TIEMPOS DEL MUNDO
jueves, 25 de septiembre de 2025
VISITANTES DE MUNDOS LEJANOS: “La especie inteligente más cercana podría estar a 33.000 años luz”
Una nueva investigación presentada en la Reunión Conjunta EPSC-DPS 2025 en Helsinki sugiere que la civilización tecnológica más cercana a la Tierra podría hallarse a unos 33.000 años luz de distancia y que su especie podría haber existido al menos 280.000 años, e incluso millones de años, antes de coincidir con la nuestra. Los científicos responsables del estudio, el Dr. Manuel Scherf y el profesor Helmut Lammer, del Instituto de Investigación Espacial de la Academia Austriaca de Ciencias en Graz, destacan que estos datos reflejan las fuertes probabilidades de encontrar mundos similares a la Tierra con tectónica de placas y una atmósfera dominada por nitrógeno y oxígeno, en la proporción adecuada de oxígeno y dióxido de carbono para sustentar la vida. "Las inteligencias extraterrestres (ETI) en nuestra galaxia son probablemente bastante raras", afirma Scherf. Según los investigadores, estas condiciones hacen que la posibilidad de éxito de SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) sea limitada. El dióxido de carbono es esencial para sustentar la biosfera y la fotosíntesis, e impedir que la atmósfera escape al espacio. Sin embargo, un exceso puede generar un efecto invernadero descontrolado o un ambiente demasiado tóxico. La tectónica de placas juega un papel crucial al regular el dióxido de carbono mediante el ciclo carbono-silicato, aunque con el tiempo este gas puede quedar atrapado en las rocas y dejar de reciclarse. "En algún momento, se extraerá suficiente dióxido de carbono de la atmósfera como para que la fotosíntesis deje de funcionar", afirma Scherf. "En la Tierra, se espera que esto ocurra en un plazo de entre 200 millones y aproximadamente 1.000 millones de años". Actualmente, la atmósfera terrestre contiene un 78% de nitrógeno, un 21% de oxígeno y 0,042% de dióxido de carbono. Los investigadores calcularon escenarios alternativos: un planeta con 10% de dióxido de carbono y que se encuentre más lejos de su sol podría sostener su biosfera durante 4.200 millones de años, mientras que un planeta con 1% de dióxido de carbono lo haría durante un máximo de 3.100 millones de años. Además, los científicos destacan que estos mundos necesitarían al menos un 18 % de oxígeno. No solo los animales más grandes y complejos requieren este nivel, sino que, por debajo de ese umbral, no hay suficiente oxígeno libre para permitir la combustión, lo que impediría la fundición de metales y, por ende, el desarrollo de una civilización tecnológica. Scherf y Lammer contrastaron entonces la duración de la vida de la biosfera con el tiempo que tarda la vida tecnológica en evolucionar, que en la Tierra es de 4.500 millones de años, y la posible vida de una especie tecnológica. Esto es importante porque cuanto más tiempo sobreviva su especie, mayor será la probabilidad de que exista al mismo tiempo que nosotros. Los resultados son impactantes: para que existiera otra civilización tecnológica al mismo tiempo que la nuestra en un planeta con 10 % de dióxido de carbono, esa especie tendría que sobrevivir al menos 280.000 años. "Para que existan 10 civilizaciones al mismo tiempo que la nuestra, la vida media debe ser superior a 10 millones de años", añade Scherf. Esto sugiere que cualquier ETI que detectemos probablemente sería mucho más antigua que la humanidad. Son estas cifras las que también llevan a estimar que la siguiente civilización tecnológica más cercana se encuentra a unos 33.000 años luz de distancia. Nuestro Sol se encuentra a unos 27.000 años luz del centro galáctico, lo que significa que la civilización tecnológica más cercana a la nuestra podría estar al otro lado de la Vía Láctea. Estas cifras no son absolutas. Scherf señala que hay otros factores que deberían incluirse, como el origen de la vida, el origen de la fotosíntesis, el origen de la vida multicelular y la frecuencia con la que la vida inteligente desarrolla tecnología, pero que no pueden cuantificarse actualmente. Si cada uno de estos factores tiene una alta probabilidad, las ETI podrían no ser tan raras. Si cada uno de estos factores tiene una