TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 27 de junio de 2024

TESTIMONIO REVELADOR: Alienígenas usaron el control mental para evitar que militares recuperaran una nave estrellada

Estas impactantes afirmaciones provienen de correos electrónicos ahora divulgados del ex-científico de la CIA, Hal Puthoff, y del ex-analista de la División de Ciencias de la Vida de la CIA, Kit Green. En efecto, un documento subido recientemente a Internet, compila y resume varios casos de OVNIS cronológicamente ordenados. Uno de ellos, originalmente difundido en una revista ufológica del siglo pasado por alguien bajo el seudónimo de Greg Halifax, cita a Harold E. Puthoff, un físico estadounidense conocido por su trabajo en diversas áreas de la ciencia y la tecnología, así como por sus investigaciones en fenómenos paranormales y estudios sobre percepción extrasensorial. En este contexto, Puthoff se hace eco de una extraña historia a la que, por alguna razón, le otorga bastante crédito. La historia menciona a alguien llamado Sedge Masters, quien formaba parte de un equipo que, al intentar recuperar una presunta nave alienígena estrellada, fue sometido a un tipo de control mental telepático. Sedge alego que esta operación constituyó la "más negra de las operaciones encubiertas estadounidenses", involucrando a varios miembros de la comunidad de inteligencia, todos examinados minuciosamente para determinar su solidez psicológica, informo esta semana The Daily Star. En el relato, un coronel anónimo le cuenta a un psicólogo cómo durante la recuperación de un accidente, una enorme 'nave' UAP se materializó sobre el lugar del accidente, instruyendo telepáticamente al equipo de recuperación para que no rescataran la embarcación caída. A continuación, veamos lo que dice la historia: Ténganse en cuenta que el término UAP fue agregado durante la compilación moderna, que también incluyó referencias actuales en forma de enlaces. Hemos conservado el término OVNI en la siguiente traducción para una mayor claridad ¿vale?: “El 31 de julio de 1999, Hal Puthoff, ex-científico de la CIA y de EarthTech, envió un correo electrónico al ex-analista de la División de Ciencias de la Vida de la CIA, Kit Green, y a su pareja Kristin B. Zimmerman, sobre una historia publicada en una revista de OVNIS bajo el seudónimo de Greg Halifax acerca de un miembro del personal de recuperación de OVNIS llamado Sedge Masters. La historia se refiere a que Masters había participado en un grupo de recuperación conocido como Zodiac, del cual Puthoff afirma: ‘Tenemos razones para creer que el conjunto de historias son solo versiones ligeramente ficticias de las experiencias de una fuente escribiendo registros para los archivos en WPAFB’. Puthoff pregunta a Green si alguna vez ha oído hablar de Zodiac, que se supone es el nombre verdadero, no MJ-12 o Majestic 12”. En ese momento, Green era el Director de Tecnología de General Motors Asia Pacífico, mientras que Zimmerman estaba en Investigación y Desarrollo de GM en el área de diseño avanzado. La historia de Sedge Masters describe las ‘operaciones encubiertas más secretas de EE.UU.’ que tratan directamente con OVNIS, recopiladas de varias fuentes diferentes, y afirma que existe un programa de gestión de naves alienígenas que está fuera del rango normal de actividades programáticas y solo se seleccionan miembros de la comunidad de inteligencia con perfiles psicológicos específicos. Se dice que el programa se llamaba Zodiac y tenía diferentes subdivisiones correspondientes a diferentes signos zodiacales, incluyendo Aquarius. Se afirma además que la CIA tenía control sobre Zodiac desde la década de 1980 y que entre 1947 y 1980 este programa recuperó once naves de diferentes tamaños y calidades, algunas de las cuales incluían ocupantes vivos de apariencia nórdica, pequeños y peludos, ‘grises’ altos y ‘grises’ bajos. Las ubicaciones de las recuperaciones incluyen Roswell, la costa de Dinamarca y el Medio Oeste. En la historia, un coronel no