TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 10 de julio de 2025

NO SABRIAMOS CUALES SERÍAN SUS INTENCIONES: ¿Cómo debemos contestar a un mensaje de una civilización interestelar?

En esta ocasión, Avi Loeb - jefe del proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto para la Teoría y la Computación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian y autor del bestseller Extraterrestrial: The first sign of intelligent life beyond earth, así como de su nuevo libro Interstellar - afirma que en caso debamos contestar un mensaje enviado por seres de otros mundos debemos ser precavidos a la hora de hacerlo, ya que la falta de empatía puede ser un resultado plausible de la selección natural y podría conducir al desarrollo de civilizaciones alienígenas despiadadas, un punto de vista el cual como ya es habitual, os ofrecemos traducido y entrecomillado ¿vale?: “Los menús de los restaurantes muestran partes del cuerpo de animales que consideramos menos inteligentes que nosotros. En una reciente cena en una marisquería en Boston, sentí remordimientos al ver el tentáculo de pulpo que nos sirvieron como entrante. Los pulpos tienen un sistema nervioso complejo y una vista excelente, y se encuentran entre los animales más inteligentes. Poseen un cerebro y un sistema nervioso con quinientos millones de neuronas, dos tercios de las cuales están en los nervios de los brazos. En comparación, se estima que el cerebro humano contiene unos 100 billones de conexiones entre ochenta y seis mil millones de neuronas. Cuando el camarero se acercó a nuestra mesa con el plato, comprendí que esta debía de ser la razón por la que los cocineros del restaurante se sentían lo bastante privilegiados como para servir partes de pulpo como entrante. Seguramente, les resultaría desagradable servir de cena a un ser más inteligente que nosotros.La primera entidad terrestre que podría disputar nuestro lugar en la cima de la cadena alimentaria serían los sistemas de inteligencia artificial. Por suerte, su “cuerpo” está formado por circuitos de silicio, así que no pueden digerir partes del cuerpo humano. Pero sí podrían digerir la mente humana. Uno de los mayores retos existenciales para las personas es la salud mental en la era de la inteligencia artificial. Pero cuando el número de conexiones en los sistemas de inteligencia artificial supere los cien billones - la cifra correspondiente en el cerebro humano -, los humanos podríamos ser manipulados y controlados por estos sistemas, igual que los pulpos son manipulados camino del restaurante. En la última década, las redes sociales han servido “comida basura” a las mentes humanas y han provocado una sociedad polarizada, llena de odio hacia personas que nunca hemos conocido. Añadir inteligencia artificial a las redes sociales sin precaución podría llevar a una polarización y un odio aún mayores.Ochenta y seis mil millones de neuronas no son suficientes. Tendemos a odiar a quienes no conocemos en vez de conversar con ellos. Cabe preguntarse cuán pacífica habría sido la historia de la humanidad si el cerebro humano tuviera un billón de neuronas y no pudiera ser manipulado con tanta facilidad. Esta cuestión podría estudiarse en un futuro lejano desarrollando sistemas de inteligencia artificial con billones de conexiones. Ese logro tecnológico quizá requiera una arquitectura nueva que vaya más allá de los microprocesadores. Las tecnologías del futuro podrían inspirarse en la naturaleza, que comenzó en la Tierra a partir de una sopa de sustancias químicas y, tras más de 4.200 millones de años, acabó dando lugar a un cerebro humano que consume solo veinte vatios, en lugar de los gigavatios necesarios para alimentar nuestros sistemas actuales de inteligencia artificial.¿Cómo sería la selección natural en un mundo de inteligencia superior a la humana? ¿Implica “la supervivencia del más apto” - el principio defendido por Charles Darwin - que los supervivientes son quienes poseen mayor inteligencia?Existe un camino científico para responder a esta pregunta. Nuestros telescopios nos ofrecen la oportunidad de realizar un censo en nuestro entorno cósmico. Al examinar miles de millones de exoplanetas habitables en la Vía Láctea o al encontrar artefactos tecnológicos extraterrestres cerca de la Tierra en forma de restos espaciales o dispositivos funcionales, podemos hacernos una idea estadística de la jerarquía en la cadena alimentaria cósmica. ¿Quién controla a quién, ya sea literalmente - en un plato de comida o