jueves, 26 de enero de 2023

EL ÁRBOL CARNÍVORO DE MADAGASCAR: Insaciable devorador de humanos

Que una planta tenga predilección por la carne ya resulta extraño, pero más inquietantes son los rumores del árbol devorador de hombres de Madagascar. Una supuesta especie vegetal con sed de sangre humana. Aunque las plantas carnívoras son bien conocidas, estas se alimentan de pequeños insectos y arañas. Pero en la historia de la fitología no existe una sola especie capaz de digerir a un animal de gran porte. Quizá por eso resultan tan fantasiosos los múltiples relatos sobre árboles devoradores de hombres. Y entre todos esos reportes ninguno es más interesante que un monstruoso árbol que al parecer existe en Madagascar. La extraña leyenda botánica empezó el 28 de abril de 1874. En efecto, en una publicación de The World, un extinto periódico con sede en Nueva York, detallaron un extraño hallazgo. La fuente era el científico alemán Karl Liche, y un compañero identificado como Hendrick, que exploraba la isla de Madagascar. El artículo presentó como evidencia una carta escrita por Leche durante su estancia en Zanzíbar, que al parecer envió a un colega. En la correspondencia, el botánico alemán ofrece una detallada descripción de un ritual sagrado de la tribu Mkodo. Los propios miembros de la tribu habrían invitado a Liche y Hendrick para presenciar la ceremonia sagrada con un árbol. El investigador describió a la planta como “el más singular de los árboles”. Especificó que tenía el formato de una piña, una altura que superaba los 2 metros, base ancha y ocho hojas enormes. Cada una de estas hojas estaba poblada de espinas en forma de garra, mismas que parecían proteger unos charcos de líquido espeso con olor dulce. De la copa de este grotesco árbol emanaban largos zarcillos retorcidos que, según la descripción de Karl Liche, estaban “en constante y vigoroso movimiento, con […] una pulsación sinuosa y sutil en el aire”. En el escrito señalan que, al llegar al árbol, los Mkodo eligieron a una mujer entre la multitud. Y, a punta de lanza, la obligaron a trepar por el tronco de este extraño árbol hasta una de las hojas. Luego, desde el suelo ordenaron a la aterrada mujer beber de uno de los charcos. Entretanto, los extranjeros observaron horrorizados la forma en que los miembros de la tribu cantaban y vitoreaban alrededor del extraño árbol. Según Liche, cuando la mujer ingirió el líquido viscoso, el aterrador árbol caníbal, que todo el tiempo estuvo inerte, repentinamente cobró vida. Los esbeltos y delicados zarcillos se estremecieron en la copa con la furia de unas serpientes hambrientas. Entonces, como impulsados por un instinto demoniaco se aferraron a la mujer por el cuello y los brazos. Mientras tanto, los gritos de la víctima se mezclaban con las espantosas risas de los miembros de la tribu. Los gritos de terror de la mujer se convirtieron en un gemido gorgoteante mientras los zarcillos la estrangulaban. Uno tras otro se levantaba, replegaban y la envolvían con una rapidez brutal y energía infernal. Pliegue tras pliegue, apretaban con tenacidad salvaje cual anacondas aferradas a su presa. En la base del árbol, el ambiente era de fiesta mientras los Mkodo consumían un líquido viscoso mezclado con sangre que supuraba del tronco y las hojas. El botánico relata que los presentes entraron en un trance delirante lleno de locura. Un horrorizado Hendrick tomó por el brazo a Liche y ambos emprendieron la huida. Al cabo de unas semanas, Karl Liche regresó al sitio donde se encontraba el monstruoso árbol. Allí encontró a la planta con las hojas abiertas y un macabro cráneo completamente blanco. En el sitio no había ningún otro rastro de la víctima. El artículo generó un revuelo mayúsculo en los lectores. En cuestión de meses la noticia hacía eco en otras publicaciones alrededor del mundo, y el temible árbol devorador de hombres de Madagascar se volvió famoso. Un buen número de expertos en plantas deseaba refutar la existencia de una planta con estas características. Sin embargo, nadie logró corroborar la historia que divulgó Liche. En 1955, un científico afirmó que se trataba de “una historia inventada”, lo que aparentemente desanimó a quienes buscaban una explicación lógica. Aunque probablemente jamás conozcamos la verdad tras este aterrador relato, nadie puede negar que las plantas carnívoras son reales. ¿Pero, qué tan absurdo es para la naturaleza la existencia una planta devoradora de hombres? La más famosa de todas las plantas carnívoras, la Dionea atrapamoscas, se alimenta principalmente de insectos. Sin embargo, las del género Nepenthes (conocidas como plantas jarro) son capaces de atrapar pájaros y roedores. Tal vez, hace miles de años atrás, plantas similares de mayor envergadura eran capaces de albergar en su “jarro” a un animal del tamaño de un ser humano. Se sabe que en tiempos prehistóricos existían animales de gran tamaño como los dinosaurios, y plantas gigantescas de toda especie, por lo que bien pudieron desarrollarse arboles devoradores de semejantes dimensiones. Pero ¿es posible que aun exista en Madagascar un monstruoso árbol carnívoro como el descrito por Carl Liche? Si bien es algo que hoy nos pueda parecer como perteneciente al mundo de la fantasía, es necesario tomar en cuenta que esa gran isla de características primitivas tanto en su flora y su fauna tras separarse del continente africano al comienzo de la era mesozoica, conservo casi intactas sus características originales, por lo que pudo haber albergado alguna vez a semejante monstruo. La verdad, nunca lo sabremos.