identificado le dice a un psicólogo que durante una recuperación de un accidente, una nave más grande apareció sobre el sitio del accidente y telepáticamente le dijo al equipo de recuperación que no se llevara la nave. El equipo luego experimentó 90 minutos de tiempo perdido y no pudo compartir esa información con el personal de la Base de la Fuerza Aérea Wright-Patterson (WPAFB) hasta que fueron telepáticamente ‘liberados’ y capaces de hacerlo; el psicólogo afirma que ‘los pequeños bastardos grises tienen control del pensamiento y proyección de empatía’. La historia también menciona que una sala de archivos en la WPAFB tiene más de 2 millones de informes de avistamientos de OVNIS por parte de personal militar y civiles estadounidenses, la mayoría de los cuales nunca fueron investigados. A la luz de las recientes revelaciones de exfuncionarios como David Grusch y otros denunciantes UAP, esta historia, que antaño parecía bizarra, hoy adquiere ribetes de realidad. Asimismo, el destacado físico mencionado en el texto, Hal Puthoff, ha mantenido su postura sobre el hecho de que el gobierno de EE.UU. posee materiales recuperados de naves no humanas. Esto se deduce de una declaración que hizo hace apenas un par de años, durante una entrevista para un canal de YouTube. Aunque no se hicieron públicos más detalles del encuentro, un documento compartido en Reddit esta semana alega asimismo que la CIA “posee más de dos millones de cuentas de avistamientos de OVNIS por parte de personal militar y civiles estadounidenses que nunca fueron investigados". ¿Hasta cuándo lo mantendrán oculto?

jueves, 20 de junio de 2024

LONG DOG: ¿Solo una siniestra y temible criatura de leyenda?

El estado de Tennessee, en los EE.UU., figura entre el resto del país en cuanto a temas sobrenaturales. En sus rincones nunca faltan historias sobre lugares macabros, influencia de apariciones, criaturas extrañas vagando por los bosques y pantanos, fantasmas vengativos en busca de sangre y espíritus de asesinos en serie que aun buscan víctimas. Un lugar sin duda muy “pintoresco”. Sin embargo, la historia que más destaca en su folcklore es una que hace referencia a un ente paranormal diferente, algo que los habitantes locales han apodado “Long Dog” (Perro grande, en traducción libre). En medio de las carreteras que cortan a Tennessee, flanqueando los bosques tupidos y las regiones pantanosas, tan estériles y densas que todavía hay algunas sin explorar, se guardan historias muy antiguas. El Long Dog es una de estas. El primer registro moderno de este ser se hizo en un periódico de la ciudad de Knoxville hace más de 160 años, concretamente en el año de 1847. El escrito daba fe de un cuerpo horriblemente mutilado que había sido encontrado en las inmediaciones de un pantano. El cadáver, encontrado en un camino por unos viajeros, había sido cortado y mordido hasta el punto de quedar casi irreconocible. Si bien las autoridades responsabilizaron a los bandidos por el horrible crimen, los testigos se empezaron a preguntar si aquello no había sido obra de Long Dog. Para el año 1888, en la región de Piney Flats, en el condado de Sullivan, sucedió algo con las mismas características que lo de Knoxville. Dos cuerpos, pertenecientes a un hombre y una mujer, fueron localizados en las proximidades de un camino que rodeaba un pantano. Los dos parecían haber sido atacados por perros salvajes (apodados mongrels) dada la cantidad de heridas hechas con mordidas y garras que habían quedado impresas sobre los cadáveres. Nuevamente, la sospecha fue que habían sido asesinados por ladrones y que posteriormente una jauría de perros había encontrado los restos. Pero no fue eso lo que indicó el examen de los restos. Las evidencias forenses apuntaron a que ambos habían sido asesinados por perros, o por sólo un perro, ambos con feroces mordidas en el cuello. La prensa exigió que se tomaran acciones urgentes. Un ataque de perros salvajes no podía tener lugar en una región que se hacía llamar