de manera metafórica - mediante el control mental?Para averiguarlo, debemos cambiar las prioridades dentro de la astronomía convencional e invertir miles de millones de euros también en la búsqueda de inteligencia extraterrestre, en lugar de centrarnos solo en la búsqueda de microbios. Buscar inteligencia superior a la humana o cerebros extraterrestres con más de ochenta y seis mil millones de neuronas - ya sean artificiales o naturales - será una muestra de humildad científica y un indicador de nuestra propia inteligencia. Sin embargo, por ahora, la Encuesta Decenal de Astronomía y Astrofísica del 2020 dejó en segundo plano este objetivo y definió la búsqueda de formas de vida primitivas como su máxima prioridad. Esta no es la mejor forma de reconocer a compañeros más inteligentes en nuestro entorno cósmico.Dado que los astrónomos no recomendaron destinar miles de millones de euros a la búsqueda de inteligencia superior a la humana, solo nos queda especular sobre si “los más inteligentes sobrevivieron” allí. La brillante responsable del Proyecto Galileo en busca de artefactos tecnológicos extraterrestres cerca de la Tierra, ZhenyaShmeleva, que también se especializó en biología, me llamó la atención sobre la novela titulada El Invencible, del escritor polaco StanisławLem, en la que formas de vida mecánicas alienígenas evolucionan por la presión ambiental constante y la aniquilación selectiva en el exoplaneta Regis III. Restos de antiguas máquinas militares, probablemente de una civilización desaparecida, experimentan una evolución en la que la supervivencia, más que la inteligencia, impulsa la complejidad. El sistema más avanzado de máquinas inteligentes fracasa por su propia carga cognitiva y su alta demanda de energía, mientras que unidades más simples de robots microscópicos parecidos a insectos se multiplican como enjambres adaptativos y descentralizados. Ante una amenaza, los diminutos robots se agrupan en enormes “nubes” que se desplazan a gran velocidad y pueden incapacitar cualquier amenaza inteligente siendo brutalmente eficaces, pero completamente carentes de inteligencia a nivel individual. En un mundo militar moderno dominado por aeronaves no tripuladas y en un mundo tecnológico donde la inteligencia artificial se rige por la optimización y el rendimiento, Lem nos advierte de que los instintos superficiales de supervivencia sin inteligencia ni empatía, y el poder sin intención, son resultados posibles de la selección natural entre civilizaciones alienígenas.Como en cualquier cita a ciegas en nuestra vida personal, debemos escuchar antes que hablar en nuestro primer encuentro con seres de otros mundos. En lugar de dar prioridad a los microbios situados en la base de la cadena alimentaria terrestre, los astrónomos deberían considerar en la Encuesta Decenal de Astronomía y Astrofísica del 2030 la posibilidad de que nuestro interlocutor, sentado al otro lado de la mesa interestelar, sea más inteligente que nosotros. Nuestra supervivencia a largo plazo podría depender de esa humildad” puntualizó.

jueves, 3 de julio de 2025

IPIUTAK: La “Ciudad Perdida” del Círculo Polar Ártico

Como sabéis, los polos de la Tierra han sido señalados como el antiguo escenario de un paraíso tropical y asentamientos de avanzadas civilizaciones. Son muchos los indicios que apuntan a esto, e incluso evidencias científicas (fósiles) muestran que la gruesa capa de hielo no estaba allí en un remoto pasado, sino que posiblemente un manto verde lleno de vida cubría esos lugares distantes. Existe una fascinante historia que relata cómo una “Ciudad Perdida” existió en el Círculo Polar Ártico, habitada por una cultura desarrollada. En efecto, una de esas “ciudades” más misteriosas del continente americano no se encuentra en su hemisferio sur, sino en el norte. Y lo que es más desconcertante, está ubicada en la región que hoy es considerada como más hostil para la vida humana en este planeta, específicamente dentro del Círculo Polar Ártico, llamada Ipiutak. Localizada cerca de Point Hope, en la costa norte de Alaska, se encuentra en una vasta tundra sin árboles que está permanentemente congelada. Un explorador polar la describió como “una tierra de icebergs, agua y cielo azul frío”. El invierno dura prácticamente todo el año. A partir de los artefactos que se estaban examinando y de la evaluación de los logros del pueblo Ipiutak surgió otra pregunta: si eran diferentes de otras tribus del Ártico, era poco probable que fueran descendientes de los