jueves, 19 de enero de 2023

¿TODOS SOMOS ALIENÍGENAS?: Existe la posibilidad de que una civilización trajera la vida a la Tierra hace 2500 millones de años

En esta oportunidad, Avi Loeb - Jefe del Proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto para la Teoría y la Computación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian y autor del bestseller “Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth” - nos cuenta los procesos por los que Marte podría haber terraformado la Tierra hace millones de años: “Hace unos 2.000-2.500 millones de años, la vida en el Sistema Solar fue testigo casi simultáneo de buenas y malas noticias. Por un lado, Marte perdió su atmósfera y sus reservas de agua líquida en su superficie, convirtiéndose en el desierto helado que conocemos hoy. Pero, justo al mismo tiempo, las cianobacterias elevaron bruscamente el nivel de oxígeno en la atmósfera de la Tierra. Este Gran Evento de Oxidación hizo posible el metabolismo aeróbico y las complejas formas de vida que finalmente condujeron a nuestra existencia. ¿Fue esta coincidencia en el tiempo entre los dos acontecimientos producto de la casualidad o fue el efecto de una causa? Por ejemplo, si Marte perdió su atmósfera como consecuencia del impacto de un asteroide gigante, la misma colisión podría haber transferido a la Tierra numerosas rocas marcianas con organismos biológicos o sustancias químicas únicas, inclinando la balanza a favor de las cianobacterias y desencadenando la transformación de la vida terrestre. La posibilidad de que Marte y la Tierra compartan la misma ascendencia biológica podrá comprobarse en cuanto identifiquemos rastros de vida procedentes del Marte primitivo. Pero la ascendencia podría ser aún más profunda y tener que ver con otra inteligencia. En un ensayo anterior, calculé que si una civilización tecnológica avanzada se originó en Marte el doble de rápido que en la Tierra para desaparecer cuando Marte perdió su habitabilidad, toda la infraestructura tecnológica de Marte se habría erosionado hasta convertirse en polvo como resultado del impacto de asteroides durante millones de años. Esta devastación natural es el equivalente a lanzar varias decenas de bombas atómicas de Hiroshima por kilómetro cuadrado sobre la superficie marciana. Pero llevemos esta posibilidad lógica un poco más allá. Si existió una civilización tecnológica avanzada en el Marte primitivo, seguramente habría existido una versión marciana de Elon Musk que habría fundado una empresa marciana, llamémosla SpaceY, con el objetivo de traer marcianos a la Tierra tras expresar su deseo de morir en la Tierra. E imaginemos que este deseo se cumplió hace 2.500 millones de años, a diferencia del deseo actual de Musk de morir en Marte, que aún no se ha cumplido. En tal caso, los ingresos y el valor de las acciones de SpaceY debieron dispararse hace 2.500 millones de años, cuando los marcianos vieron claro que su planeta estaba a punto de perder su atmósfera y su capacidad de albergar agua líquida. Habitar la Tierra se convirtió en su camino obvio hacia la salvación, y la ‘terraformación de la Tierra’ se convirtió en una de las principales prioridades de la política marciana. ¿Fue el Gran Evento de Oxidación el resultado de un proyecto marciano para terraformar la Tierra? El aumento de la actividad de las cianobacterias podría haberse cultivado artificialmente mediante la supresión de especies competidoras, la siembra o el aumento de los nutrientes que permitieron que las cianobacterias prosperasen. En tal caso, ¿fue el Gran Evento de Oxidación en la Tierra seguido de un Gran Éxodo marciano? Francamente, no me gusta la ciencia ficción cuando los argumentos violan las leyes de la física. Pero sí me gusta la ciencia y esta hipótesis de la "Tierra terraformada" se puede probar según el método científico. Se podría descartar fácilmente estudiando la vida primitiva en la Tierra o en Marte, descubriendo que el código genético de los organismos vivos de ambos planetas es diferente. Pero también se podrían buscar pruebas arqueológicas en la Tierra, Marte o incluso la Luna si una civilización anterior aterrizó allí. La datación de cráteres salinos con datos de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter indica que Marte tuvo agua líquida hace 2.000-2.500 millones de años. El satélite MAVEN de la NASA ha encontrado pruebas de que Marte perdió su atmósfera alrededor de esa época. Hasta ahora, el rover Perseverance no ha observado ningún vestigio de tecnología marciana. Pero también es posible seguir esta búsqueda en la Tierra. ¿Qué aspecto tendrían las huellas arqueológicas de una civilización marciana en la Tierra? Como calculé en mi ensayo anterior, cualquier infraestructura tecnológica de una civilización anterior a la humanidad, desaparecida hace ya miles de millones de años, habría sido eliminada por los impactos de meteoritos y la actividad geológica de volcanes y movimientos de placas tectónicas. Pero, en lugares donde la devastación hubiera sido incompleta, podríamos encontrar reliquias insólitas. Cualquier búsqueda de este tipo constituye una operación de alto riesgo y alta recompensa. Pero el nivel de riesgo o recompensa asociado a la búsqueda es mucho menor que el que implica un éxodo real de una civilización tecnológica de un planeta rocoso a su vecino más cercano. En caso de que los marcianos llegaran aquí primero, la ambición actual de Musk de llevar humanos a Marte se parece más a un viaje a la casa de nuestra infancia a los pocos años de que nuestros padres fallecieran. Por cierto, esto es exactamente lo que he hecho estos últimos días mientras conducía cerca de la granja donde nací, situada en las proximidades del Instituto Weizmann, donde tengo previsto dar una conferencia pública sobre el Proyecto Galileo, en busca de reliquias tecnológicas extraterrestres cerca de la Tierra. Se me ocurrió que, en caso de encontrar algo, la respuesta a la paradoja de Enrico Fermi de ‘¿dónde está todo el mundo?’ sería ‘aquí mismo, delante de nosotros’” puntualizó Loeb . No cabe duda que aun existen muchas preguntas acerca de nuestros orígenes y de dónde venimos. Y lo más seguro que están tardaran mucho tiempo en ser contestadas. Quizá nunca lo sepamos.

