jueves, 12 de noviembre de 2020

MISTERIOS DE LA BIBLIA: El enigmático libro de Enoc

Ante todo, cabe destacar que se trata de un libro intertestamentario, que si bien forma parte del canon de la Biblia de la Iglesia ortodoxa etíope, no es aceptado como canónico por las demás iglesias cristianas a pesar de haber sido encontrado en algunos de los códices de la Septuaginta (Códice Vaticano y Papiros Chester Beatty). De autor desconocido, la tradición atribuía su autoría a Enoc, bisabuelo de Noé y en la actualidad se cree que el texto fue redactado por varios autores judíos entre los siglos III a. C. y I d. C. Se conocen otros tres Libros de Enoc: el Segundo Libro de Enoc (2 Enoc), escrito a finales del siglo I y conservado en eslavo eclesiástico; el más tardío (de composición posterior al siglo V), Tercer Libro de Enoc (3 Enoc), en hebreo; y el Enoc copto (4 Enoc), que data del siglo V y del cual apenas se han encontrado partes. Este artículo solo hace referencia a 1 Enoc. Las únicas versiones íntegras de este libro que se conservan están en ge'ez, lengua litúrgica de la Iglesia etíope, pero son conocidas varias partes en griego, y un fragmento en latín. También ha sido encontrado, en Antínoe, un fragmento en copto (93:3-8) y, además en Qumrán fueron hallados múltiples fragmentos en arameo y uno en hebreo (4Q317). El libro que hoy se conoce fue editado tal vez en el siglo I d. C., y consta de varias partes escritas entre los siglos III a. C. y I d. C. En cuanto a su contenido, en el capítulo 7 (7:3-6) narra la caída de los Vigilantes, que engendraron con mujeres humanas a los nephilim o ‘gigantes’ a quienes se refiere el pasaje de Génesis 6:1-7: “Ellos devoraron todo el trabajo de los hombres hasta que estos ya no alcanzaron alimentarlos más. Entonces los gigantes se volvieron contra los hombres y empezaron a devorarlos y empezaron a pecar contra los pájaros, y contra las bestias y los peces y a devorar unos la carne de los otros y se bebieron la sangre. Entonces la tierra acusó a los violentos por todo lo que se había hecho en ella”. Se acusa a los ángeles guardianes por haber desviado su misión y encarnado la explotación, la opresión, la destrucción de los ecosistemas, la guerra, el oro, la vanidad, la brujería, la fornicación y el engaño (8:1-3). “Y como parte de la humanidad era aniquilada, su clamor subió al cielo” (8:4). Los arcángeles Miguel, Sariel (Uriel), Rafael y Gabriel, al ver la sangre derramada y la injusticia se dijeron que “la tierra desolada grita hasta las puertas del cielo por la destrucción de sus hijos”. Dios los envía entonces a encadenar a los Vigilantes y a destruir a los gigantes ya que han oprimido a los humanos. Los ángeles caídos rogaron a Enoc que intercediese por ellos y los gigantes ante Dios. Luego el libro describe la visita de Enoc al cielo, y sus revelaciones. Una parte significativa del texto se dedica a describir los movimientos de los cuerpos celestes, en relación con el viaje de Enoc al cielo, con el objetivo de detallar el calendario base de las fiestas de la Ley. Este libro se cree que fue muy apreciado por parte de los primeros cristianos, a partir la referencia de la epístola de Judas 1:14-16, que cita un pasaje del Libro de Enoc (1 Enoc 1:9); la referencia en 2 Pedro 2:4 y la Epístola de Bernabé (16:4), que cita como Escritura un versículo (1 Enoc 89:56) y en 4:3 se refiere a 1 Enoc 80:2. Si bien muchos Padres de la Iglesia y cristianos destacados se refieren al libro, y lo citan en sus obras y lo consideraron como un libro de inspiración divina, 1 Enoc fue definitivamente apartado del canon tras el Concilio de Laodicea, en 364, debido a la contradicción de fechas y no contar con la antigüedad debida. Lo que llama la atención de este libro - que más bien parece relatar los encuentros de Enoc con extraños y poderosos seres extraterrestres, que lo hubiesen abducido, y sus gigantescas naves espaciales, con varios niveles - es el destino del propio Enoc, quien no muere, sino “que es llevado al cielo por Dios, quien lo transformó en el ángel Metatrón”. Para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (conocidos como “mormones“), Enoc fundó la ciudad justa de Sion en un mundo pecaminoso. Él y los habitantes de toda la ciudad fueron “trasladados” por Jehová y se esfumaron de la superficie de la Tierra antes del Gran Diluvio “dejando a Matusalén y su familia (incluido Noé) para que gente justa siguiera poblando la Tierra”. No cabe duda que la controversia en cuanto a este libro continuara por los siglos de los siglos.