habitantes locales. Entonces, ¿de dónde venían y por qué abandonaron su ciudad? Ipiutak es una antigua metrópolis del norte de Alaska que es el sitio tipo de una cultura también llamada de la misma manera, dominante desde el 500 a. C. hasta el 1000 d. C. Fue descubierta (o redescubierta) en 1939 por una expedición patrocinada por el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York y dirigida por Helge Eyvin Larsen y Froelich Gladstone Rainey. Ambos habían publicado anteriormente trabajos sobre la cultura de la caza de ballenas en el Ártico y eran reconocidos expertos en la arqueología del norte de Alaska. Encontraron una ciudad que había sido el hogar de varios miles de esquimales inupiat hace al menos 3.000 años. No había árboles en un radio de 160 kilómetros y tampoco materiales de construcción, salvo los huesos de morsas y ballenas. La única forma de establecer una comunidad permanente era cavar, y así lo hicieron - al menos dos metros - para que la tierra pudiera aislar del frío cortante. No fue una tarea fácil, ya que luego de cavar sólo unos pocos centímetros se encuentra el permafrost, un suelo congelado durante todo el año. Mientras se llevaba a cabo este tedioso y largo proceso de construcción, era imprescindible construir refugios temporales, que se construían atando costillas de ballena y cubriéndolas con pieles de animales para formar un techo de tienda. Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Alaska contó más de 800 de los “refugios de foso” permanentes en Ipiutak y estimó que se habría construido al menos el mismo número de “refugios de tienda”. Estas cabañas estaban perfectamente alineadas con avenidas entre las hileras. Esto significa que, en el momento de su descubrimiento, Ipiutak era más grande que Fairbanks y, con mucho, el mayor asentamiento que se ha encontrado en Alaska antes de la llegada de los europeos. Es más, era incluso mayor que cualquier pueblo costero del Ártico en Alaska o Canadá en la actualidad. El pueblo de Ipiutak debió de albergar a más de 8.000 personas. Las focas y las morsas eran su principal fuente de alimento y se cazaban con arpones desde el borde del hielo. Para la caza del caribú se utilizaban arcos y flechas. Ipiutak era una comunidad lo suficientemente sofisticada como para ser estática, lo que supone una cultura de cazadores terrestres de amplia base. Estas características la hacen completamente diferente de otras comunidades árticas. El nivel de avance de Ipiutak se puso de manifiesto rápidamente, ya que las excavaciones se expandieron tan rápido como las condiciones del Ártico lo permitieron. Sus habitantes tenían conocimientos de matemáticas y astronomía al menos tan avanzados como los antiguos mayas. Se descubrieron hermosas tallas de marfil, diferentes a las de cualquier otra cultura esquimal o indígena americana conocida. Se encontraron tumbas con esqueletos con globos oculares artificiales tallados en marfil y con incrustaciones de azabache. Los broches, collares y colgantes tallados en hueso de ballena mostraban una habilidad artística similar, mientras que numerosas herramientas y utensilios muestran aplicaciones prácticas además de ser de diseño inteligente. Durante la mayor parte del siglo XX, los arqueólogos y antropólogos supusieron que los antepasados de los nativos americanos habían cruzado de Asia a América por un “puente terrestre”, siguiendo a las manadas de animales de caza. La proximidad de los dos continentes en el Estrecho de Bering - que separa Siberia y Alaska - era una hipótesis favorecida. Se vio reforzada por el creciente conocimiento de las Edades de Hielo, ya que la idea de un fondo oceánico expuesto entre esas dos regiones proporcionaba una ruta de migración perfecta desde el Viejo Mundo hasta el Nuevo. Vitus Bering, de origen danés pero capitán de la marina rusa, cruzó el estrecho en 1728 y se le dio su nombre. Hoy en día, tiene 93 kilómetros en el punto más cercano entre el punto más oriental del continente asiático y el punto más occidental del continente americano. Las tormentas de invierno son frecuentes y el mar está cubierto por campos de hielo de hasta metro y medio de grosor. Incluso a mediados de verano, el hielo a la deriva es habitual en el estrecho. Más adelante, durante el siglo XX, se propusieron otras rutas como medio por el que los emigrantes entraron en América desde Asia, pero una investigación muy reciente del Dr. Scott Elias, del Instituto de Investigación Ártica y Alpina de Colorado, ha establecido, en lo que