jueves, 9 de junio de 2022

THE BEACON IN THE GALAXY: Un controversial proyecto con el cual pretenden encontrar vida alienígena exponiendo a la Tierra

"Si una persona se pierde en una zona remota, tiene dos opciones. Puede ponerse a buscar la civilización, o puede hacer que la vean fácilmente encendiendo una hoguera o escribiendo AYUDA en letras grandes"; así comienza Chris Impey su artículo en Space. Impey, quien se desempeña como profesor distinguido de Astronomía en la Universidad de Arizona, cree que este mismo plan podría funcionar para encontrar vida extraterrestre de tipo inteligente. Hasta ahora, los humanos hemos calculado un aproximado a 300 millones de mundos posiblemente habitables solo en la Vía Láctea, nuestra propia galaxia. Por eso, muchos científicos se encuentran bastante confiados en que existe vida más allá de la Tierra, en algún rincón del universo. Eso es lo que ha estado haciendo el instituto SETI por más de 70 años; intentar buscar señales de existencia en otro planeta. Hasta ahora, sin embargo, los científicos solo han encontrado el misterio llamado "El Gran Silencio", en su búsqueda por una civilización desarrollada. ¿Dónde están? El físico italiano Enrico Fermi planteó esta pregunta en 1950, y ahora se conoce como la Paradoja de Fermi o El Gran Silencio. Fermi se preguntaba: si existen otras civilizaciones en otros planetas de nuestra Vía Láctea; y si algunas se han extendido por la galaxia como han conjeturado tanto la ciencia ficción como los científicos, ¿por qué no hemos tenido noticias de ellas? ¿O nos ven demasiado primitivos para interesarse por nosotros? Mientras que el SETI se dedica a buscar señales en el espacio exterior, el METI - conocido también como SETI activo- es un intento de los científicos por dar a conocer la posición de la Tierra a todos los posibles habitantes de nuestra galaxia. Según comenta Chris Impey para Space en los próximos meses un grupo de astrónomos enviará mensajes al espacio. ¿El motivo? Esperan conectar con extraterrestres que estén dispuestos a escuchar. Impey describe estas intenciones como "construir una fogata en el bosque esperando a que alguien te encuentre"; y entra al debate sobre si este es un movimiento es riesgoso o no. Corría el año 1972 cuando el mundo vio el lanzamiento de las sondas espaciales gemelas, Pioneer 10 y Pioneer 11. En ambas naves, iba adjuntada la conocida Placa de la Pioneer, diseñadas por el astrónomo Carl Sagan y Frank Drake. En estas placas se aprecian dos figuras humanas, una femenina y otra masculina; y están basadas en las esculturas griegas y los dibujos de Leonardo Da Vinci. Asimismo, a la izquierda se encuentra un haz de líneas que parten de un mismo punto. Este centro hace referencia al Sol, mientras que las líneas serían los púlsares más significativos que se encuentran en nuestro sistema solar. Además, tenemos en números binarios su secuencia de pulsos. De esta forma, se intentó representar nuestra ubicación en el espacio, algo que podría ser interpretado por otra civilización tecnológicamente avanzada. Mas adelante, en 1977, las naves Voyager 1 y Voyager 2 partieron de la Tierra. En su interior contenían una especie de 'cápsula del tiempo', otro intento de comunicarnos con otras especies vivientes más allá de nuestra atmósfera. Ambas naves contenían una grabación fonográfica en forma de disco de 12 pulgadas fabricado en cobre, y cubierto de oro. Los discos contenían imágenes y sonidos de la diversidad terrestre, así como también de la cultura humana. Al igual que las placas de las Pioneer, los discos de las Voyager incluyen detalles que señalizaban nuestra ubicación en el espacio. Aunque ambos intentos ya dejaron el sistema solar, el espacio es increíblemente enorme. Por esto, las posibilidades de que una civilización avanzada encuentre un objeto flotando en la mitad de la nada "son fantásticamente minúsculas, a menos que las encuentren en su camino", describe Chris Impey en su artículo. Sin embargo, la radiación electromagnética es un método mucho mejor. Por ello, en el año 1974, desde el Observatorio de Arecibo en Puerto Rico se emitió el primer mensaje diseñado exclusivamente para oídos extraterrestres. Conformados por