TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 30 de mayo de 2019

AKHENATON: ¿Un faraón de origen extraterrestre?

En el año 1353 a.C. se alzaba al poder el décimo faraón de la decimoctava dinastía de Egipto. Su verdadera identidad todavía se discute pero gobernó diecisiete años y cuando subió al trono aplicó una serie de cambios religiosos radicales proclamándose descendiente directo del Sol (Atón) implantando el monoteísmo que a su vez sirvió de base para el judeo-cristianismo y el Islam. Llama la atención además que en las escasas representaciones que se conservan de este enigmático personaje - ya que muchas de sus estatuas fueron destruidas y su memoria maldecida por sus enemigos tras su muerte - su cráneo presenta dimensiones exageradas muy parecidas a las de los cráneos alargados encontrados en diversas partes del mundo y hay quienes están convencidos que tiene un origen extraterrestre. Coronado como Amenothep IV, a los pocos años renegó de su nombre y de la religión politeísta imperante en Egipto, tomando el nombre de Akhenaton, declarando a Atón (representado como el disco del sol con curiosos brazos o rayos apuntando hacia abajo) como el único dios, ordenando construir además una nueva capital en su honor llamada Ajetaton (El Horizonte de Atón) a mitad de camino de las ciudades imperiales de Tebas y Menfis, donde se le rendiría culto exclusivamente,decretando asimismo una implacable persecución de los sacerdotes y adoradores de los antiguos dioses - en especial de Amon - cuyos templos fueron cerrados y sus tesoros confiscados. Desde Ajetaton (la actual Amarna) gobernó durante diez años hasta su misteriosa muerte - posiblemente envenenado - aplicando una serie de audaces reformas nunca antes vistas en Egipto, por lo que sus enemigos lo calificaron como “el faraón hereje”. Tras su desaparición, su memoria fue proscrita y su nombre borrado de ‘la historia oficial’ de Egipto por el clero de Amón sediento de venganza al haber perdido todos sus privilegios durante su reinado. Sucedido en el cargo por su hijo Tutankatón, este fue renombrado por los sacerdotes como Tutankamón tras ‘restaurar’ la religión oficial y abandonar Ajetaton (que cayo en el olvido y cubierto por las arenas del desierto) regresando a vivir en Tebas, bajo la sombra del poderoso clero de Amón, que por cierto, no tardo mucho en deshacerse de el. Cabe destacar que su reinado fue uno de los más insignificantes en la historia de Egipto y si bien es muy conocido, ello se debe únicamente al fabuloso tesoro con el cual fue enterrado, que milagrosamente llego intacto hasta nuestros días. En cuanto a su padre, su rehabilitación recién llego el siglo pasado, cuando hubo una verdadera fascinación entre los egiptólogos europeos por la figura de Akhenatón, al considerarlo un precursor del monoteísmo religioso, por lo que su vida y obras han sido exhaustivamente estudiadas, aunque poco se sabe de sus últimos años y como su reinado llego a su fin. Durante su estancia en la nueva capital, Akhenatón también se dedicó a establecer como tenían que representarlo públicamente y aquí es donde difiere con el resto de faraones. Como sabéis, en la iconografía clásica egipcia, los faraones están representados con cuerpo muy ancho y cintura estrecha tanto en grabados como en estatuas, pero este no fue el caso de Akhenatón, quien tenía rasgos físicos totalmente contrarios si comparamos sus representaciones con las de otros faraones, ya que ordeno a los artistas que les esculpieran y pintaran tal como era, con su cuerpo deforme, el pecho hundido y el cráneo deformado. Venga ya, el realismo en estado puro que a los tradicionalistas les pareció escandaloso. Tras la muerte de Akhenatón, se destruyeron casi todas sus representaciones como los templos a Atón. La gente volvió a adorar a sus antiguos dioses como una forma de rechazar el rígido sistema religioso que el ‘faraón hereje’ impuso a la fuerza, aunque hay quienes afirman que en realidad lo hizo para esconder su origen alienígena. En 1907 un arqueólogo británico descubrió los restos de Akhenatón en el Valle de los Reyes. Se confirmó que efectivamente presentaba un cráneo deformado y alargado. Varios eruditos piensan que tenía una enfermedad conocida como el síndrome de Marfan, que le producía cierta anomalía física. Llama la atención que la mujer de Akhenatón, la reina Nefertiti, también presenta estos rasgos craneales en todas sus representaciones (al igual que sus hijos, con quienes aparecen grabados en una famosa estela que ilustra nuestra nota). ¿Porque Akhenatón y su familia fueron representados de esa manera? ¿Tendrían alguna anomalía genética que hizo que sus cabezas y cuerpos fueran deformes? ¿Hay algo más acerca de los orígenes de este extraño faraón que no sepamos? ¿Es posible que hayan sido híbridos humanos extraterrestres? ¿Por qué Akhenatón rompió las tradiciones politeístas de su floreciente reinado en el Antiguo Egipto e instauró un culto a un dios único? Todo se inició con una visión mística. O mejor dicho, con una aparición de un objeto luminoso que le revela que debe ser ‘la nueva religión’ para su nación. Según cuentan los relatos antiguos, durante una cacería de león, el faraón tuvo un encuentro con un “disco solar resplandeciente”, posado sobre una roca. Akhenatón se postró de rodillas ante el disco, quedó traspuesto y empezó una nueva era. Según los teóricos de los antiguos astronautas, este disco solar no era más que una nave extraterrestre en la que viajaba un emisario de Enki, una autoridad estelar superior que le dio las instrucciones requeridas para erradicar el politeísmo e iniciar el culto monoteísta, el primero conocido en la historia de la humanidad. Los seguidores de la teoría de Los Antiguos Astronautas afirman por su parte que Akhenatón procedería del sistema estelar de Sirio, el cual ha ejercido una enorme fascinación en los seres humanos desde hace milenios debido a su cercanía y brillante luz. De ahí su ahínco en la creación de una religión monoteísta centrada en la veneración a Atón (el Sol) entendiéndolo no como nuestra estrella, si no como algo místico más allá de nuestro planeta.