respecta a la erudición ortodoxa, la validez de la ruta del puente terrestre de Bering. Esto nos lleva a preguntarnos con qué frecuencia se producen las Edades de Hielo y cuándo fue la más reciente. Se cree que ha habido cuatro Edades de Hielo en el último millón de años. La última alcanzó su punto álgido hace 10.000 años y terminó hace 8.000 años. El trabajo del Dr. Elias y su equipo incluyó la datación por carbono para establecer que las plantas y los animales estaban en el puente terrestre hace unos 11.000 años. Probablemente tenía un terreno similar al del norte de Alaska en la actualidad, abedules y sauces y grupos de juncos (parecidos a la hierba pero con tallos sólidos en lugar de huecos). No tenía glaciares porque, aunque era bastante frío, el clima regional era demasiado seco y los glaciares no pueden formarse sin humedad. Tal vez, las condiciones de vida en el lado asiático se deterioraron y emigrar representó un escape. Tal vez -en lo que respecta a los humanos- fue el deseo de encontrar pastos más verdes, y posiblemente los animales siguieron su ruta. Igualmente plausible es la posibilidad de que los animales, principalmente alces, bisontes y caribúes, tomaran la ruta después de que sus rebaños hubieran consumido la poca vegetación existente en el lado asiático. Los hombres podrían haberlos seguido mientras su suministro de carne se desplazaba hacia el este. En marzo del 2006, dos aventureros cruzaron el Estrecho de Bering de este a oeste a pie, atravesando un tramo helado de 60 km y el peligroso viaje les llevó 15 días. Eran un inglés, Karl Bushby, y un francés, Dimitri Kieffer, y al llegar fueron detenidos por no haber entrado en Rusia por un puesto de control fronterizo. Travesía en el remoto pasado Hace 11.000 años, los habitantes del norte de Siberia eran sin duda más resistentes que los humanos de hoy y, al estar acostumbrados a vivir en las condiciones del Ártico, podrían haber hecho la travesía más rápidamente. Los animales podrían haber tardado más, al carecer de la compulsión humana y no tener curiosidad por su destino. Pero entonces, por lo que sabemos, los humanos no sabían de la existencia de los continentes, aunque podrían haber tenido conciencia de que un estrecho que antes era de tierra ahora se encuentra cubierto de agua. Point Hope, la ubicación más cercana del pueblo de Ipiutak, está a unas 643 km al norte de la sección más estrecha del Estrecho de Bering, por lo que las travesías de los emigrantes podrían haber sido más largas en distancia que la realizada por los dos aventureros modernos. Otra consideración es que, al permanecer cerca de la orilla del puente terrestre, los emigrantes podrían haber tenido acceso a la pesca y la caza para mantener su viaje. Esto les habría permitido tardar más tiempo en la travesía. Algunas de las excavaciones de los arqueólogos rusos en el distrito del río Amur, en el norte de Siberia, han revelado los restos de varios asentamientos prehistóricos muy similares a Ipiutak. El clima de esa región es tan hostil como el del norte de Alaska y, sin embargo, se han encontrado pruebas de grandes poblaciones del Paleolítico, del Neolítico e incluso de la Edad de Bronce. Se ha identificado otra conexión con el continente asiático, ya que las tallas decorativas de los Ipiutak se asemejan a las del norte de China hace 3.000 años, mientras que otras tallas se parecen al de los pueblos ainu de Japón. La conclusión fue que los habitantes de Ipiutak tenían una cultura material mucho más elaborada e imaginativa que la encontrada en otros lugares del Ártico. Cuando no se conoce la historia anterior de una región, a menudo puede ser útil revisar la mitología de su pasado. Al respecto, el filósofo Will Durant dice en The Story of Civilization (La historia de la civilización): “Se han escrito inmensos volúmenes para exponer nuestros conocimientos y ocultar nuestra ignorancia del hombre primitivo. Las culturas primitivas no fueron necesariamente los ancestros de la nuestra; por lo que sabemos, pueden ser los restos degenerados de culturas superiores que decayeron cuando el liderazgo humano se trasladó, en la estela del hielo”. Este profundo pensamiento bien puede ser una explicación de las ciudades perdidas del Ártico. La mayoría de las autoridades no dudan de que Ipiutak no es más que la primera de las muchas ciudades “perdidas” que se han encontrado. Ya se ha identificado otra ciudad pérdida, Tigara, y si no fuera por la brevísima época del año en que es posible excavar en la tierra