baja probabilidad, se requiere una perspectiva más pesimista. Sin embargo, Scherf cree firmemente que SETI debería continuar la búsqueda: "Aunque las ETI puedan ser raras, solo hay una manera de descubrirlo realmente: buscándolas. Si estas búsquedas no encuentran nada, nuestra teoría será más probable, y si SETI encuentra algo, será uno de los mayores avances científicos jamás logrados, ya que sabremos que no estamos solos en el universo" puntualizo. Este panorama encaja con la célebre paradoja de Fermi, que se pregunta por qué, si el universo está plagado de planetas, seguimos sin recibir señales de otros. La respuesta podría encontrarse en lo que el profesor Robin Hanson denominó ‘el Gran Filtro’: algún paso casi imposible que impide que una especie pase de la vida simple a la civilización interestelar. “La ausencia (al menos aparente) de civilizaciones extraterrestres sugiere que, por necesidad, tiene que haber un paso extremadamente improbable”. Quizá la vida inteligente es rarísima o la tendencia de las civilizaciones a autodestruirse antes de alcanzar el salto tecnológico necesario. Cada nuevo exoplaneta “potencialmente habitable” que se descubre refuerza la idea de que la Tierra no es única, pero también de que llegar a ser una sociedad galáctica es casi imposible. Como señalan desde Wired, el proyecto SETI, dedicado a buscar señales de radio extraterrestres, sigue siendo la apuesta más directa. “Sólo hay una forma real de comprobarlo: buscándolas. Si esas búsquedas no encuentran nada, nuestra teoría gana fuerza; pero si SETI detecta algo, será uno de los mayores avances científicos de la historia”. Mientras tanto, nuestro Sol continúa orbitando a 27.000 años luz del centro galáctico, un recordatorio de que, si existe compañía, podría estar al otro lado de la Vía Láctea, demasiado lejos para escucharnos.... pero si para visitarnos ya que tienen la tecnología para hacerlo, como el enigmático objeto interestelar 3I/ATLAS que nos “visitara” en noviembre, donde saldremos de dudas si se trata de una nave alienígena o no. A estar atentos a su llegada.
jueves, 18 de septiembre de 2025
SECRETOS POR DESCUBRIR: El objeto interestelar 3I/ATLAS podría ser mucho más grande de lo estimado
Un nuevo análisis de datos sugiere que el núcleo del enigmático 3I/ATLAS podría tener un diámetro de hasta 15 kilómetros, un tamaño que desafía los modelos actuales y plantea fascinantes preguntas sobre su origen. La clave de esta nueva estimación reside en observaciones tempranas que captaron al objeto antes de que comenzara su actividad cometaria. Datos recientemente publicados de la cámara Zwicky Transient Facility (ZTF), que identificó a 3I/ATLAS el 15 de mayo del 2025, muestran un comportamiento inesperado. Entre esa fecha y principios de junio, el brillo del objeto se mantuvo constante, creando una especie de «meseta» antes de empezar a aumentar. Este incremento posterior se debió a la pérdida de masa, que formó un resplandor de luz a su alrededor, confirmado por una imagen del telescopio espacial Hubble el 21 de julio. «La interpretación más sencilla de esa “meseta” inicial es que representaba el brillo del núcleo desnudo del objeto, antes de que el calor del Sol comenzara a sublimar sus hielos de forma significativa. El modelo basado en la imagen del Hubble estimaba un núcleo de 5.6 kilómetros. Sin embargo, el brillo constante durante la meseta fue entre 5 y 10 veces mayor de lo esperado para un objeto de ese tamaño», explicó el astrofísico Avi Loeb en respuesta a los resultados del nuevo estudio. «Si esta hipótesis es correcta, el diámetro real del núcleo de 3I/ATLAS sería la raíz cuadrada de ese factor de aumento, lo que resultaría en un impresionante tamaño de aproximadamente 15 kilómetros», añadió. En efecto, un núcleo de 15 kilómetros convertiría a 3I/ATLAS en un verdadero coloso. Sería unas 20 veces más grande en diámetro y unas 8.000 veces más masivo que el anterior visitante interestelar conocido, 2I/Borisov. Este tamaño monumental plantea una gran interrogante: ¿por qué no hemos detectado miles de objetos más pequeños como 2I/Borisov antes de encontrar un gigante como 3I/ATLAS? «El material rocoso disponible en el espacio interestelar es limitado, y la aparición de