jueves, 12 de enero de 2023

LOS ANUNNAKI: ¿Quiénes fueron estos seres de la mitología Sumeria?

La era moderna ha sido testigo de un increíble aumento en la popularidad de todo tipo de publicaciones en los medios de comunicación sobre la mitología de la antigua Mesopotamia. Impulsando esta creciente tendencia están los escritos de varios investigadores que proponen conexiones entre los diversos ciclos de los mitos sumerios y la teoría de que la raza humana fue diseñada o creada por un grupo de seres extraterrestres. Conocida como Teoría de los antiguos astronautas, esta hipótesis está basada en gran medida en las traducciones de tablillas cuneiformes realizadas por Zecharia Sitchin, cuya serie de libros The Earth Chronicles (Crónicas de la Tierra) constituye la base sobre la cual se ha construido la “iglesia” moderna de los dioses alienígenas. En la narrativa de Sitchin es esencial un grupo de seres míticos conocido como los Anunnaki -provenientes del planeta Nibiru - quienes cruzaron su propio ADN con el del Homo erectus para crear la humanidad, con la intención de utilizar a los seres humanos como esclavos para extraer oro y otros minerales de las minas. Hoy en día, estos Anunnaki son considerados a menudo el equivalente del Dios creador del Antiguo Testamento. Pero, ¿qué dicen realmente los textos cuneiformes sobre los Anunnaki y otros seres míticos? ¿Cómo encaja la versión de estos seres y sus actividades presentada en los medios partidarios de la ‘Teoría de los antiguos astronautas’ con su representación real en el mundo antiguo? Para empezar, Anunnaki se traduce como “sangre real” o “semilla de Anu”, no como “los que descendieron” ni de “aquellos que llegaron del cielo a la tierra”, como muchas fuentes modernas afirman. Los Anunnaki son “las deidades sumerias del antiguo tiempo primordial;” un panteón de dioses hijos del dios del cielo Anu y su hermana, Ki. Significativamente, algunos estudiosos han llegado a darse cuenta de que los Anunnaki deberían ser considerados más apropiadamente semidioses o seres semi-divinos. Al parecer, la hermana de Anu, Ki, no era considerada originalmente una deidad, y solamente alcanzó el estatus de diosa mucho más tarde en la historia del ciclo mitológico. “Algunas autoridades se preguntan si Ki era considerada una deidad, ya que no existe evidencia de un culto y el nombre aparece sólo en un número limitado de textos sumerios sobre la creación. Samuel Noah Kramer identifica a Ki con la diosa madre sumeria Ninhursag, y afirma que eran originalmente la misma figura. Ella se convirtió más tarde en la diosa babilonia y acadia Antu, consorte del dios Anu (del sumerio An).” Esencialmente, esto significaría que los Anunnaki nacieron de la unión entre un dios del cielo y una mujer mortal, que más tarde sería deificada en la tradición mitológica. Además, “Ki” es el símbolo sumerio para “tierra”, y la consorte de Anu es considerada en ocasiones la personificación de la propia Tierra. Este hecho es similar a la tradición bíblica, donde los mortales fueron creados a partir del polvo de la tierra (Génesis 2,7). El concepto de un grupo de seres semi-divinos nacidos de mujeres mortales es muy similar a las tradiciones bíblica y extra-bíblica de los Nefilim. Precisamente, uno de los textos antiguos más profusamente referenciados que describe a los Nefilim es el extra-bíblico Libro de Enoc - atribuido al patriarca Enoc, hijo de Jared y padre de Matusalén - que es considerado un texto apócrifo en nuestros días, y es rechazado por la mayoría de los sistemas teológicos dominantes, aunque no siempre ha sido así. Muchos de los primeros Padres de la iglesia, como Atenágoras, Clemente de Alejandría, Ireneo y Tertuliano aceptaban este libro como escritura sagrada, y se han encontrado fragmentos de 10 copias en arameo del Libro de Enoc entre los rollos del Mar Muerto. Enoc también es citado en la bíblica Epístola de Judas, y se ha estimado que hay varios cientos de referencias más en todo el Nuevo Testamento. Los pasajes más famosos del Libro de Enoc incluyen una descripción detallada de ciertos acontecimientos anteriores al Diluvio registrado en la Biblia (especialmente el capítulo 6 del Génesis, versículos 1-4). Según el Libro de Enoc, un grupo de 200 ángeles caídos conocidos como Los Vigilantes, encabezados por un individuo llamado Semyaza (o Semjaza) descendieron sobre el monte Hermón, donde formularon el juramento de engendrar linajes con las mujeres humanas. Todos ellos “tomaron para sí esposas, y cada cual eligió una para sí, empezaron a llegarse a ellas y a corromperse con ellas”, una unión que dio como resultado el nacimiento de “grandes gigantes”. Estos gigantes finalmente “consumieron todos los bienes de los hombres”, y “cuando los hombres ya no pudieron mantenerles, los gigantes se volvieron contra ellos y devoraron a la humanidad.” (Libro de Enoc, Cap. 6-7). Estas actividades provocan la intervención de Dios, quien maldice a los gigantes para que se hagan la guerra los unos a los otros “para que pudieran destruirse unos a otros en batalla” y