TIEMPOS DEL MUNDO
jueves, 4 de septiembre de 2025
EL CASTILLO HOUSKA: ¿Una entrada al Inframundo?
Muchos antiguos e imponentes castillos suelen ser escenarios de historias extraordinarias y de misteriosas leyendas. En algunos casos, pueden sonar a mitos disparatados, pero no es el caso del Castillo Houska, ubicado en la Republica Checa. Esta fortaleza medieval que se encuentra en un cerro aislado fue escenario de horripilantes sucesos de fuerzas sobrenaturales. O al menos así lo relatan los testigos de ello. Hay varios datos que no cierran sobre los primeros relatos del Castillo Houska. La razón de su construcción es una gran incógnita para sus historias ya que la edificación corona un monte sin importancia estratégica. El edificio no tiene agua y, lo que resulta aún más extraño, es que está fortificado por dentro en lugar de por fuera. Es decir, para contener a aquellos que querían escapar de él. Al respecto, el administrador de Houska, Miroslav Konopásek, explicó la versión sobre la tarea del castillo: “En las crónicas no hay muchos registros sobre la primera construcción del castillo, pero queda claro que Houska no debe protegerse de sus alrededores, sino que protege al mundo de algo que se encuentra en su interior y que no debe salir”. Los lugareños tienen una clara y precisa respuesta sobre esta particularidad: fue creado para sellar la entrada al infierno. Según una leyenda, en la cima del monte ubicado en la región de Bohemia, a una hora de Praga, existía una profunda hendidura sobre la que se alzó el castillo. Los registros sobre su construcción son difusos y hay pocos datos oficiales. Uno de los primeros indicios se remonta al príncipe Slavibor Pšovany, miembro de una importante familia que gobernaba la zona durante el siglo X. Él fue quien construyó la primera edificación para otorgársela a su hijo Houza, de quien recibió el nombre. Sin embargo, poco se conoce de aquellos primeros años del castillo, que volvió a aparecer en las páginas de la historia en 1270. En aquel momento, se edificó la estructura que se conoce en la actualidad por orden del Rey Přemysl Ottokar II de Bohemia. Aunque son pocos los documentos que reconstruyen la época, padaso casi un siglo, en 1316, se hallaron nuevos documentos cuando la edificación pasó a manos de la nobleza. A partir de allí, su leyenda comenzó a cobrar vida. Estos escritos señalan que Ottokar ordenó construir el imponente castillo para “sellar la entrada al infierno”. Por este motivo, el mecanismo de defensa no estaba destinado a un enemigo exterior sino para proteger al mundo de una fuerza misteriosa proveniente del interior. Según la leyenda que trascendió a través de los años gracias al boca a boca de los habitantes de la zona, de aquella hendidura “emergían monstruos mitad humanos y mitad animales”, por lo que nadie se atrevía a acercarse. Además, jamás se logró determinar la profundidad de la misteriosa grieta. “Yo insisto en que la puerta al infierno existe aquí. Se dice que, en el siglo IX, cuando construyeron aquí un asentamiento de madera, la roca debajo de él se resquebrajó. Las crónicas cuentan que por la grieta salían criaturas infernales que causaban daños a personas, animales y perjudicaban la cosecha”, explicó Konopásek. Cuando el rey ordenó la construcción que se conoce en la actualidad, muchos obreros murieron durante el trabajo. Poco se supo de sus fallecimientos, pero esto obligó a Ottokar a emprender una investigación para descubrir qué ocurría en las profundidades. Por eso, le ofreció a varios condenados a muerte el perdón a cambio de bajar a la siniestra grieta y desentramar sus misterios. Quienes aceptaron el reto fueron colgados de una soga hacia la temible grieta. Al descender, todos ellos gritaron aterrorizados y regresaron suplicando la condena. Quienes relataron estos acontecimientos, aseguraron que “volvían con el pelo blanco y que habían envejecido 30 años”. Finalmente, la mayoría murió sin emitir una palabra de lo que habían presenciado allí. Sin pruebas sólidas pero