civilizada, mucho menos ataques con víctimas fatales. Las autoridades convocaron a cualquier interesado como delegados temporales, a cada uno de los cuales se les pagarían 15 centavos por cada perro salvaje abatido. Básicamente todo aquel que tenía entre manos un fusil respondió al “llamado cívico” y una gran cantidad de animales fueron muertos. Pese a la campaña, se extendió el rumor de que el responsable por las muertes no era un mongrel, mucho menos una jauría, sino un único animal, el Long Dong. Hay otros relatos parecidos que suceden hasta nuestros días, muertes inexplicables que acaban siendo atribuidas a esta entidad sobrenatural. La leyenda sobre esta criatura se encuentra profundamente arraigada en el folclore de sur de los EE.UU. Unidos y se extiende por varios estados, siendo más ampliamente divulgada en Tennessee. Esta tuvo su origen entre los nativos americanos que habitaban la región, mucho antes de la llegada de los primeros colonos. Los indios Cherokee llamaron a este monstruo “Oolonga-daglalla“, que puede ser traducido como “espíritu con dientes afilados”. Se le consideraba una especie de monstruo que vagaba por las praderas siguiendo el curso de los ríos o descansando temporalmente en los pantanos. El sonido de su rugido podía ser escuchado durante la noche, un largo lamento que helaba la sangre en las venas de quien lo escuchaba. Este espíritu, según la leyenda, odiaba a muerte a los humanos, siendo una fuerza primal de venganza y salvajismo, un depredador feroz que cazaba y mataba a quien se cruzaba en su camino. Para algunos chamanes este ser simbolizaba la venganza de la naturaleza y de los animales cazados por el hombre. Con el paso del tiempo, el nombre fue corrompido por los blancos dejando de ser “Oolonga-daglalla” y pasando a ser llamado “Long Dog”. El nombre se incrustó perfectamente en el inconsciente colectivo de los colonos, y parecía adecuado a los ojos de aquellos que alegaban haber visto a la creatura y sobrevivido a la experiencia. Long Dog es descrito como un animal extremadamente rápido que saltaba a grandes distancias mientras corría sobre cuatro patas. Siempre que saltaba lograba caer de pie o alcanzar una presa tan velozmente que resultaba inútil intentar escapar. Cuando el monstruo elegía un objetivo nunca lo perdía de vista, incluso si este intentaba escapar corriendo entre otras personas, la creatura jamás cambiaba de elección. Las leyendas cuentan que el animal capturaba a sus presas y las torturaba con sus afiladísimas garras, causando dolorosas heridas, pero lo suficientemente leves como para mantenerlas con vida. Luego de rasgar la carne de la víctima, el monstruo se deleitaba lamiendo la sangre que escurría de las heridas. A veces, el ser llegaba al punto de dejar que la presa escapara fingiendo desinterés, solamente para emprender una nueva persecución, capturarla y atormentarla una vez más. Cuando finalmente se cansaba de juguetear, Long Dog simplemente mataba, generalmente con una mordida lacerante en el cuello. A diferencia de otros animales salvajes, el Long Dog no mataba para alimentarse o defender su territorio. Todo lo contrario, el ser sentía un placer casi humano en la caza y con la masacre de sus víctimas. Los Cherokee le temían de tal manera que evitaban ciertas partes del bosque y colocaban símbolos de protección en la corteza de los árboles a fin de mantenerlo alejado. Aquel que sufría heridas, pero lograba escapar del monstruo, era expulsado de la tribu, pues era cuestión de tiempo hasta que el Oolonga-Daglalla regresara a terminar el trabajo. Los cazadores marcados por el monstruo recibían un cuchillo o una lanza y eran obligados a adentrarse en el bosque donde debían permanecer por 7 días. Si en ese periodo el monstruo no los atacaba, entonces podían regresar, sabiendo que estaban relativamente seguros. Según la descripción tradicional, el Long Dog sería un animal de grandes dimensiones, con entre 1.50 y 1.80 m de largo, las mismas dimensiones que una pantera o puma. Su