envía a los arcángeles a encadenar a sus líderes Vigilantes “en los valles de la Tierra". (Libro de Enoc, 10). Como es bien sabido hoy en día, los textos hebreos se refieren a estos poderosos Vigilantes como los Nefilim. Los investigadores han hallado profundas similitudes entre las mitologías de los Anunnaki y los Nefilim. En 1971, Edward Pipinski publicó un análisis académico de varios textos antiguos, entre ellos la versión en antiguo babilonio de la Epopeya de Gilgamesh, todos los cuales incluyen importante información que revela la verdadera ubicación del santuario de los Anunnaki en la cosmología y el pensamiento del antiguo Oriente. Pipinski descubrió que: “De hecho, la versión en antiguo babilonio de la Epopeya de Gilgamesh identifica al monte Hermón y el Líbano con la morada de los Anunnaki”. El investigador hace hincapié en las líneas 12-21 del Gilgamesh en antiguo babilonio, unas líneas que hablan de la destrucción de Humbaba, guardián de la morada de los dioses, a manos del compañero de Gilgamesh, Enkidu, luego de lo cual ambos “penetraron en el bosque, abriendo la secreta morada de los Anunnaki.” Mientras que las mitologías posteriores sugieren lugares alternativos para el hogar de los Anunnaki, Pipinski explica que los más antiguos textos mesopotámicos y cananeos del Próximo Oriente apuntan al bosque de cedros del monte Hermón: “…encontramos rastros de la tradición más antigua en la mención de la montaña que era morada de los dioses, y cuyos accesos estaban ocultos por el Bosque de Cedros cuyo guardián era Humbaba. Esta montaña era, creemos, el Hermón del Antilíbano... La cordillera sur del Antilíbano sería por lo tanto probablemente la montaña en cuyas profundidades vivían los Anunnaki, según la versión en antiguo babilonio de la Epopeya de Gilgamesh. En el período babilónico antiguo los Anunnaki eran aún considerados los dioses en general... El monte Hermón debería por tanto ser identificado con la morada de los dioses.”Pipinski también señala el hecho de que el monte Hermón era considerado al guardián de los tratados internacionales en el mundo antiguo, y conecta esta tradición con el juramento realizado por los Vigilantes en el Libro de Enoc. Al incorporar textos apócrifos como el Testamento de los Doce Patriarcas y el Libro de Enoc a su estudio, Pipinski concluye: “El monte Hermón es la montaña cósmica que une la tierra con el cielo más bajo. Encontramos la misma idea en el episodio de los hijos de Dios del Libro de Enoc. Los seres celestiales se reúnen en la cima del monte Hermón porque ésta es la montaña de los dioses, el Olimpo cananeo.” Cabe precisar que el monte Hermón se encuentra en el extremo sur de la cordillera montañosa del AntiLíbano, a caballo sobre la frontera entre Siria y el Líbano. El pico más alto del Hermón alcanza los 9.232 pies (2.814 metros). La zona abunda en antiguos altares que se remontan a miles de años atrás, y siguió albergando santuarios y rituales hasta épocas tan recientes como la de Constantino el Grande. De mayor importancia es el hecho de que Gilgamesh fuera famoso en el mundo antiguo por haber obtenido su conocimiento del mundo antediluviano, según la Epopeya de Gilgamesh de Ugarit (líneas 5-9): En todas partes exploró los centros del poder, conocía la totalidad de la sabiduría sobre todas las cosas. Él, que recorrió el camino distante hasta Utter-napisti, que cruzó el océano, el ancho mar, hasta alcanzar el amanecer: recuperó el conocimiento de la era antediluviana.” Estos pasajes cierran el círculo con la interpretación de Pipinski de la versión en antiguo babilonio de la Epopeya de Gilgamesh, donde el antiguo rey viajó al monte Hermón — morada de los Anunnaki. El concepto del antiguo conocimiento del mundo antediluviano es de hecho inherente a muchas tradiciones orientales. Curiosamente, hay varias fuentes antiguas que sugieren que el propio Gilgamesh era un semidiós, un ser semi-divino de estatura gigantesca. Según la Lista de los reyes sumerios, Gilgamesh fue el 5 º rey de Uruk, reinando en algún período comprendido entre los años 2800 a. C. y 2600 a. C. Si bien hay tradiciones que consideran que el padre de Gilgamesh era el rey Lugalbanda, la Lista de los reyes sumerios afirma que su verdadero padre fue un “espíritu-lillu, un sumo sacerdote de Kulaba”, y el héroe es descrito en la saga como “dos tercios divino”. Se cree que Gilgamesh habría alcanzado la victoria sobre los reyes de Kish, centralizando el poder de Uruk, y cuenta la tradición que expandió la ciudad de Uruk, incluidos el recinto y los muros de su templo. En varios fragmentos de una copia del siglo XX a. C. de la Epopeya de Gilgamesh descubierta en la antigua Ugarit, Gilgamesh es descrito como sigue: “Superior a todos los (demás) reyes (!), famoso por su estatura corporal” (línea 16) y también como “Gilgamesh, famoso por su estatura corporal, héroe nacido en Uruk, toro salvaje que arrasa” (líneas 18-19). Las líneas 34-36 del Gilgamesh de Ugarit ofrecen detalles específicos sobre la talla de Gilgamesh: “once codos era su altura, cuatro codos