con el terror como bandera, el rey ordenó construir una capilla para contener las fuerzas del mal y sellar la aparente puerta al infierno. Esta obra está consagrada a San Miguel y cuenta con varias pinturas acordes. Las personas que la visitaron relataron que una de ellas refleja a una arquera zurda, mitad mujer y mitad monstruo, que apunta su arco contra un hombre. Según sus historiadores, representa lo que vivían quienes presenciaban las espectrales apariciones. El encargado del castillo, que visita a diario las instalaciones, añadió: “Las crónicas aseguran que la historia de los reos es cierta y en su momento creyeron que la creación de una iglesia contendría a esas criaturas del mal. Sin embargo, también aseguran que este lugar es vigilado por un ser sin rostro, con una capucha negra, que no representa peligro para los humanos”. Pero su misterioso acceso al infierno no describe la leyenda completa del castillo Houska. Durante el siglo XV, a causa de la Guerra de los Treinta Años que azotó a Praga, la construcción se fortificó y funcionó como refugio de una facción del ejército sueco, dirigida por el comandante y hechicero Oronte. Según los escritos, en una habitación llamada “El salón de los cazadores”, él practicaba magia negra cada noche, con la colaboración de estas espeluznantes criaturas. “Con sus experimentos, buscaba la inmortalidad y por eso se creía que los espíritus lo acompañaban durante sus rituales”, agregó el encargado del castillo. En esa misma cámara fue asesinado por dos cazadores desde el exterior. En la actualidad, según atestiguan los visitantes del castillo, “se pueden ver sus huellas deambulando por el salón cada noche”. Se cree que su alma aún vive en Houska. Más adelante, cuando el mundo se vio inmerso en la Segunda Guerra Mundial, el castillo también fue protagonista. Cuando los nazis ocuparon los Sudetes en octubre de 1938, las tropas alemanas confiscaron el castillo bajo las órdenes de Heinrich Himmler. Así, la policía secreta alemana ocupó Houska y lo utilizó como un depósito de libros judíos y masónicos, extraídos de las bibliotecas de Berlín y Hamburgo. Si bien jamás se pudieron corroborar con pruebas fehacientes estos relatos, los lugareños mantienen la creencia de que los nazis realizaban experimentos sobrenaturales, buscando dominar las fuerzas demoníacas que allí residían. Además, sus testimonios sostienen que también funcionó como un laboratorio, donde los médicos alemanes realizaban estudios con los habitantes de la zona que secuestraban. No obstante, no existen pruebas al respecto. Miroslav Konopásek se refirió a aquellos acontecimientos y apuntó: “No hay escritos que afirmen qué ocurrió realmente durante la época nazi en el interior del castillo. Su toma es algo real y ocurrió, pero los sucesos de experimentos son un mito que trascendió entre los habitantes que residían en las cercanías de Houska. Más allá de eso, hay muchos testigos que contaron, a través de sus familias, las desapariciones y los secuestros de los campesinos”. Tras la guerra, y luego de permanecer abandonado por muchos años, en la década del 90′ se le encargó al ingeniero Jaromír Simonek su reconstrucción. Se trabajó en ella durante años hasta que en 1999 sus puertas se abrieron al público como una atracción turística. De esta manera, luego de varios siglos, los visitantes pueden atestiguar los extraños sucesos del castillo Houska. A pesar de que cientos de turistas lo visitan cada año, nunca nadie se atrevió a profundizar en investigaciones para desentramar los misterios que perduran en la grieta. Según relatan los guías del castillo, aún se puede acceder al sótano y ver la misteriosa hendidura, la aparente entrada al infierno. “El que entre en Houska y se comporta como un invitado, no le va a pasar nada. Sin embargo, los que pretenden algo malo, tendrán problemas”, aseguró Miroslav Konopásek. Quizás nunca se sepa si es solo una leyenda pero, si esta no lo es, las tenebrosas criaturas del mal todavía descansan selladas debajo del castillo.