una roca de esta escala sería un evento extremadamente raro, quizás uno cada varios milenios», señaló Loeb. Una de las explicaciones propuestas es que 3I/ATLAS podría seguir una «trayectoria de inmersión selectiva» hacia el sistema solar interior. Esta trayectoria inusual, junto con su sorprendente alineación con el plano de la eclíptica - el plano en el que orbitan los planetas -, ha llevado a algunos a especular sobre un posible origen astrofísico desconocido o incluso tecnológico. A pesar de lo intrigante de la teoría, los investigadores advierten que los datos tempranos del ZTF tienen márgenes de error considerables, por lo que el brillo podría provenir de un artefacto. Afortunadamente, la solución a este misterio - del que mucho se habla por estos días - está cerca. El 3 de octubre del 2025, 3I/ATLAS pasará a solo 29 millones de kilómetros de Marte, donde la cámara HiRISE a bordo del Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA tendrá una oportunidad única para observarlo. Con una resolución de 30 kilómetros por píxel, HiRISE podrá obtener un límite superior mucho más estricto sobre el tamaño del núcleo, actuando como la «lupa de un detective». Como diría el personaje de Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes: «Es un error capital teorizar antes de tener toda la evidencia». Aunque no será una foto detallada, permitirá restringir con mucha precisión el diámetro de su núcleo. Lo que ha llamado la atención de este extraño objeto es que posee una «huella de luz» que no encaja con nada conocido, lo que lo distingue de cualquier otro cometa o asteroide, incluyendo a los otros dos objetos interestelares detectados hasta la fecha, Oumuamua y Borisov. La anomalía detectada reside en su polarización, una propiedad de la luz que revela asimetrías en la forma o composición de un objeto. El estudio, publicado en el servidor de preimpresión arXiv, informa que este invasor interestelar muestra una polarización negativa extremadamente profunda de -2.77 % en un ángulo de fase de 6.41 grados. Además, su «ángulo de inversión» (el punto en que la polarización cambia de signo) es inusualmente bajo, de solo 17.05 grados. «Esta combinación es única. Los cometas conocidos se clasifican en categorías de alta o baja polarización, pero 3I/ATLAS no encaja en ninguna. Este comportamiento polarimétrico nunca se había observado, marcando a 3I/ATLAS como el primer miembro de una clase de objetos completamente nueva para la ciencia», comentó Loeb sobre el estudio. Últimas informaciones dan cuenta que el objeto interestelar está cambiando de color a medida que se aproxima al Sol, pasando de rojo a verde en las últimas dos semanas. Según un informe del Observatorio Europeo Austral, dado a conocer este miércoles, este fenómeno responde a un fuerte aumento en la liberación de cianuro y níquel. Los científicos describen la evolución del objeto como «anómala» y sugieren que parece que «algo se ha encendido» en él. El estudio detalla que los incrementos en su actividad son «superlineales» y no corresponden ni a la disponibilidad de fotones ni a una respuesta térmica gradual. En cambio, los investigadores consideran que podrían deberse a un proceso activado por temperatura. «Lo que quieren decir es que existe un proceso con una temperatura mínima para ponerse en marcha», explicó Loeb a The New York Post. Según afirma, 3I/ATLAS estaría atravesando precisamente ese «efecto umbral». Los científicos del proyecto ATLAS interpretan esta evolución como un cambio en la forma en que el objeto refleja la luz solar, pasando de una superficie enrojecida a la producción de diminutos granos de hielo brillantes que modifican la opacidad de su nube de materiales. Aunque su tamaño exacto sigue siendo un misterio, los registros recientes apuntan a que 3I/ATLAS ya muestra las características de un cometa: una coma brillante, el inicio de una cola e incluso podría emitir su propia luz. La ciencia espera ahora las pruebas definitivas que nos proporcionara el Mars Reconnaissance Orbiter, los cuales - se espera - resuelvan el enigma del tamaño y la composición del 3I/ATLAS.
jueves, 11 de septiembre de 2025
UNA POTENCIAL AMENAZA: ¿Esta la humanidad preparada para una invasión extraterrestre?