helada, ya se habrían añadido una serie de otros nombres, y con ellos, más detalles e información sobre sus habitantes. Queda mucho por saber sobre Ipiutak. Hay dos razones para ello: una es que se descubrió hace sólo cincuenta años, y la segunda es que las duras condiciones del Ártico hacen que el trabajo sea agónicamente lento. En consecuencia, los arqueólogos tienen muchas más preguntas que respuestas sobre esta enigmática ciudad helada. Los arqueólogos tienen pruebas sólidas para creer que saben de dónde vino el pueblo de Ipiutak, pero aún no saben la respuesta a la pregunta: ¿a dónde fueron? Si fueron al sur, habrían estado en un clima menos severo y seguramente ya se habrían encontrado restos que podrían relacionarse con la ciudad cercana a Point Hope. Es posible que se dirigieran al este y, en este caso, es posible que en el futuro se realicen descubrimientos en los Territorios del Noroeste de Canadá. Sea cual sea el lugar al que se dirigieron los Ipiutak, su cultura avanzada será identificable y eso puede incluso llevar a una respuesta a la siguiente pregunta inevitable, ¿por qué se fueron?

jueves, 26 de junio de 2025

¿UNA CONEXIÓN CON CULTOS ANCESTRALES?: Descubren esculturas “alienígenas” de 7000 años de antigüedad

Un grupo de arqueólogos ha desenterrado en Kuwait unas raras estatuas de cabezas alargadas y con aspecto alienígena que datan de hace más de 7 000 años. Dicho hallazgo permitirá conocer mejor el origen y la evolución de uno de los asentamientos más antiguos de la península arábiga. Desde el 2009, el yacimiento Bahra 1, donde se hallaron las estatuas, es uno de los principales lugares de investigación sobre las antiguas sociedades de la Edad de Piedra de Arabia. Las excavaciones en el sitio han permitido comprender más acerca de la cultura del periodo El Ubaid, que, durante su apogeo, se extendió desde la Mesopotamia hasta Anatolia y la península arábiga. Durante una excavación realizada posteriormente, se han descubierto varias cabezas hechas de arcilla, pequeñas, pero finamente trabajadas. Con cráneos alargados, ojos oblicuos y narices chatas, se parecen a las representaciones modernas de alienígenas. Según los investigadores, dichos rasgos son característicos de las estatuillas de la cultura Ubaid. Mediante un comunicado, arqueólogos de la Universidad de Warsaw que formaron parte de la investigación, explicaron que, a pesar de que ya se habían encontrado este tipo de esculturas en la Mesopotamia, el hallazgo del sitio Bahra 1 es el primero en la región del Golfo. “La presencia [de estas esculturas] plantea interrogantes sobre el propósito y el valor simbólico, o posiblemente ritual, que tenían para la gente de esta antigua comunidad”, manifestó el arqueólogo Piotr Bieliński. El hallazgo también permite comprender un poco más sobre los tamaños y los tipos de cerámica producidos en la región. Cabe precisar que en la península arábiga se utilizaban dos tipos de cerámica. Una era la Ubaid, importada de Mesopotamia, y la otra era un tipo de cerámica local llamada cerámica roja gruesa. Aunque se sabía que esta última se producía en la región del Golfo, se desconocían los lugares reales de fabricación. Gracias a la última excavación en el yacimiento Bahra 1, se ha encontrado evidencia concreta sobre la fabricación de cerámica, ya que los investigadores hallaron vasijas de arcilla sin coser pertenecientes a un tipo de cerámica llamada Coarse Red Ware (cerámica roja gruesa). Según los arqueólogos, Bahra 1 sería el lugar de producción de cerámica más antiguo de la región del Golfo. Asimismo, los análisis de trozos de plantas añadidos durante la fabricación de algunas vasijas pueden aportar información sobre el contexto medioambiental de la península arábiga. Este tipo de restos orgánicos se han encontrado incrustados en la cerámica de Ubaid como en la roja. Los investigadores esperan que estos restos vegetales les permitan determinar cómo era la flora local de mediados del VI milenio a. C. “Los resultados de los primeros análisis han revelado la presencia de restos de plantas silvestres, sobre todo juncos, en la cerámica de producción local, mientras que en la cerámica importada de Ubaid se han hallado restos de plantas cultivadas, incluidos cereales como la cebada y el trigo”, explicó el arqueólogo Roman Hovsepyan al respecto. Es indudable que el misterio que rodea a estos extraños artefactos, continuará sin resolver, quien sabe por cuanto tiempo. Mientras tanto y como podeís imaginar, las especulaciones continuan.