cuerpo sería musculoso y ágil, las patas traseras muy largas y la cabeza relativamente pequeña, con hocico plano y orejas levantadas. En comparación, la boca sería extremadamente grande, repleta de dientes afilados. Long Dog era una mezcla de Wolverine, pantera y lobo, con las peores características de cada uno de estos. Peor aún, según la tradición, los ojos de la bestia, de un color rojo amarillento, brillaban en la oscuridad como dos brasas incandescentes. El aliento del monstruo tendría un característico olor a azufre que podía cegar. Su pelaje era muy ralo, bastante pegado al cuerpo, con una característica brillante y aceitosa, casi fluida. Los rastros que dejaban cuando eran encontrados, evidenciaban una pata colosal dotada de enormes garras. Pero las historias sobre Long Dog no están limitadas a sus habilidades como depredador y asesino. Las leyendas cuentan que la creatura también tenía capacidades sobrenaturales. Esta sería capaz de asumir una forma incorpórea (Los Cherokee decían que se transformaba en humo) y de esa manera podía atravesar los árboles, la vegetación y hasta surgir directamente del suelo o en el propio aire. Para otros tenía la capacidad de hacerse invisible o al menos mimetizarse en la naturaleza de tal forma que no podía ser visto, hasta que ya era demasiado tarde. Otra horrible capacidad de Long Dog implicaba poder esclavizar a aquellos a quienes mató o de quien probó su carne y sangre. Algunas veces, la victima de Long Dog simplemente desaparecía y nada era encontrado en el lugar del ataque más que un hedor a azufre, tierra removida y rastros de sangre. Según la leyenda, Long Dog era capaz de devorar el espíritu de su presa y luego de masticarlo, devolver su cuerpo hecho de pedazos. Como resultado, la víctima se levantaba y era capaz de andar nuevamente, aunque queda claro que no se trataba ya de una persona, sino de una abominación ni viva ni muerta. En esta condición, la víctima se volvía incontrolable y peligrosa. Como impulsada por una furia ciega, arremetía contra cualquiera que se cruzara en su camino, intentando morder y rasguñar. En las descripciones del pueblo Cherokee, la víctima ya no era una persona, sino un “esclavo de la rabia”, que gradualmente se iba haciendo menos humano hasta convertirse en una cosa perversa con ojos sangrientos, boca babeante y que andaba sobre las cuatro extremidades. Al respecto, existe una relación entre la leyenda de Long Dog y las historias macabras relatadas sobre el Túnel Sensabaugn. Una de estas historias hace mención de que durante la construcción del túnel fueron contratados muchos obreros inmigrantes, chinos e italianos, principalmente. Como sucedía casi siempre en esa época, las condiciones del trabajo eran inhumanas y los accidentes eran bastante frecuentes en el lugar de la construcción. Según la leyenda urbana, uno de estos “accidentes”, en el cual varios obreros fueron victimados (tres según algunas versiones) estaría relacionado a “Long Dog”. Cuando el túnel estaba siendo construido en el año 1920, la región estaba bastante aislada y para facilitar el progreso, los empleados montaron un campamento y dormían en el lugar en tiendas de campaña improvisadas. Hay rumores de que los obreros escucharon en repetidas ocasiones ruidos extraños en las inmediaciones, aullidos y rasguños, además percibían un olor a azufre que dejó a los hombres con los nervios de punta. No tardó mucho tiempo para que los trabajadores supieran de la leyenda de Long Dog y empezaran a tener miedo de salir del campamento. Algunos renunciaron al trabajo, pero otros persistieron creyendo que aquello no pasaba de una simple superstición y locura de los nativos que hacía mucho tiempo habían partido. Pese a esto, cada noche encendían una fogata que se quemaba hasta el amanecer. A pesar de las historias, el trabajo continuó hasta meses posteriores, el túnel quedó listo y sólo faltaban algunos detalles para que fuera inaugurado. La mayoría de los obreros fueron liquidados, y aliviados se