La posibilidad de una invasión por seres alienígenas ha sido un tema recurrente no solo en la ciencia ficción, que han alimentado la imaginación colectiva con escenarios donde la humanidad se enfrenta a razas alienígenas hostiles que arriban a la Tierra para conquistarla o destruirla. Al respecto, una de las obras más influyentes que marcó el pensamiento sobre la posibilidad de una invasión extraterrestre fue La guerra de los mundos, escrita por H.G. Wells en 1898. Probablemente, sin saberlo, Wells popularizó la noción de vida en otros planetas en una época en la que apenas comenzaba a estar en el imaginario colectivo, ya que tampoco había sido totalmente aceptada. A través de su relato, nos invita a reflexionar sobre los avances de la humanidad y, al mismo tiempo, sobre nuestra fragilidad frente a lo desconocido en medio de una situación para la que posiblemente no estemos preparados. Lo que distingue a esta obra y la hizo tan fascinante es la forma en que Wells presenta la invasión extraterrestre como una crónica capaz de hacer ‘palpable’ todo lo que sucede. A través de los ojos de un narrador de quien nunca conocemos su identidad, nos adentra en un escenario de tensión global que inicia en el sur de Inglaterra, donde los marcianos, con su avanzada tecnología y su ansia de conquista, arrasan con la humanidad y todos los seres vivos. Esta narrativa le da una sensación de inmediatez y realismo, que hace que la invasión se sienta aún más aterradora. Lo atrayente de La guerra de los mundos no solo radica en la invasión misma, sino en la atmósfera inquietante que crea Wells. A través de sus páginas, abordo temas profundos como el miedo a lo desconocido, la lucha por la supervivencia y el choque entre civilizaciones, reflejando miedos que son profundamente humanos. Como podéis imaginar, el impacto de la obra fue inmediato y trascendió en su época, pero también continuó siendo relevante en los años siguientes, cuando empezó a tomar nuevas adaptaciones. Una de ellas tuvo lugar en 1938, cuando Orson Welles adaptó el libro a una radionovela, lo que desató un pánico masivo. A pesar de la nota introductoria en la que advertía que lo que iban a escuchar estaba basado en una novela de ciencia ficción, la historia colapsó a quienes la escucharon, generando conmoción e incluso motivando las llamadas desesperadas a las autoridades avisando de la supuesta invasión. La fuerza de la narración, el poder de la dramatización y el miedo ante la posibilidad, resultaron en una combinación perfecta para el oyente que se saltó la advertencia inicial y encendió la radio en mitad de la historia. A pesar del tiempo, La guerra de los mundos continúa siendo una obra que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia ignorancia y vulnerabilidad, y a la vez, imaginar qué sucedería si un día nos sorprende una invasión extraterrestre. Un clásico de la ciencia ficción que invita a pensar e imaginar cuál será el futuro de nuestra civilización. Por cierto, y volviendo al tema de fondo, para los alienígenas poner a la Tierra en jaque es bien sencillo: solo tienen que acabar con todos nuestros satélites. Sin bajas, sin desembarcos y disparando sus cañones láser -o lo que sean- desde una distancia cósmica prudencial. No hay duda que ése sería el primer paso de una hipotética invasión. ¿Y qué decir de someter al planeta a un brutal pulso electromagnético (PEM) que fría todos los componentes electrónicos? Entre 1961 y 1962 Rusia puso en marcha su Proyecto K, entre cuyos objetivos estaba el estudio de los efectos de un PEM creado por explosiones atómicas en la alta atmósfera. Durante la prueba del 22 de octubre de 1962, el PEM fundió 570 kilómetros de línea telefónica monitorizada e incendió las protecciones que habían colocado, además de causar un incendio que destruyó una central eléctrica e inutilizar 1 000 km de cables eléctricos subterráneos. ¿Se imaginan algo así, pero a nivel planetario? Si quieren hundir nuestra civilización, los alienígenas solo deben procurar que desaparezca la red eléctrica. Obviamente, si su idea es adueñarse del planeta, al final tendrán que enfrentarse a nosotros en algún momento. Aprender a defendernos de un enemigo tecnológicamente superior a nosotros -es lo que se llama guerra asimétrica- es algo para lo que deberíamos estar preparados. En un primer momento podríamos