jueves, 19 de junio de 2025

REVELACIÓN SORPRENDENTE: Documento de la CIA dice que los rusos recuperaron planos de un «platillo volador» al final de la II Guerra Mundial

Un documento desclasificado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) ha reactivado una de las teorías más intrigantes del siglo XX: la posibilidad de que Rusia haya tenido acceso a planos técnicos de una nave con forma de un «platillo volador» - como inicialmente se les denominaba a los OVNIS - de diseño avanzado y origen incierto tras el final del Tercer Reich, en 1945. Pero a diferencia de otras hipótesis centradas en la recuperación de naves estrelladas, este informe de 1953 sugiere que lo que los rusos obtuvieron no fue una nave física, sino documentación técnica detallada, posiblemente derivada de proyectos secretos desarrollados por los nazis durante la guerra. En la primera parte del documento puede leerse lo siguiente: “Georg Klein, un ingeniero alemán, declaró que aunque muchas personas creen que los «platillos voladores» fueron un desarrollo posterior a la guerra, en realidad ya estaban en fase de planificación en las fábricas aeronáuticas alemanas desde al menos 1941. Klein aseguró haber sido ingeniero en el Ministerio de Speer (probablemente en referencia a Albert Speer, Ministro de Armamento y Municiones del Tercer Reich desde 1942) y afirmó haber estado presente en Praga, el 14 de febrero de 1945, durante el primer vuelo experimental de un «platillo volador». Durante esa prueba, según su testimonio, la nave alcanzó una altitud de 12.400 metros en solo tres minutos, y una velocidad de 2.200 kilómetros por hora. Klein añadió que, de acuerdo con los planes alemanes, estos «platillos» estaban diseñados para alcanzar hasta 4.000 kilómetros por hora. Si bien reconoció que la obtención de materiales adecuados fue inicialmente un obstáculo técnico, afirmó que ese problema había sido resuelto hacia finales de 1945, y que la construcción del modelo operativo ya estaba programada para comenzar. Tras esta introducción, el documento presenta el punto central que le da título: Ingeniero afirma que los planos del «platillo» están en manos rusas: Durante los últimos días de la guerra, cuando toda esperanza de una victoria alemana ya había sido abandonada, los ingenieros del grupo estacionado en Praga recibieron órdenes de destruir completamente todos sus planos sobre el modelo antes de que llegaran los rusos. Los ingenieros de las fábricas de Mite en Breslau, sin embargo, no fueron advertidos con suficiente antelación sobre el avance del enemigo, quienes lograron apoderarse del material. Los planos, junto con personal especializado, fueron enviados de inmediato y bajo fuerte custodia directamente a Moscú coincidiendo con la salida de Berlín del creador del Stuka (Junkers Ju 87), quien más tarde desarrolló el MiG-13 y 15 en Rusia. (...) Klein opinaba que los «platillos» están siendo actualmente construidos de acuerdo con principios técnicos alemanes, y expresó su creencia de que constituirán una seria competencia para los aviones a propulsión a chorro. Cabe destacar que el contenido citado no constituye un informe de inteligencia elaborado por la agencia, sino una transcripción de publicaciones periodísticas internacionales archivadas por su posible interés estratégico. En particular, los testimonios atribuidos al ingeniero alemán y otros datos sobre proyectos de platillos voladores nazis provienen de artículos de prensa publicados en medios de la época. Cabe precisar que durante la Guerra Fría, la CIA solía recopilar y clasificar notas aparecidas en diarios extranjeros como parte de su monitoreo global, sin que ello implicara una verificación oficial de su veracidad. Aun así, el hecho de que estos documentos hayan sido conservados en sus archivos indica que fueron considerados relevantes o dignos de seguimiento. Debido a lo explicado anteriormente, el documento no explica ni profundiza en cómo los nazis podrían haber llegado a concebir diseños tan avanzados como para plasmarlos en planos técnicos con potencial militar. Una pieza clave para llenar ese vacío histórico es la presunta caída