la anchura de su pecho. Un triple codo eran sus pies, y sus piernas de la longitud de una vara”. Según estas medidas, Gilgamesh habría alcanzado entre 16 y 18 pies (4,8 a 5,4 metros) de altura. En cuanto al hecho de que Gilgamesh fuese un gigante, el fragmentario Libro de los Gigantes de los manuscritos del Mar Muerto menciona los nombres de varios gigantes Nephilim, entre ellos Ohya, Mahway, Hahya, y Gilgamesh. Volviendo al tema del monte Hermón, Gilgamesh no es el único antiguo gigante directamente asociado con este lugar sagrado. Varios libros del Antiguo Testamento (Números, Deuteronomio y Libro de Josué) dan testimonio de la batalla de Moisés y los israelitas contra Og, rey amorreo de Basán. En Deuteronomio 3,11, Og es descrito como “último superviviente de los refaítas (gigantes)”, y su cama (o sarcófago) habría medido unos nueve codos de largo por cuatro de ancho, lo que significa que Og alcanzaría los 12 ó 13 pies (aproximadamente cuatro metros) de altura. En Josué 12,5 se revela que Og “dominaba en la montaña de Hermón y Salká, y todo el Basán […]”, una región que incluye las laderas del monte Hermón y los altos del Golán. Otro factor que conecta a los Anunnaki con la historia de los Vigilantes y su descendencia es su condición de seres del inframundo. En los ciclos mesopotámicos, los Anunnaki son descritos con frecuencia como “hados” o jueces de los muertos, habitando el reino subterráneo y desempeñando su función como “espíritus de la tierra”. En tablillas descubiertas en Nippur datadas en torno al 2000 a. C., los Anunnaki son “los siete jueces”, entidades del inframundo que acompañan a Ereshkigal, diosa del reino subterráneo. Cuando Ishtar desciende y es presentada ante la asamblea, ellos fijan sus “ojos de muerte” sobre ella, haciendo que perezca. Al respecto, la morada de la montaña del dios cananeo El también es con frecuencia asociada con manantiales naturales y ríos subterráneos secretos u ocultos. Pipinski asocia estas connotaciones con las fuentes del río Jordán, una de las cuales es el manantial de Banias, que nace a los pies del monte Hermón. Explica además que se creía antiguamente que la montaña cubría “uno de los canales de las profundidades o del océano desde los cuales llegaron las aguas del Diluvio... una erupción del océano subterráneo sobre el que se creía que descansaba la tierra.” En el Libro de Enoc, Dios ordena al arcángel Miguel: “ve y anuncia a Shemihaza y a todos sus cómplices que se unieron con mujeres y se contaminaron con ellas en su impureza, […] Encadénalos durante setenta generaciones en los valles de la tierra […]” (Libro de Enoc, 10,11-12), mientras que a Rafael le manda: “Encadena a 'Asa'el de pies y manos, arrójalo en las tinieblas, abre el desierto que está en Dudael y arrójalo en él.” (Libro de Enoc 10,4) Hay también referencias al destino de los Vigilantes en los libros del Nuevo Testamento, entre ellos la Segunda epístola de Pedro, en la que podemos leer: “[…] Dios no perdonó a los Ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó para ser custodiados hasta el Juicio;” (II Pedro, 2,4). La palabra de origen griego Tártaro, que aparece en este versículo, hace referencia al infierno más profundo de la mitología griega (la prisión de los Titanes). No sólo eran gigantes, sino que además, al igual que los Anunnaki, eran la descendencia de una diosa de la Tierra (Gaia) y una deidad del cielo (Urano). Algunos estudiosos consideran probable que el mito griego estuviera basado ampliamente en las antiguas mitologías orientales. El mismo concepto se repite de nuevo en la Epístola de Judas, versículo 6, que menciona: “[…] los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas […]." Es sobradamente conocido que los ciclos mitológicos arquetípicos de las tradiciones mesopotámica y del Próximo Oriente tienen un origen común, y que los temas de estos ciclos también aparecen en textos bíblicos, extra-bíblicos e incluso coránicos. El propósito de este artículo es identificar el concepto mítico específico presente en los Anunnaki en el mundo antiguo. Contrariamente a lo que se dice en gran parte de la literatura popular y otros medios de comunicación de hoy en día, la evidencia hallada por la investigación académica de expertos y un estudio comparativo de la escritura cuneiforme real y otros antiguos textos indica que la verdadera identidad de los Anunnaki se encuentra en la tradición oriental de un grupo de semi-dioses, nacido de la unión entre seres divinos y mujeres mortales que se produjo en el monte Hermón. Estos seres se asocian a menudo con el conocimiento del mundo anterior a un gran diluvio, y más tarde se les atribuyen funciones diversas en el inframundo. Este hecho sugiere que, en lugar de hacer de los Anunnaki el equivalente de los “Elohim” que crean al hombre en el libro del Génesis, bien podrían ser comparados con los Nefilim y los ángeles caídos descritos en el capítulo 6 del Génesis, el Libro de Enoc y otros textos extra-bíblicos, aunque muchos están convencidos de su origen extraterrestre. La duda persiste.