estar tentados a pensar que, como decían los Borg en la serie de ciencia ficción Star Trek, toda resistencia es fútil. Pero no tiene por qué ser así. Si bien los científicos creen que la posibilidad de una invasión “parece remota”, hay quienes han comenzado a considerar los escenarios de riesgo y las capacidades reales de respuesta que tendría la Tierra ante una amenaza de este tipo. Actualmente no existe un protocolo global unificado para enfrentar una invasión extraterrestre, Sin embargo, hay ciertas guías y marcos que podrían adaptarse a una situación así. La ONU, a través de la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UNOOSA) ha trabajado en regulaciones relacionadas con el uso pacífico del espacio, pero no cuenta con un plan específico para una amenaza interestelar. La NASA por su parte, ha colaborado en simulacros de contacto con vida extraterrestre - aunque en contextos no hostiles - y ha desarrollado procedimientos de bioseguridad y contención en caso de recibir muestras orgánicas de origen no terrestre. “Tenemos procedimientos para un posible hallazgo de vida microbiana, pero no para civilizaciones avanzadas y hostiles señalo el astrobiólogo David Grinspoon. Pero ¿Cómo responderían los sistemas de defensa de la Tierra? En términos militares, los países más desarrollados disponen de defensa aérea avanzada, pero estas tecnologías están diseñadas para amenazas humanas, como misiles y aviones. Sin embargo, la posibilidad de repeler tecnología extraterrestre - mucho más avanzada que la humana - es altamente cuestionable. EE.UU. China y Rusia cuentan con capacidades de defensa espacial, pero su alcance es limitado frente a posibles armas alienígenas que fácilmente podrían neutralizarlas, dejándonos indefensos. Ante ello, la coordinación internacional seria fundamental, aunque hasta ahora no existe una fuerza global con autoridad y capacidad para actuar de forma unificada. Cabe precisar que el científico y exastronauta Chris Hadfield ha advertido que cualquier contacto con inteligencia extraterrestre debería abordarse con cautela extrema, ya que el desequilibrio tecnológico podría colocar a la humanidad en una situación de vulnerabilidad total. Uno de los mayores desafíos no seria necesariamente militar, sino psicológico y social. Estudios realizados por la Universidad de Arizona y el SETI Institute sugieren que la revelación de vida extraterrestre, especialmente hostil, podría generar pánico global, colapso de sistemas sociales y económicos, así como reacciones irracionales por parte de gobiernos o poblaciones. “Incluso un simple mensaje de contacto ha sido evaluado como potencialmente desestabilizador en términos religiosos, culturales y políticos” explico Jill Tarter, ex directora de SETI Institute. “Además, plataformas digitales podrían amplificar el caos informativo, con desinformación, teorías conspirativas y colapsos en la confianza institucional” acoto. Como sabéis, los clásicos de ciencia ficción han planteado diversos escenarios de contacto hostil. Estos relatos - aunque sean producto de la imaginación - sirven como modelos mentales y advertencias, reflejando los miedos colectivos y nuestras debilidades sociales. En muchos casos, la falta de cooperación global y la desconfianza mutua entre las naciones para compartir información son los factores que agravarían la crisis ante una invasión. Otras narrativas exploran la esperanza en la unidad humana y la resiliencia colectiva, elementos clave si algún día nos enfrentamos a lo desconocido. En conclusión, la humanidad no está realmente preparada para una invasión alienígena. No existen protocolos concretos, la defensa tecnológica seria limitada y el impacto social podría ser desastroso. Sin embargo, el debate abierto es una oportunidad para explorar nuevas estrategias de cooperación global, preparación tecnológica y desarrollo científico. “La preparación para lo improbable también fortalece nuestra capacidad de enfrentar lo inesperado aquí en la Tierra” concluyen varios expertos en geoestrategia y astrobiología. Con la inminente llegada del enigmático objeto interestelar 3I/ATLAS en noviembre, o el reciente anuncio de la NASA de que se descubrió “la señal más clara de vida en Marte”, sí que debemos estar preocupados.
jueves, 4 de septiembre de 2025
EL CASTILLO HOUSKA: ¿Una entrada al Inframundo?