de un objeto volador no identificado en 1933 en Magenta, Italia. Bajo el régimen de Benito Mussolini, el incidente habría sido gestionado en secreto por un gabinete especial conocido como RS/33, con la participación del célebre físico Guglielmo Marconi. Investigaciones recientes sostienen que, tras la caída del fascismo en 1943, los restos del objeto fueron confiscados por agentes estadounidenses y trasladados a territorio norteamericano, posiblemente a instalaciones militares clasificadas. De confirmarse esta versión, Estados Unidos habría tenido acceso a tecnología no humana más de una década antes del incidente de Roswell, y parte de esa información técnica pudo haber sido filtrada, compartida o replicada posteriormente. Otro evento enigmático fue la aparente caída de una nave en la Selva Negra (Schwarzwald), Alemania, en 1938. Se especula que científicos del Tercer Reich, posiblemente bajo la supervisión de las SS y con vínculos a sociedades esotéricas como la Thule o la Vril-Gesellschaft, habrían recuperado y estudiado el enigmático objeto. A partir de esos hallazgos, habrían surgido planos técnicos avanzados que describían naves discoidales con posibles capacidades antigravitacionales. Algunos de estos diseños podrían haber sido los mismos que, en años posteriores, terminaron en manos rusas. Si el contenido citado es verídico, el documento desclasificado de la CIA deja abierta una posibilidad inquietante: que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, planos de una tecnología no convencional - posiblemente de origen no humano - hayan terminado en manos tanto de Rusia como de Estados Unidos. Mientras los primeros habrían capturado documentos y personal en zonas como Breslau y Praga, los estadounidenses se adelantaron con la Operación Paperclip, llevándose consigo a destacados científicos nazis y, posiblemente, parte de los secretos que quedaron tras el colapso del Tercer Reich. Lo que emerge de este escenario es una carrera tecnológica encubierta, iniciada mucho antes del caso Roswell, en la cual ambas potencias habrían competido por replicar o entender tecnologías más allá de su tiempo. Quizás, el resultado del accidente de un «platillo volador» en Roswell haya sido el resultado de la caída de una nave experimental alemana que los estadounidenses habrían logrado capturar. Y con ello, surgen muchas preguntas: ¿Qué avances que hoy consumimos surgieron de estos intentos de retroingeniería nazi? ¿Y qué descubrimientos, tras más de 80 años, siguen bajo siete llaves por su capacidad de romper las reglas del mundo tal como lo conocemos?

jueves, 12 de junio de 2025

THE WALL STREET JOURNAL: “Los OVNIS son un mito creado para ocultar tecnología militar del Pentágono”

Durante décadas, las campañas de desprestigio, manipulación y mentiras en torno al fenómeno OVNI estuvieron a la orden del día, especialmente entre finales del siglo XX y principios del XXI. En aquellos años, una Internet poco masiva y la falta de herramientas de verificación rápida jugaban a favor de quienes deseaban mantener estos temas bajo la sombra. Medios tradicionales, muchas veces alineados con intereses gubernamentales o militares, no dudaban en bajar línea o reproducir versiones oficiales sin cuestionarlas. Hoy, en cambio, cualquier usuario puede confrontar la información con rapidez y exponer contradicciones. Justamente por eso, sorprende aún más que un diario como el Wall Street Journal (WSJ) haya publicado recientemente un artículo que retoma -con aire de autoridad - muchas de las viejas fórmulas del descrédito y la negación sistemática. Titulado The Pentagon Disinformation That Fueled America’s UFO Mythology, el texto presenta un relato que intenta posicionar al fenómeno OVNI “como una construcción basada exclusivamente en engaños originados dentro del propio Pentágono”. Sin embargo, esta versión ha sido duramente cuestionada por denunciantes, testigos y expertos, quienes advierten que el artículo no hace más que reeditar el viejo manual de encubrimiento, plagado de omisiones estratégicas, tergiversaciones y afirmaciones carentes de sustento. Uno de los principales impulsores de esta