números binarios, contenían información básica sobre la humanidad y la biología, y fue enviado en dirección al clúster M13. Pero hay un problema, M13 está a 25.000 años luz de distancia, por lo que en caso de obtener una respuesta, tendremos que esperar muchísimo tiempo para escucharla. Además de estos intentos deliberados de enviar un mensaje a los extraterrestres, desde hace casi un siglo se filtran al espacio las señales de las emisiones de televisión y radio. Esta burbuja de parloteo terrestre, en constante expansión, ya ha llegado a millones de estrellas. Pero hay una gran diferencia entre una ráfaga concentrada de ondas de radio procedente de un telescopio gigante y una fuga difusa: la débil señal de un programa televisivo se desvanece por debajo del zumbido de la radiación sobrante del Big Bang al poco tiempo de abandonar el sistema solar. Ahora, a casi 50 años del mensaje lanzado en el Observatorio de Arecibo, dos nuevos grupos de astrónomos se han puesto manos a la obra nuevamente. En sus intentos de comunicación extraterrestre, el primer grupo usará un telescopio de radio gigante; sin embargo, el otro tendrá un acercamiento ligeramente distinto. Este primer grupo usará el telescopio de radio más grande del mundo, ubicado en China. El mensaje tiene planeado enviarse en algún punto del 2023, y este inmenso aparato tecnológico de 500 metros de diámetro será su origen. De esta forma, los científicos enviarán mensajes cifrados en código binario de 1 y 0, conteniendo información en formato digital. " The Beacon in the Galaxy ", es el nombre que recibe este mensaje. Incluye números primos y operaciones matemáticas, la bioquímica de la vida, formas humanas, la ubicación de la tierra y una marca de tiempo. En esta ocasión, el destinatario serán millones de estrellas cercanas al centro de la Vía Láctea, ubicadas a una distancia aproximada a los 10.000 y los 20.000 años luz. Obviamente, el objetivo es mucho mayor al del intento del Arecibo, pero nos tomará mucho tiempo escuchar una respuesta. El segundo grupo, por su parte, planea enviar su mensaje a una única estrella. Eso sí, con una posibilidad de respuesta mucho más rápida. Se espera que este próximo 4 de octubre, un grupo de la Goonhilly Satellite Earth Station, ubicado en Inglaterra, emita su mensaje a la estrella TRAPPIST-1. Orbitándola, encontramos 7 planetas, de los cuales tres se encuentran en la denominada "Zona Goldilocks". Esto significa que están posicionados en la ubicación necesaria para, posiblemente, contener líquidos y una vida extraterrestre potencial. Además, TRAPPIST-1 se encuentra a solo 39 años luz de distancia, por lo que al equipo le tomaría unos 78 años enviar el mensaje y recibir uno de regreso a la Tierra. A raíz de estos movimientos, han surgido algunas inevitables preguntas éticas. Por ejemplo, está la denominada "¿Quién habla por la Tierra?", y es que actualmente no existe ningún tipo de consulta a nivel internacional sobre los mensajes que deberían ser incluidos dentro de estos intentos. De hecho, la mayoría de las decisiones las toma un puñado de científicos y grupos interesados en el tema. Pero hay otras más serias. Aunque es la idea de incendiar un bosque para atraer la atención de posibles rescatistas, también podría correr el peligro de atraer otro tipo de amenazas. Stephen Hawking advirtió, en su momento, sobre los riesgos de contactar a alienígenas con una tecnología superior. Según comentaba el físico, estos seres podrían ser de temperamento hostil, y querer destruir a la humanidad. Sin embargo, otros científicos creen que no existe un riesgo serio, dado que en caso de que los extraterrestres posean una tecnología superior a la nuestra, es probable que ya sepan de nuestra existencia en primer lugar. No obstante, parece que tendremos que esperar bastante más para ver las respuestas a todas estas preguntas. “Al fin y al cabo, de momento no hemos podido contactar oficialmente con los alienígenas, la posibilidad de que ellos venga en nuestra busca está cada vez más lejana” estiman los científicos. Pero quién sabe, tal vez antes de lo que nos imaginemos podamos sorprendernos de lo que aparezca en el cielo… y precisamente, no con buenas intenciones.