Muchos antiguos e imponentes castillos suelen ser escenarios de historias extraordinarias y de misteriosas leyendas. En algunos casos, pueden sonar a mitos disparatados, pero no es el caso del Castillo Houska, ubicado en la Republica Checa. Esta fortaleza medieval que se encuentra en un cerro aislado fue escenario de horripilantes sucesos de fuerzas sobrenaturales. O al menos así lo relatan los testigos de ello. Hay varios datos que no cierran sobre los primeros relatos del Castillo Houska. La razón de su construcción es una gran incógnita para sus historias ya que la edificación corona un monte sin importancia estratégica. El edificio no tiene agua y, lo que resulta aún más extraño, es que está fortificado por dentro en lugar de por fuera. Es decir, para contener a aquellos que querían escapar de él. Al respecto, el administrador de Houska, Miroslav Konopásek, explicó la versión sobre la tarea del castillo: “En las crónicas no hay muchos registros sobre la primera construcción del castillo, pero queda claro que Houska no debe protegerse de sus alrededores, sino que protege al mundo de algo que se encuentra en su interior y que no debe salir”. Los lugareños tienen una clara y precisa respuesta sobre esta particularidad: fue creado para sellar la entrada al infierno. Según una leyenda, en la cima del monte ubicado en la región de Bohemia, a una hora de Praga, existía una profunda hendidura sobre la que se alzó el castillo. Los registros sobre su construcción son difusos y hay pocos datos oficiales. Uno de los primeros indicios se remonta al príncipe Slavibor Pšovany, miembro de una importante familia que gobernaba la zona durante el siglo X. Él fue quien construyó la primera edificación para otorgársela a su hijo Houza, de quien recibió el nombre. Sin embargo, poco se conoce de aquellos primeros años del castillo, que volvió a aparecer en las páginas de la historia en 1270. En aquel momento, se edificó la estructura que se conoce en la actualidad por orden del Rey Přemysl Ottokar II de Bohemia. Aunque son pocos los documentos que reconstruyen la época, padaso casi un siglo, en 1316, se hallaron nuevos documentos cuando la edificación pasó a manos de la nobleza. A partir de allí, su leyenda comenzó a cobrar vida. Estos escritos señalan que Ottokar ordenó construir el imponente castillo para “sellar la entrada al infierno”. Por este motivo, el mecanismo de defensa no estaba destinado a un enemigo exterior sino para proteger al mundo de una fuerza misteriosa proveniente del interior. Según la leyenda que trascendió a través de los años gracias al boca a boca de los habitantes de la zona, de aquella hendidura “emergían monstruos mitad humanos y mitad animales”, por lo que nadie se atrevía a acercarse. Además, jamás se logró determinar la profundidad de la misteriosa grieta. “Yo insisto en que la puerta al infierno existe aquí. Se dice que, en el siglo IX, cuando construyeron aquí un asentamiento de madera, la roca debajo de él se resquebrajó. Las crónicas cuentan que por la grieta salían criaturas infernales que causaban daños a personas, animales y perjudicaban la cosecha”, explicó Konopásek. Cuando el rey ordenó la construcción que se conoce en la actualidad, muchos obreros murieron durante el trabajo. Poco se supo de sus fallecimientos, pero esto obligó a Ottokar a emprender una investigación para descubrir qué ocurría en las profundidades. Por eso, le ofreció a varios condenados a muerte el perdón a cambio de bajar a la siniestra grieta y desentramar sus misterios. Quienes aceptaron el reto fueron colgados de una soga hacia la temible grieta. Al descender, todos ellos gritaron aterrorizados y regresaron suplicando la condena. Quienes relataron estos acontecimientos, aseguraron que “volvían con el pelo blanco y que habían envejecido 30 años”. Finalmente, la mayoría murió sin emitir una palabra de lo que habían presenciado allí. Sin pruebas sólidas pero con el terror como bandera, el rey ordenó construir una capilla para contener