jueves, 5 de enero de 2023

MISTERIOS DE LA BIBLIA: El Arca de la Alianza

Según las creencias cristianas y el folklore judío, se trata de un cofre que contiene las tablas grabadas con los Diez Mandamientos y que fue construida por orden divina, la cual estaba hecha de madera de acacia, revestida por dentro y por fuera con el oro más puro y tenía a su alrededor una moldura o reborde de oro. Para transportarla tenía en las cuatro esquinas, probablemente en el borde superior, cuatro anillas doradas, a través de las cuales se pasaban dos varales de madera de acacia revestidos de oro, los cuales debían permanecer siempre en las anillas, aun cuando el Arca estuviese colocada en el Templo de Salomón. La tapa del Arca, llamada “propiciatorio” era también del oro más puro (Ex. 25,10-17). Sobre ella se colocaron dos querubines de oro macizo, uno de cara al otro, con las alas extendidas de modo que cubrieran ambos lados del propiciatorio. Es imposible determinar qué eran exactamente estos querubines; sin embargo, por la analogía con el arte religioso egipcio, se puede suponer que eran imágenes de personas aladas, arrodilladas o de pie. Vale la pena señalar que ésta es la única excepción a la Ley que prohibía a los israelitas hacer imágenes talladas, una excepción tanto más inofensiva a la fe de los israelitas en un Dios espiritual porque el Arca regularmente se mantendría detrás del velo del santuario. La forma del Arca de la Alianza probablemente fue inspirada por algún artículo del mobiliario de los templos egipcios. Según algunos historiadores modernos, el Arca, análoga a los bari usados en la riberas del Nilo, contenían los objetos sagrados venerados por los hebreos. Al principio estaba destinada a contener el testimonio, es decir, las Tablas de la Ley (Ex. 40,20; Deut. 10,5). Luego se le ordenó a Moisés colocar en el tabernáculo, cerca del Arca, una vasija dorada conteniendo un gomor de maná (Ex. 16,34), y la vara de Aarón que había florecido (Núm. 17,23). La parte más sagrada del Arca parece haber sido el oráculo, es decir, el lugar desde donde Yahveh hacía sus prescripciones a Israel. “Allí”, el Señor le había dicho a Moisés, “me encontraré contigo, desde encima del propiciatorio, de en medio de los dos querubines colocados sobre el arca del Testimonio, te comunicaré todo lo que haya de ordenarte para los israelitas. (Ex. 25,22). En efecto. “Yahveh solía hablar a su siervo en una nube sobre el oráculo” (Levítico 16,2). Probablemente, ese era también el modo en que se comunicaba con Josué luego de la muerte de Moisés (cf. Josué 7,6-11). El oráculo era, por así decirlo, el corazón mismo del santuario, el lugar de la morada de Dios; de ahí que leemos en algunos pasajes del Antiguo Testamento que Yahveh “se sentaba sobre (o más bien, por) el querubín”. Según la narrativa sagrada registrada en Éxodo 25,10-22, Dios mismo había dado la descripción del Arca de la Alianza, así como la del tabernáculo y todos sus accesorios. La orden de Dios fue cumplida al pie de la letra (Ex. 37,1-9) por Besalel, uno de los hombres diestros nombrados “para concebir y realizar proyectos en oro, plata y bronce, para labrar piedras de engaste, tallar la madera y ejecutar cualquier otra labor de artesanía” (Ex. 35,32-33). Ese día Dios mostró su complacencia al llenar el tabernáculo del testimonio con su gloria, y al cubrirla con la nube que desde entonces sería para su pueblo una señal que los guiaría en sus viajes. No todos los levitas estaban autorizados a guardar el santuario y el Arca, sino que este oficio se le confió a los parientes de Quehat (Núm. 3,28). Durante la vida en el desierto, cuando se levantaba el campamento, Aarón y sus hijos iban al tabernáculo de la alianza y al Santo de los Santos, descolgaban el velo protector que colgaba en la puerta, cubrían con él el Arca del Testimonio, le ponían una cubierta de cuero fino, luego un paño todo de púrpura, y le ponían los varales (Núm. 4,5-6). Durante los viajes el Arca iba antes que el pueblo; y cuando era levantada ellos decían: “Levántate, Yahveh, que tus enemigos se dispersen, huyan delante de ti los que te odian.” Y cuando se detenían decían: “Vuelve, Yahveh, a las miríadas de Israel.” (Núm. 10,33-36). Así el Arca presidía sobre todos los viajes y estaciones de Israel durante su vida nómada en el desierto. Como imagináis, el cofre sagrado era el signo visible de la presencia y protección de Dios. Esto se mostró del modo más impactante en diferentes circunstancias. Cuando los espías que habían sido enviados a explorar la Tierra Prometida regresaron y dieron su informe, surgieron murmuraciones en el campamento, que ni las