Ha sido avistado en diversas ocasiones por las tribus nativas, especialmente los pescadores, quienes han señalado que la bestia los ataca hasta romper sus barcazas, por lo que recibió el nombre de Kongamato, cuyo significado es “Rompedor de botes”. La enigmática criatura ha sido avistada en lugares como el pantano de Jiundú en Zambia, en Angola y el Congo. Ha sido descrita como “un ave gigante con alas color marrón de dos metros de largo y un pico puntiagudo con dientes afilados”. Exploradores han mostrado a los nativos libros con ilustraciones de animales prehistóricos, y estos lo han relacionado con el Pterodáctilo. Uno de los primeros registros ocurrió en 1909, cuando uno de esos gigantescos monstruos voladores se llevó a un joven que caminaba hacia un pozo a buscar agua, los lugareños escucharon los gritos y vieron las huellas dejadas por el animal, las cuales repentinamente desaparecían; la calavera del raptado fue encontrada al poco tiempo colgada en las ramas de un árbol. Frank H. Melland en su libro de viajes “Witchbound Africa” publicado en 1923, presentó el testimonio de algunos indígenas de la zona pantanosa de Jiundú, donde describieron al monstruo y la forma como los ataca cuando entran a su territorio. En 1942, el coronel del Ejército Británico, C. R. Pitman siguió la pista de las historias que los nativos contaban sobre una gigantesca criatura voladora similar a un murciélago que vivía en un pantano al norte de Zambia. Cuando se desplazaba por el suelo su cola dejaba un rastro que los pobladores de la zona reconocían sin dificultad evitando acercarse. En 1956 el ingeniero J.P.F. Brown señaló que se cruzó con dos criaturas en los alrededores del lago Bangweulu, en Zambia. Dijo que los animales tenían sin duda un aspecto prehistórico y volaban en silencio, calculó que tendrían una longitud de unos dos metros y una envergadura de ala como de un metro, con una cola larga y delgada y cabeza similar a la de un perro pero más alargada. Tal vez el testimonio más impactante del avistamiento del Kongamato es el narrado por unos exploradores del Museo Británico, quienes formaban parte de una expedición liderada por Percy Sladen en 1932; señalaron que cuando se encontraban acampando en las laderas de un río ubicado en las montañas de Assumbo, en Camerún; fueron de cacería y uno de los exploradores le disparó a un murciélago que comía fruta, al ir por su presa perdió el equilibrio y cayó al río; al levantarse fue atacado por un ave negra del tamaño de un águila con dientes puntiagudos, retirándose el animal inmediatamente. Al poco rato, cuando ya estaba anocheciendo, la criatura regresó al lugar y atacó a uno de los exploradores, el cual logró esquivarla, huyendo el animal para ya no volver. Al llegar al campamento, los investigadores preguntaron a los nativos que era ese animal con el que se habían encontrado en el río, estos les contestaron que era el “Olitiau” y espantados se fueron por el lado contrario al del Kongamato. Incluso en 1988, el renombrado profesor y explorador Roy P. Mackal, autor de un buen número de libros, guió una expedición a Namibia en donde se habían dado a conocer diversos testimonios sobre avistamientos de una criatura con grandes alas sin identificar, que era vista generalmente al atardecer sobrevolando las elevaciones de la zona. Si bien no logró conseguir evidencias tangibles, un miembro del equipo llamado James Kosi afirmó haber visto una tarde al ser volando en el horizonte. Como estos, son muchos los testimonios en varios países del área que cuentan cosas parecidas, aunque quizá por lo remoto de los parajes y la escasa tecnología existente en la zona no se ha conseguido todavía ninguna foto o filmación clara que pudiera arrojar más luz sobre este misterio, que para los habitantes de esos lugares no es tal ya que están convencidos de que es real.