las fuerzas del mal y sellar la aparente puerta al infierno. Esta obra está consagrada a San Miguel y cuenta con varias pinturas acordes. Las personas que la visitaron relataron que una de ellas refleja a una arquera zurda, mitad mujer y mitad monstruo, que apunta su arco contra un hombre. Según sus historiadores, representa lo que vivían quienes presenciaban las espectrales apariciones. El encargado del castillo, que visita a diario las instalaciones, añadió: “Las crónicas aseguran que la historia de los reos es cierta y en su momento creyeron que la creación de una iglesia contendría a esas criaturas del mal. Sin embargo, también aseguran que este lugar es vigilado por un ser sin rostro, con una capucha negra, que no representa peligro para los humanos”. Pero su misterioso acceso al infierno no describe la leyenda completa del castillo Houska. Durante el siglo XV, a causa de la Guerra de los Treinta Años que azotó a Praga, la construcción se fortificó y funcionó como refugio de una facción del ejército sueco, dirigida por el comandante y hechicero Oronte. Según los escritos, en una habitación llamada “El salón de los cazadores”, él practicaba magia negra cada noche, con la colaboración de estas espeluznantes criaturas. “Con sus experimentos, buscaba la inmortalidad y por eso se creía que los espíritus lo acompañaban durante sus rituales”, agregó el encargado del castillo. En esa misma cámara fue asesinado por dos cazadores desde el exterior. En la actualidad, según atestiguan los visitantes del castillo, “se pueden ver sus huellas deambulando por el salón cada noche”. Se cree que su alma aún vive en Houska. Más adelante, cuando el mundo se vio inmerso en la Segunda Guerra Mundial, el castillo también fue protagonista. Cuando los nazis ocuparon los Sudetes en octubre de 1938, las tropas alemanas confiscaron el castillo bajo las órdenes de Heinrich Himmler. Así, la policía secreta alemana ocupó Houska y lo utilizó como un depósito de libros judíos y masónicos, extraídos de las bibliotecas de Berlín y Hamburgo. Si bien jamás se pudieron corroborar con pruebas fehacientes estos relatos, los lugareños mantienen la creencia de que los nazis realizaban experimentos sobrenaturales, buscando dominar las fuerzas demoníacas que allí residían. Además, sus testimonios sostienen que también funcionó como un laboratorio, donde los médicos alemanes realizaban estudios con los habitantes de la zona que secuestraban. No obstante, no existen pruebas al respecto. Miroslav Konopásek se refirió a aquellos acontecimientos y apuntó: “No hay escritos que afirmen qué ocurrió realmente durante la época nazi en el interior del castillo. Su toma es algo real y ocurrió, pero los sucesos de experimentos son un mito que trascendió entre los habitantes que residían en las cercanías de Houska. Más allá de eso, hay muchos testigos que contaron, a través de sus familias, las desapariciones y los secuestros de los campesinos”. Tras la guerra, y luego de permanecer abandonado por muchos años, en la década del 90′ se le encargó al ingeniero Jaromír Simonek su reconstrucción. Se trabajó en ella durante años hasta que en 1999 sus puertas se abrieron al público como una atracción turística. De esta manera, luego de varios siglos, los visitantes pueden atestiguar los extraños sucesos del castillo Houska. A pesar de que cientos de turistas lo visitan cada año, nunca nadie se atrevió a profundizar en investigaciones para desentramar los misterios que perduran en la grieta. Según relatan los guías del castillo, aún se puede acceder al sótano y ver la misteriosa hendidura, la aparente entrada al infierno. “El que entre en Houska y se comporta como un invitado, no le va a pasar nada. Sin embargo, los que pretenden algo malo, tendrán problemas”, aseguró Miroslav Konopásek. Quizás nunca se sepa si es solo una leyenda pero, si esta no lo es, las tenebrosas criaturas del mal todavía descansan selladas debajo del castillo.
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