amenazas ni incluso la muerte de los autores pudieron calmar. Contra la voluntad de Dios, muchos israelitas subieron a la montaña para enfrentarse a los amalecitas y cananeos: “ni el arca de la alianza de Yahveh ni Moisés se movieron del campamento” (Núm. 14,44). Y los enemigos bajaron y batieron y destrozaron a los presuntuosos hebreos a quienes Dios no ayudaba. Las próximas dos manifestaciones del poder de Yahveh a través del Arca ocurrieron bajo el liderazgo de Josué. Cuando el pueblo estaba a punto de cruzar el Jordán, “los sacerdotes llevaban el arca de la alianza a la cabeza del pueblo. Y en cuanto los que llevaban el arca llegaron al Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca tocaron la orilla de las aguas… las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia… mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o Mar de la Sal, se separaron por completo, y el pueblo pasó frente a Jericó. Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahveh se estuvieron a pie firme, en seco; en medio del Jordán, hasta que toda la gente acabó de pasar el Jordán.” (Josué 3,14-17). A los pocos días, Israel sitió a Jericó. Por orden de Dios el Arca fue cargada en procesión alrededor de la ciudad durante siete días, hasta que las murallas se derrumbaron al sonido de las trompetas y los gritos del pueblo, dándole así al ejército atacante una abertura al lugar (Jos. 6,6-21). Luego, después de tomar e incendiar a Ay, vemos que el Arca ocupa el lugar más prominente en la solemne reunión del pueblo realizada entre el Monte Garizim y el Monte Ebal (Jos. 8,33). Al establecerse los israelitas en la Tierra Prometida, se hizo necesario escoger un lugar para erigir el tabernáculo y mantener el Arca de la Alianza; se seleccionó a Silo, en el territorio de Efraín, cerca del centro del territorio conquistado (Jos. 18,1). Allí, de hecho, encontramos la “casa del Señor” (Jueces 18,31; 20,18), durante el período obscuro que precedió al establecimiento del Reino de Israel, con su sumo sacerdote, a cuyo cuidado se había confiado el Arca. ¿Se quedó permanentemente en Silo, o era sacado de allí cuando una emergencia lo requería, como, por ejemplo, durante expediciones guerreras? Este punto apenas se puede afirmar. Sea como fuere, la narrativa que cierra el Libro de los Jueces supone la presencia del Arca en Betel. No obstante, se sabe que el Arca era transportada aquí y allá según lo requirieran las circunstancias, lo cual es demostrado por lo que leemos en la narración de los eventos que produjeron la muerte de Elí. Los filisteos le habían hecho la guerra a Israel, cuyo ejército en el primer encuentro le dio la espalda al enemigo, fueron derrotados completamente y sufrieron grandes pérdidas. A partir de esto los ancianos del pueblo sugirieron que el Arca de la Alianza fuese traída ante ellos para salvarlos de manos de sus enemigos. Así que el Arca fue traída de Silo y la recibieron en el campamento tales aclamaciones de los israelitas que los corazones de los filisteos se llenaron de pánico. Confiando en que la presencia de Yahveh en medio de su ejército significaba cierta victoria, el ejército hebreo emprendió de nuevo la batalla, para encontrarse con una derrota aún más desastrosa que la primera, y lo que completó la catástrofe fue que el Arca de Dios cayó en manos de los filisteos (1 Samuel 4), quienes opinaron que la toma del Arca significaba una victoria de sus dioses sobre el Dios de Israel, por lo tanto la llevaron a Asdod y la colocaron como un trofeo en el templo de Dagón. A la mañana siguiente hallaron que Dagón había caído de bruces en tierra delante del Arca; lo levantaron y lo colocaron de nuevo en su lugar, y a la mañana siguiente hallaron de nuevo a Dagón en el piso, completamente mutilado. Al mismo tiempo una cruel enfermedad (quizás la plaga bubónica) azotó a los asdodeos, mientras que una terrible invasión de ratas afligió a todo el territorio circundante. Muy pronto se le atribuyeron estos castigos a la presencia del Arca dentro de las paredes de la ciudad, y los consideraron como un juicio directo de Yahveh. Por lo tanto la asamblea de los gobernantes filisteos decidió remover el Arca de Asdod y llevarla a otro lugar. Fue llevada sucesivamente a Gat y a Ecrón, a donde el Arca llevó consigo los mismos azotes que habían causado su remoción de Asdod. Finalmente, luego de siete meses, por sugerencia de sus sacerdotes y adivinadores, los filisteos decidieron renunciar a su pavoroso trofeo. Entonces construyeron una carreta nueva, tomaron dos vacas que estaban criando, las uncieron a la carreta y colocaron el Arca sobre ella, junto con una pequeña