Como sabéis, Rusia gracias a su gran extensión - que va desde Europa hasta el Pacifico, con inmensas zonas prácticamente despobladas en Siberia - es el hogar de incontables misterios, cada una más extraña que la otra. El caso que hoy nos ocupa no es una excepción. A pesar de que estos acontecimientos han estado ocurriendo durante miles de años, nuestra historia comienza en la década de 1930, cuando un investigador ruso de lo paranormal llamado Ilya Grabovsky estaba explorando extraños sucesos que rodean el lago Issik Kul, un cuerpo de agua de gran profundidad ubicado en las montañas del norte de Tian Shan, en Kirguistán. "Issik Kul" significa "Lago caliente", una referencia al hecho de que el lago nunca se congela, a pesar de estar rodeado de montañas heladas. Grabovsky había oído leyendas sobre la existencia de cuevas ocultas en la zona por lo que se contactó con un local que inadvertidamente tropezó con una. En un primer momento, el hombre se mostró reacio a describir su experiencia, pero Grabovsky finalmente lo convenció para transmitir sus conocimientos. Es así como relato que en una ocasión él y sus amigos estaban pescando en la orilla noroeste del lago, cuando vieron una cueva. Al acercarse notaron que era inaccesible, por lo que decidieron volver al día siguiente con cuerdas, linternas y picos. En efecto, los hombres regresaron a las pocas horas y lograron ingresar a la cueva e hicieron un descubrimiento sorprendente en su sector más interno. Encontraron tres esqueletos humanos, de más de diez pies de altura cada una. Alrededor de sus cuellos, cada esqueleto tenía un amuleto de plata en forma de lo que los hombres describieron como "murciélagos". Un aspecto interesante, ya que ha habido varios reportes que describen a OVNIS de esta forma particular, no sólo en Rusia, sino también en el resto del mundo. Aún más intrigante es una leyenda local de Kirguistán que hace referencia a una ciudad hundida en el fondo del lago Issik Kul. El último gobernante de la antigua ciudad había sido el rey Ossounes, un gigante con "orejas largas". La leyenda también menciona que Ossounes fue capaz de volar entre los picos de las montañas "en un abrir y cerrar de ojos". Este descubrimiento de los enigmáticos esqueletos asustó a los hombres como para guardar silencio al respecto durante años, pero no lo suficiente como para dejar las joyas atrás. Los fundieron y vendieron la plata, pero decidieron mantener un pequeño fragmento como recuerdo. Se dice que los científicos rusos que tuvieron la oportunidad de examinarlo, fueron incapaces de determinar su edad exacta. Lamentablemente ese fragmento desapareció luego y nadie sabe que sucedió con el. Animado por la confesión del pescador, Grabovsky decidió profundizar en el misterio. Hurgando en los archivos locales, se topó con la primera mención de unas criaturas gigantescas similares, que se remonta a mediados de 1800. Un grupo de niños de Georgia (en ese momento, parte del Imperio ruso) estaban buceando en busca de mejillones en el lago Issik Kul cuando pasaron sobre la entrada hacia una cueva bajo el agua dentro de la montaña cercana, la cual era el hogar de los últimos restos mortales de varios gigantes. A pesar de sus esfuerzos, Grabovsky nunca encontró esta cueva. O tal vez sí, pero se mantuvo en silencio. De cualquier manera, la versión oficial es que murió sin compartir los resultados de su trabajo con el resto del mundo. Pero este no es el final de la historia. A principios de los años 1980, el lago Issik Kul se convirtió en el lugar para las pruebas rusas de torpedos, misiles submarinos y equipos de buceo militar. También fue uno de los lugares donde el ejército ruso llevó a cabo la formación continua de los buceadores de reconocimiento conocidos como "los hombres rana". Si encontraron algo en el lugar, nada se ha sabido. Otro suceso más impactante ocurrió en el famoso Lago Baikal. En 1982, durante un ejercicio de entrenamiento de hombres