TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 7 de octubre de 2021

EL POZO SUPERPROFUNDO DE KOLA: ¿Una entrada al infierno?

Ubicado en un lugar hoy abandonado en Rusia y cubierto por una tapa extremadamente pesada de metal y oxidada incrustada en el piso, se encuentra el pozo más hondo jamás perforado por el ser humano para ver que se esconde en las profundidades de la Tierra. Nos referimos al pozo superprofundo de Kola, que hoy vuelve a ser noticia ya que las autoridades de la región de Múrmansk, en el noroeste del país, se plantean ceder al Estado dicha propiedad y quizás, abrirlo para visitas turísticas, informa al respecto The Daily Mirror. En efecto, el pozo tiene una profundidad de 12.262 metros, lo que lo convierte en el objeto científico de su tipo más hondo del mundo. La historia de la instalación comenzó en 1970, y se debió a la carrera entre Rusia y los EE.UU. para llegar a la discontinuidad de Mohorovicic, el límite entre la corteza y el manto terrestre. El pozo está ubicado en el escudo Báltico, una antigua placa tectónica de unos 3.000 millones de años. Durante cuatro años, los investigadores taladraron 7.263 metros. A esa profundidad, la primera perforadora, similar a las industriales, ya no era eficaz, por lo fue necesario sustituirla por una nueva que pudiera continuar la perforación a una velocidad de 60 metros por mes. El reemplazo de maquinaria duró un año entero. En 1983 se había logrado alcanzar una profundidad de 12.066 metros, pero al año siguiente la perforadora se rompió y una sección del aparato se quedó en el túnel principal, de manera que los científicos tuvieron que empezar labores de nuevo en el túnel de reserva. Ocho años más tarde consiguieron llegar a la profundidad actual. A ello siguieron dos averías más que impidieron continuar la perforación. En el 2008, la instalación fue cerrada oficialmente. A 12 kilómetros de profundidad, las condiciones de trabajo se volvieron todavía más difíciles, relató en el 2007 el entonces director de la instalación, David Gubermán. “Nos enfrentamos a lo que los perforadores llaman ‘curvatura natural’. Cuando las rocas duras se intercalan frecuentemente con rocas blandas, el pozo deja de avanzar verticalmente y ‘gira’ hacia las rocas suaves”, señaló el científico, en una entrevista, en el 2007. La leyenda más famosa relacionada con el pozo de Kola cuenta que unos científicos dirigidos por el Dr. Azzacov, habían excavado un agujero de unos 14.4 km antes de encontrar una cavidad subterránea. Intrigados por este inesperado descubrimiento, hicieron descender un micrófono extremadamente resistente al calor junto con otros dispositivos sensoriales dentro del pozo. La temperatura registrada era de unos 1.100 º C. De inmediato comenzaron a escucharse gritos y lamentos, que fueron interpretados como los gritos de los condenados en el infierno. De hecho, la historia se originó en un diario finlandés, que la publicó el 1 de abril de 1989, pero al poco tiempo ya la divulgaban medios de todo el mundo, dando al pozo superprofundo una inesperada popularidad. “Para mí, estas publicaciones fueron una completa sorpresa. Trabajábamos tranquilamente […] y de repente una ráfaga de llamadas telefónicas cayó sobre nuestra oficina. […] Finalmente, le pregunté directamente a una persona que llamó: ‘¿Por qué todos se interesan repentinamente por nosotros?’ ‘Bueno’, respondió, ‘en todos los periódicos dicen: ‘Llegaron al infierno y despertaron a los demonios”, recuerda Gubermán. No obstante, las condiciones en el fondo del pozo sí podrían considerarse infernales, ya que, dada la proximidad del núcleo terrestre, a esa profundidad la temperatura es de 200 grados centígrados. Durante la perforación, los investigadores extrajeron del pozo superprofundo de Kola 4.400 metros de muestras de rocas que les permitieron analizar la estructura de la corteza continental. “Se suponía que a una profundidad de unos 7.000 metros se descubriría la llamada discontinuidad de Conrad entre granitos y basaltos. Al final, entramos en los granitos, es decir, las arqueas, a una profundidad de 6.840 metros, y ya no los abandonamos. No había basaltos ni siquiera a 12.000 metros. De manera que el pozo mostró que la estructura de capas de la corteza terrestre no es un dogma”, explicó Gubermán. El antiguo director del pozo reveló otro descubrimiento geológico inesperado, y es que las rocas extraídas a 3-4 kilómetros de profundidad resultaron casi idénticas a las de la Luna. Al mismo tiempo, el pozo supuso un avance importante también para la biología, ya que, al detectar en las muestras 14 especies de microorganismos petrificados, los investigadores constataron que la vida en nuestro planeta se originó al menos 1.500 millones de años antes de lo que se creía. Cabe destacar que el esfuerzo y el dinero invertido en este faraónico proyecto no fueron en vano. Gracias a él conocemos mejor la corteza de nuestro planeta y cómo se comporta sometida a grandes presiones y temperaturas. Hoy en día seguimos sin haber podido alcanzar el manto. Nunca hemos podido estudiar “en vivo” lo que hay bajo la corteza, pero el sueño de conseguirlo no se ha esfumado. Existen proyectos que buscan perforar el lecho marino de una zona del Pacífico cuya corteza mide apenas seis kilómetros de grosor. Otras propuestas más futuristas apuestan por cápsulas capaces de propulsarse hasta la discontinuidad de Mohorovičić, fundiendo la corteza a su paso y ahorrándonos la fiebre de los pozos casi imposibles. Sea como fuere, hemos viajado al espacio antes que las profundidades de nuestro mundo. En el interior del planeta existen misterios que permanecen ocultos. Secretos reales que nos hablan de la historia del planeta, de nuestro pasado y nuestro futuro. Historias que tan solo suponemos conocer mediante teorías de las más diversas, pero de las que nos faltan pruebas directas para comprobar su veracidad. No cabe duda que nuestro viaje al centro de la Tierra ni siquiera ha comenzado.