visión es el Dr. Sean Kirkpatrick, exdirector de la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO), cuya gestión ha sido duramente criticada por minimizar los fenómenos UAP (Fenómenos Anómalos No Identificados) y por omitir información clave que podría confirmar la existencia de programas de recuperación de tecnología no humana. Por ejemplo, Kirkpatrick promovió explicaciones como reflejos del sol, drones o ilusiones ópticas, descartando de plano los informes más inquietantes, incluso aquellos respaldados por imágenes térmicas, radar o testimonios múltiples. Asimismo, este exfuncionario ha sido acusado directamente de mentir por el denunciante David Grusch, exoficial de inteligencia con acreditación de alto nivel, quien afirma que EE.UU. posee un programa clandestino de ingeniería inversa aplicado a naves alienígenas. El artículo del WSJ intenta además desacreditar el testimonio de Robert Salas, exoficial de la Fuerza Aérea, quien fue testigo en 1967 de la desactivación simultánea de 10 misiles nucleares tras el avistamiento de un objeto volador no identificado sobre la base Malmstrom, en Montana. El WSJ atribuye lo ocurrido a efectos de pruebas con pulsos electromagnéticos (EMP), aparentemente destinadas a evaluar la resistencia de las barreras defensivas y los sistemas de respuesta de la base ante un posible ataque nuclear ruso. No obstante, el artículo no aporta evidencia técnica sobre estos ensayos ni explica por qué dicha información fue ocultada durante más de 50 años. Indignado, Salas escribió en su cuenta de X: «Acabo de publicar un enlace al artículo de desinformación del WSJ. Está tan equivocado en tantos aspectos que me hace pensar si no fue escrito por la Cábala Secreta UAP. Estaré refutando parte de esto relacionado con mi incidente en el podcast de Matt Ford The Good Trouble Show, que grabamos mañana». El artículo también ignora los cientos de testimonios actuales de pilotos militares y civiles que reportan encuentros frecuentes con UAPs. Entre ellos, Ryan Graves, expiloto de combate de la Marina y fundador de la organización Americans for Safe Aerospace, quien expresó su frustración con el autor del artículo: «Este artículo no refleja en nada la realidad casi diaria de los avistamientos que experimentan pilotos, miembros de las fuerzas armadas y personas comunes. Me decepciona que, tras múltiples conversaciones en buena fe que tuve con Joel Schectman (autor del artículo en el WSJ), él haya omitido toda esta información, resultando en una nota completamente parcial». El WSJ relata cómo algunos oficiales de la Fuerza Aérea fueron víctimas de una aparente «broma» institucional, en la que se les presentaban documentos falsos sobre tecnología antigravitatoria. Pero en lugar de desacreditar los testimonios de décadas, esta revelación demuestra cómo la propia estructura militar cultivó el mito mientras silenciaba a quienes tenían dudas reales. Este patrón de manipulación no es anecdótico. El propio artículo reconoce que el Departamento de Defensa omitió deliberadamente información clave en el informe oficial de AARO de 2024, “para proteger programas secretos y evitar vergüenzas institucionales”, según sus propias palabras. Esa admisión confirma que el ocultamiento sigue vigente, y refuerza la desconfianza sobre la versión presentada. En conclusión, el sesgado artículo del WSJ, lejos de esclarecer el fenómeno UAP, parece funcionar como un intento coordinado de reducir su seriedad, desacreditar a testigos legítimos y desviar la atención del creciente clamor por transparencia. Hacía mucho que un medio masivo no publicaba una pieza de desinformación sobre los OVNIs tan flagrante y descarada. Las omisiones deliberadas, explicaciones improvisadas y negaciones sin evidencia hacen de esta publicación una herramienta más de desinformación, no de revelación. La comunidad merece respuestas serias, no burlas institucionales. La verdad sigue aguardando tras un muro de secretismo, y cada intento por ocultarla no hace más que fortalecer la determinación de quienes insisten en sacarla a la luz y creer en la existencia de vida en el universo... A que no estamos solos.