jueves, 14 de noviembre de 2024

A LA CAZA DEL NUEVO 'OUMUAMUA: ¿Objetos interestelares de posible origen artificial?

En esta oportunidad, el astrofísico Avi Loeb - jefe del proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto para la Teoría y la Computación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian y autor del bestseller Extraterrestrial: The first sign of intelligent life beyond earth, así como del nuevo libro Interstellar – a la búsqueda de nuevos objetos interestelares similares al 'Oumuamua que ocurrirá a partir dl próximo año, el cual como ya es habitual, os ofrezco traducido y entrecomillado ¿vale?: “A partir del 2025, el Observatorio Rubin en Chile examinará el cielo del sur cada 4 días con una cámara de 3,2 gigapíxeles. Estadísticamente, se espera que descubra un objeto interestelar, como ‘Oumuamua, cada pocos meses. La pregunta fundamental que mi equipo de investigación abordará es si hay objetos tecnológicos entre la vasta población de rocas interestelares que cruzan la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Una forma de diferenciar objetos artificiales de rocas naturales es a través de su propulsión anómala sin rastro de gas, similar a la aceleración no gravitacional de ‘Oumuamua. Mientras pasaba cerca de la Tierra en el 2017, ‘Oumuamua no mostró evidencia de gas o polvo cometario saliendo de su superficie que pudiera proporcionar un empuje natural a través del efecto cohete. La disminución de la aceleración no gravitacional de ‘Oumuamua con la distancia al Sol no fue medida con la suficiente precisión por el Telescopio Espacial Hubble y los observatorios terrestres. La escala fue consistente con el exceso de empuje siendo inversamente proporcional al cuadrado de la distancia relativa al Sol, como se espera de la presión de radiación actuando sobre una membrana delgada. Otro objeto anómalo detectado por el mismo telescopio Pan-STARRS en Hawái pasado tres años, 2020 SO, mostró un empuje similar al reflejar la luz solar y fue identificado como un propulsor de cohete con paredes delgadas, lanzado por la NASA en 1966. En la actualidad, ‘Oumuamua es cien millones de veces más tenue de lo que era en su punto más cercano a la Tierra y no puede ser observado por nuestros telescopios. Es impráctico perseguir a ciegas a ‘Oumuamua con una nave espacial dadas las incertidumbres en su trayectoria. Alternativamente, sería prudente usar el Observatorio Rubin para cazar objetos adicionales de su familia, los ‘primos de ‘Oumuamua’. Mientras rotaba cada 8 horas, el brillo de ‘Oumuamua variaba por un factor de 10, lo que sugiere una forma de disco con un nivel de fiabilidad del 91%. Dadas las múltiples anomalías de ‘Oumuamua, hay un gran interés en aprender más sobre otro objeto de su familia. Si el Observatorio Rubin descubriera un primo de ‘Oumuamua cerca de la Tierra, ¿qué podríamos aprender sobre él ahora? Una ventaja clave respecto al 2017 es la oportunidad de usar el telescopio Webb. Tuve el privilegio de formar parte del primer comité asesor científico que diseñó este telescopio hace treinta años, y ahora espero cosechar sus frutos en los próximos años. La exquisita sensibilidad al infrarrojo permitirá al telescopio Webb detectar el calor emitido por el primo de ‘Oumuamua e inferir así su temperatura superficial y área de superficie dada su distancia. Esta área se puede utilizar para determinar la reflectancia de la luz solar por la superficie y, potencialmente, la composición de la superficie. Mientras el primo de ‘Oumuamua gire, estas propiedades podrían ser mapeadas a través de sus diversas caras. Pero lo más importante es que el telescopio Webb rastrearía la trayectoria del primo de ‘Oumuamua con una precisión sin precedentes. Permítanme explicar. Hay una buena razón por la cual la selección natural nos dotó de dos ojos en lugar de uno en el contexto de la supervivencia del más apto. Los datos de imagen de dos ojos separados se pueden usar para evaluar la distancia de un depredador que se acerca observándolo desde direcciones ligeramente diferentes. En el 2017, la precisión de la medición de la distancia de ‘Oumuamua estaba limitada por la separación del Telescopio Espacial Hubble de los telescopios terrestres. Actualmente, el telescopio Webb está separado de la Tierra por un millón de millas, unas 3.000 veces más lejos que la altitud del Hubble, lo que nos permite localizar objetos interestelares mucho mejor. Además, la apertura del Webb es aproximadamente 2,7 veces mayor que el tamaño del espejo del Hubble, lo que permite la detección de objetos más tenues a mayores distancias. En colaboración con mi estudiante del Harvard College, Sriram Elango, propuse usar los datos de imagen próximos del telescopio Webb para localizar la trayectoria tridimensional de los objetos interestelares que serán descubiertos en los próximos años por el Observatorio Rubin. Demostramos que, con muy poco tiempo de observación, sería posible determinar con una precisión exquisita la dependencia radial de la aceleración no gravitacional del primo de ‘Oumuamua. Esto nos permitirá distinguir fácilmente el efecto cohete de la evaporación cometaria de otras fuentes de aceleración no gravitacional, incluida la propulsión artificial de un artefacto tecnológico funcional. Un artefacto interestelar anómalo, que señale la existencia de una inteligencia sobrehumana, ofrecería un nuevo contexto al concepto de ‘Übermensch’, propuesto por el filósofo Friedrich Nietzsche. ¿Por qué vale la pena buscar artefactos interestelares? Porque saber que tenemos vecinos cósmicos podría inspirarnos a aventurarnos en el espacio interestelar. Esta inspiración se destacó en un correo electrónico que recibí esta mañana, que decía: "Buenos días, Avi. He estado leyendo tu libro ‘Interstellar’. El libro está ahora lleno de pasajes remarcables. Me encuentro dejando el libro y reflexionando sobre varios párrafos. A veces me impacta tanto que tengo que sentarme y no decir nada a nadie durante un rato. Quiero que sepas que este libro está teniendo un impacto profundo en mí... Siempre estoy diciendo: ‘¡Beam me up Scotty, no hay vida inteligente aquí!’ o ‘¿Por qué me han dejado caer en esta horrible roca que no tiene ningún sentido? ¡Por favor, llévenme a casa!’ Creo que digo ambas cosas porque realmente no siento que yo y muchos otros pertenezcamos aquí, y que nuestro verdadero hogar está en otro lugar. Sin embargo, cuando leí el párrafo al final de la página 133, descubrí que por primera vez en 57 años, la posibilidad de tener que mudarme a otro planeta se volvió real por lo que has dicho allí, y estoy luchando con los sentimientos que tengo sobre la seriedad de esa realidad. Podría llegar mucho antes de lo que esperábamos. Me cuesta poner esto en palabras, pero solo quería que supieras que lo que estás diciendo está teniendo un efecto profundo en mí y estoy seguro que en miles, y espero que millones de personas. Creo que esa es una gran parte de tu intención con el libro, ¿verdad? Que la gente se detenga y piense en los desafíos que enfrenta nuestro futuro interestelar" puntualizo.