caja que contenía ratas doradas e imágenes de sus tumores. Entonces las vacas por sí mismas tomaron el camino derecho hacia el territorio de Israel. Tan pronto los betsemitas reconocieron el Arca sobre la carreta que venía hacia ellos, fueron gozosos a su encuentro. Cuando la carreta llegó al campo de un cierto Josué, se detuvo allí, y como allí había una gran piedra, astillaron la madera de la carreta y ofrecieron las vacas en holocausto a Yahveh. Con este sacrificio terminó el exilio del Arca en la tierra de los filisteos. Sin embargo, el pueblo de Bet Semes no disfrutó por largo tiempo la estancia del Arca entre ellos, ya que los hombres de Quiryat Yearim vinieron y se llevaron el Arca a la casa de Abinadab, a cuyo hijo Eleazar consagraron a su servicio (1 Samuel 7,1). El Arca permaneció en Quiryat Yearim hasta la época de David, quien luego de tomar Jerusalén y hacerla la capital de su reino, quiso que también fuera su centro religioso, por lo que llevó allí el Arca de la Alianza. Una vez llegada a la ciudad, fue colocada en su lugar en medio del tabernáculo que David había hecho levantar para ella. Sin embargo, la tienda que David había levantado para guardar el Arca no sería su última morada. El rey de hecho había pensado en un templo más digno de la gloria de Yahveh. Aunque la construcción de ese edificio sería obra de su sucesor, David mismo se tomó a pecho la consecución y preparación de los materiales para su erección. No es de extrañar que desde el mismo comienzo del reinado de Salomón, éste mostró la mayor reverencia hacia el Arca, especialmente luego del misterioso sueño en que Dios le contestó su petición de sabiduría prometiéndole sabiduría, riquezas y honor, él ofreció holocaustos y sacrificios de comunión ante el Arca de la Alianza de Yahveh. (1 Reyes 3,15). Cuando el Templo y todos sus accesorios hubieron sido terminados, Salomón, ordenó que trasladaran solemnemente el Arca desde el lugar donde David la había colocado hasta el Santo de los Santos. De vez en cuando se sacaba de allí, ya sea para acompañar expediciones militares, o para aumentar el esplendor de las celebraciones religiosas. No importa cuales hayan sido los motivos, el cronista nos dice que Josías ordenó a los levitas regresarla a su lugar en el Templo, y les prohibió sacarla de allí en el futuro (2 Crón. 35,3). Pero la memoria de este carácter sagrado pronto pasaría. En una de sus profecías referentes a los tiempos mesiánicos, Jeremías anunció que sería olvidada completamente: “no se hablará más del Arca de la Alianza de Yahveh, no vendrá en mientes, no se acordarán ni se ocuparán de ella, ni será reconstruida jamás.” (Jer. 3,16). ¿Pero dónde Está Ahora? Según el Libro de los Macabeos, el arca fue escondida en una cueva en el Monte Nebo por el profeta Jeremías, quien dijo que "este lugar permanecerá desconocido hasta que Dios reúna a su pueblo nuevamente y muestre su misericordia". 2 Macabeos 2: 7. Otra versión más interesante acerca de donde se encuentra es hecha por la Iglesia Ortodoxa Etíope, que afirma que Menelik, el autoproclamado hijo del rey Salomón y de la reina de Saba, llevó el arca a Etiopía donde ha estado desde entonces en la Iglesia de Nuestra Señora María de Sión ubicada en la norteña ciudad de Aksum, donde sólo un monje ortodoxo llamado el Guardián del Arca, puede verla. Por cierto, en la ortodoxia etíope, el arca no es sólo una rareza o un artefacto histórico, sino que está en el centro de su fe. De hecho, se dice que cada iglesia en Etiopía tiene una réplica del arca en su interior. La afirmación es de hecho extraordinaria, pero también lo es la supervivencia de la ortodoxia etíope en el corazón de África durante el milenio entre el Concilio de Calcedonia en el año 451 dC y la llegada de los misioneros jesuitas en el año 1500. Muchos etíopes dan crédito al arca por el mantenimiento de su fe a través de los siglos, ya que supieron resistir la amenaza musulmana manteniéndose firmes en su religión. Sin embargo, algunos teóricos hacen mención a otra hipótesis que últimamente ha cobrado gran aceptación, aquella que afirma que pudo ser ocultada en una caverna ubicada bajo con el Primer Templo, reemplazado por el Segundo Templo - ambos sepultados a su vez en el monte Moriah donde actualmente se encuentra la Cúpula de la Roca - donde fue encontrada por los Caballeros Templarios durante las Cruzadas, quienes se la llevaron a Escocia. Pero todas son conjeturas ya que no existen pruebas que fundamenten esas versiones. Los etíopes jamás van a mostrar su ‘Arca’ por lo que no sabremos si efectivamente poseen la original. Esta simplemente desapareció de la historia.