jueves, 17 de septiembre de 2020
INESPERADO DESCUBRIMIENTO: ¿Existe vida en la atmósfera de Venus?
Hace miles de millones de años, cuando el Sistema Solar era aún muy joven, uno de sus planetas disfrutaba de un clima templado, con cielos azules y grandes cantidades de agua corriendo y formando mares y ríos por toda su superficie. Pero ese mundo privilegiado no era la Tierra, sino Venus. Estudios recientes apuntan que allí la vida habría podido desarrollarse por lo menos durante 3.000 millones de años. Hoy, sin embargo, las cosas son muy diferentes. Es la Tierra la que dispone de agua en abundancia y goza de un rango de temperaturas que hacen posible el florecimiento de la vida, mientras que Venus se ha convertido en un auténtico horno, con temperaturas que alcanzan los 450 grados y una atmósfera venenosa formada principalmente por dióxido de carbono y nitrógeno. Un infierno para la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, algo de ese antiguo esplendor podría haber sobrevivido lejos del suelo, en su atmósfera. De hecho, a una altitud entre los 40 y los 60 km sobre la ardiente superficie, la atmósfera de Venus es la que más se parece a la de la Tierra en todo el Sistema Solar. Allí la presión del aire es muy similar a la terrestre y las temperaturas se mueven en un arco que va desde los cero a los 50 grados centígrados. Algo no apto para humanos, desde luego, pero sí, quizá, para otro tipo de criaturas. Ya en 1967, Carl Sagan especulaba con la posibilidad de que ciertos microbios podrían sobrevivir fácilmente en esa franja atmosférica de Venus. Y un artículo del 2004 proponía que el azufre de la atmósfera podría ser utilizado por esos microbios como un medio para convertir la luz ultravioleta a otras longitudes de onda que permitirían incluso la fotosíntesis. En el 2018, otro estudio llegó a plantear que las manchas oscuras que aparecen en la atmósfera venusina podrían ser algo parecido a las floraciones de algas que ocurren de forma rutinaria en los lagos y océanos de la Tierra. Ahora, un equipo internacional de científicos ha detectado en las nubes de Venus trazas de una molécula poco común, la fosfina, indicativa de la potencial presencia de vida en el planeta. La nueva investigación, publicada este lunes en la revista Nature Astronomy , podría apuntar a tal vida aérea extraterrestre. “Cuando obtuvimos los primeros indicios de fosfina en el espectro de Venus, ¡fue un shock!”, afirma en un comunicado del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés) la responsable del equipo, Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff (Reino Unido). Estas primeras observaciones fueron llevadas a cabo en el año 2017 mediante el Telescopio James Clerk Maxwell, situado en Hawai. El grupo buscó confirmar los datos mediante tecnología complementaria, algo que fue posible en el 2019. El equipo, que incluye a investigadores de Reino Unido, Estados Unidos y Japón, estimó a partir de las marcas obtenidas en los espectros que la fosfina existe en las nubes de Venus en una concentración muy pequeña, sólo una veintena de moléculas por cada mil millones. A partir de aquí, realizaron cálculos para ver si estas cantidades podían provenir de procesos naturales no biológicos en el planeta. Algunas posibles explicaciones para su presencia incluían rayos, volcanes o minúsculos meteoritos, pero ninguna de estas fuentes podría generar la cantidad suficiente. “Si ningún proceso químico conocido puede explicar la fosfina en la atmósfera superior de Venus, entonces debe producirse mediante un proceso que antes no se consideraba plausible para las condiciones de Venus. Esto podría ser fotoquímica o geoquímica desconocidas, o posiblemente vida”, explican los autores en el artículo. Para la producción de este gas, compuesto por tres átomos de hidrógeno y un átomo de fósforo, las bacterias de nuestro planeta toman fosfato de minerales o de material biológico a los que añaden el hidrógeno. Probablemente, cualquier organismo de Venus sería muy diferente a sus primos terrestres, pero también podrían ser la fuente de la fosfina detectada en la atmósfera. El equipo cree que su descubrimiento es significativo porque pueden descartar muchas formas alternativas de producir la molécula recientemente detectada, pero reconocen que confirmar la presencia de vida necesita de mucho más trabajo. Aunque las nubes altas de Venus presentan agradables temperaturas de hasta 30 grados centígrados, son increíblemente ácidas -alrededor del 90% de su composición es ácido sulfúrico-, lo que plantea problemas importantes para cualquier microbio que intente sobrevivir en ese entorno. Un auténtico ecosistema flotante en Venus, ¿es posible? “Este estudio demostraría la existencia de vida en Venus, por lo que es revolucionario”, opino James Garvin, jefe científico del Goddard Space Center de la NASA, quien lleva 40 años investigando Venus. “Esta investigación cambia nuestro punto de vista y nos muestra que la vida puede estar en lugares inesperados”. Como recordareis, el mundo aún estaba sumido en la Guerra Fría cuando en 1985 penetró en Venus la última nave humana que ha visitado este planeta - lanzada por los rusos - que logro posarse en su superficie. De eso hace una generación. Ahora sabemos que Venus tuvo un océano hace millones de años y que la vida pudo surgir allí. A propósito, en enero del 2012 Leonid Ksanfomaliti, un reputado investigador de la Academia de Ciencias de Rusia, protagonizó un insólito episodio cuando anunció haber descubierto signos de vida en Venus en fotografías tomadas por la sonda rusa Venera-13 hace ahora casi cuarenta años. En concreto, llamó la atención sobre unas supuestas criaturas de hasta quince centímetros, entre ellas una especie de “escorpión” que incluso se enterraba en la superficie ardiente del planeta. Al parecer, esos extraordinarios seres venusinos jamás existieron. Probablemente, Ksanfomaliti solo vio unos componentes mecánicos. El misterio sobre lo que se podrian encontrar en Venus ha crecido desde entonces con el paso de los años. Precisamente Garvin lidera una posible misión de la NASA para regresar al planeta y analizar por primera vez la composición detallada de su atmósfera en la próxima década. “No podremos entender qué está pasando allí hasta que no volvamos” puntualizó.