rana, se encontraron con un extraño grupo de nadadores bajo el agua. Los humanoides acuáticos eran enormes (más de 3 metros de altura) y, a pesar de nadar en aguas heladas, llevaban nada más que trajes plateados ajustados. Aunque los seres fueron vistos en una profundidad de más de 45 metros, ninguno de ellos llevaba algo parecido a un equipo de buceo. Sólo tenían cascos en forma de esfera que ocultan sus cabezas. Naturalmente, este encuentro llevo a los militares rusos a realizar una expedición con el objetivo de capturarlos, por lo que un grupo de expertos fue enviado a la zona. El ex veterano de guerra de Afganistán y autor Mark Shteynberg, que ha investigado extensamente este caso, recuerda: "A medida que los hombres rana trataron de cubrir a una de las criaturas con una red, todo el equipo fue propulsado fuera de las aguas profundas hacia la superficie por una fuerza poderosa. Debido a que el equipo autónomo de los submarinistas no permite salir a la superficie desde esas profundidades sin la estricta adhesión al proceso de paradas de descompresión, todos los miembros de la desafortunada expedición fueron atacados por la enfermedad de buzo, o la enfermedad de compuerta flotante. El único tratamiento curativo disponible consistía en una reclusión inmediata en condiciones de descompresión en una cámara de presión. Tenían varias cámaras de presión en la región militar, pero sólo uno estaba en condiciones operativas, la cual podía contener no más de dos personas. Los comandantes locales habían forzado a cuatro submarinistas a entrar en la cámara. Como resultado, tres de ellos (incluyendo el CO del grupo) perecieron, y los demás quedaron inválidos" aseveró. Como consecuencia directa de este incidente, el general V. Demyanko, comandante del Servicio Militar Buso de la URSS, fue trasladado a la base militar de Issik Kul para informar a los funcionarios locales acerca de los peligros de intentar capturar a los humanoides gigantes subacuáticos por lo que decidieron cancelar la operación. Esto sirve como evidencia de que el alto mando soviético era muy consciente de la presencia de tales criaturas, tanto en el lago Baikal como en Issik Kul. ¿Se habría emitido una orden de captura si las criaturas no fueran reales? No paso mucho tiempo luego de ocurrido aquel incidente, que las Fuerzas de Ingeniería del Ministerio de Defensa emitió un boletín dirigido al cuartel general de la región militar de Turkmenistán. El boletín señala muchos otros lagos donde se han reportado avistamientos de humanoides acuáticos similares, junto a discos voladores habituales y esferas que ascienden y se sumergen en las profundidades. Esto nos conduce a creer que los incidentes en los lagos Baikal y Issik Kul no eran acontecimientos singulares, sino más bien expresiones de un fenómeno mucho más amplio. La veracidad de este incidente es apoyado por la admisión del escritor ruso Mikhail Demidenko, el cual, luego de familiarizarse con el relato de Shteynberg en 1992, recordó que paso algún tiempo en el lago Baikal a mediados de la década de 1980, en una misión de la Unión de Escritores de la URSS. Fue allí donde los pescadores Irkutsk le contaron cómo vieron a los buzos siendo expulsados violentamente fuera del agua y continuaron su ascenso a una altura de 9-15 metros por encima de la superficie del agua. Los pescadores no sabían sobre su encuentro con el humanoide bajo el agua y se habían estado preguntando por qué los militares sometían a sus buzos a este tipo de pruebas. Por lo tanto, ¿se trata de una evidencia definitiva de que los lagos rusos son el hogar de una raza de humanoides gigantes acuáticos? No lo suficiente, ya que se necesita una prueba más palpable. Pero la continua existencia de leyendas y confesión de oficiales militares de alto rango retirados, como el coronel Vladimir Azhazha parecen sugerir que hay “algo” desconocido que está al acecho en las profundidades inexploradas de nuestro planeta.