llevaron su dinero y abandonaron el lugar. Algunos pocos hombres se quedaron para concluir los detalles que faltaban. La tragedia sucedió una noche, cuando los hombres que permanecieron en el campamento estaban distraídos y con la guardia baja. Dicen que el capataz de la construcción los había consentido con una caja de cerveza que bebieron sin medida olvidándose de encender el fuego. La verdad es que nadie sabe a ciencia cierta… A la mañana siguiente, el capataz se dirigió al campamento y se encontró con algo espeluznante, una verdadera masacre que evocaba a los sangrientos ataques que los colonos sufrían a manos de los nativos. Los hombres no sólo habían sido asesinados, sus cuerpos fueron salvajemente desmembrados. El capataz regresó a la ciudad y buscó a los responsables de la obra, entre los cuales se encontraba el Sr. Sensabaugn, quien lo acompañó hasta el lugar, junto con algunos hombres de su entera confianza. Constataron la tragedia y quedaron pasmados por la barbarie del ataque y por el hedor residual de azufre que permeaba todo el sitio. Sensabaugn, sin embargo, era un hombre demasiado práctico: sabía que la construcción no podía permitirse un retraso, y un escándalo de aquella magnitud sería un verdadero problema. También sabía que los muertos eran inmigrantes, hombres sin familia cuya falta no sería sentida por nadie. Argumentando que los perros salvajes eran los responsables, el ingeniero ordenó que los hombres levantaran los restos y los cargaran hasta el túnel. En el interior había una parte profunda que debía ser sellada con concreto. Fui allí donde Sensabaugn habría ordenado en secreto a los hombres que sepultaran a los muertos. Dice la leyenda que aquellas victimas de Long Dog no se quedaron confinadas a aquel sitio. Los cuerpos fueron obligados a levantarse como “esclavos de la rabia” y encontraron una manera de escapar de su confinamiento para causar más tristeza. Y de alguna manera esto se cumplió… ¿Habría el Oolonga-daglalla liberado a los “esclavos de la rabia” para que fueran en busca de venganza? ¿Serian estos muertos-vivientes los responsables por las tragedias que transformaron en leyenda urbana el área, contribuyendo a la fama del Túnel Sensabaugn? ¿El vagabundo que robó el bebé del Sr. Sensabaugn y lo arrojó a un hoyo del túnel podría ser algo más que sólo un vagabundo? O quien sabe, quizá la masacre sucedida en la casa de los Sensabaugn podría haber sido causada por otra persona. ¿Quién puede saber dónde inicia una leyenda urbana y comienza la verdad? En este caso, existen muchas historias y lamentablemente ninguna con final feliz.

jueves, 13 de junio de 2024

VOYAGER 2: Siguiendo la pista de una nave interestelar hasta el otro extremo de la galaxia

En esta ocasión, el reconocido astrofísico Avi Loeb - jefe del proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto para la Teoría y la Computación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian y autor del bestseller Extraterrestrial: The first sign of intelligent life beyond earth y del nuevo libro Interstellar - nos da su opinión acerca de la sonda espacial que puede llegar al otro lado de la Vía Láctea dentro de 1.000 millones de años, aunque es posible que ya no haya humanos que puedan recibir la noticia, lo cual como ya es habitual, os ofrecemos traducido y entrecomillado ¿vale?: “El mes pasado le pregunté a mi brillante estudiante universitario de Harvard, Shokhruz Kakharov: ‘¿Dónde estará la nave espacial Voyager dentro de mil millones de años?’ Utilizando un modelo detallado para la distribución de masas de la Vía Láctea, Shokhruz pudo trazar la órbita futura de la Voyager en relación con el Sol durante miles de millones de años. Los resultados se presentarán en un próximo artículo revisado por pares. Dentro de mil millones de años, la Voyager llegará al lado opuesto del disco de la Vía Láctea con respecto al Sol. Cuando llegue allí, el Sol habrá evaporado todos los océanos de la Tierra, haciéndola inhabitable. Como resultado, es posible que la NASA ya no exista para celebrar este hito notable en el viaje de la Voyager. Todo esto suena demasiado académico y no está lo suficientemente anclado a tierra como a menudo pretenden los adultos en la sala. Pero el motivo de mi pregunta tiene los pies en la Tierra. De hecho, me pregunté sobre esta cuestión porque la mayoría de las estrellas se formaron miles de millones de años antes que el Sol. Por lo tanto, si hace más de mil millones de años se utilizaron cohetes tipo Voyager en exoplanetas, entonces las sondas espaciales correspondientes ya podrían haber llegado al sistema solar desde cualquier lugar dentro del disco de la Vía Láctea. Podemos observar estos objetos interestelares con nuestros telescopios cuando pasan cerca de la Tierra. En particular, combinar un telescopio terrestre con el telescopio especial James Webb, a un millón de kilómetros de distancia, nos permitirá localizar con precisión la trayectoria de los objetos y detectar cualquier aceleración no gravitacional que muestren. También sería extremadamente sensible a la detección de gases residuales, ya sea como resultado de la evaporación cometaria de hielos naturales o de los gases de escape de un motor. Pero incluso sin el gas circundante, el telescopio James Webb puede medir la temperatura de la superficie y el tamaño de los objetos basándose en el flujo infrarrojo que emiten. Esto nos permitiría determinar su reflectancia de la luz solar dentro de la separación Tierra-Sol siempre que sean mucho más grandes que la Voyager. Sin embargo, en la escala de tamaño de la Voyager, no hay suficiente luz solar reflejada para que nuestros telescopios detecten estos objetos a menos que lleguen cerca de la Tierra. Mejor aún: si chocaran con la Tierra, aparecerían como meteoros interestelares de fuerza y composición material inusuales. Precisamente, nuestra próxima expedición al lugar del meteoro interestelar IM1, que chocó con la Tierra en 8 de enero del 2014, y exhibió inusual resistencia del material y composición, pretende encontrar grandes trozos de ese objeto e inferir su origen. Shokhruz y yo calculamos las órbitas galácticas de las 5 sondas lanzadas hasta ahora por la NASA al espacio interestelar, a saber: Voyager 1, Voyager 2, Pioneer 10, Pioneer 11 y New Horizons. También calculamos las trayectorias pasadas de los dos meteoros interestelares, IM1 e IM2, así como el objeto interestelar Oumuamua y el cometa interestelar Borísov. La pregunta fundamental de si alguno de los objetos interestelares detectados cerca de la Tierra es de origen artificial quedará mejor respondida a medida que se descubran más. El camino más prometedor para aumentar la muestra actual de objetos interestelares es con el Observatorio Rubin en Chile, que dentro de un año rastreará el cielo austral cada 4 días con una cámara de 3.200 millones de píxeles que llegó hace una semana al observatorio. Con su sensibilidad sin precedentes, el Observatorio Rubin podría encontrar un objeto interestelar cada pocos meses. Con mi postdoctorado, Richard Cloete, estamos desarrollando el software necesario para analizar los datos de Rubin. Al rastrear las órbitas de los objetos interestelares y observarlos con otros telescopios, esperamos identificar su origen probable y descubrir la naturaleza del entorno que les dio origen. Por las mismas razones por las que los humanos podrían no estar en la Tierra cuando la Voyager llegue al lado opuesto de la Vía Láctea, los remitentes de cualquier sonda interestelar pueden no estar en su exoplaneta debido a la evolución de su estrella más antigua cuando recibamos estos paquetes en nuestro buzón cerca de la Tierra. Aunque estos objetos tecnológicos hayan dejado de funcionar hace mucho tiempo, su existencia implicará que en la Vía Láctea hubo otros habitantes inteligentes. Su basura es nuestro tesoro. Aprender sobre su estado de ánimo a partir de lo que dejaron atrás equivale a estudiar civilizaciones antiguas en la Tierra que ya no existen a partir de las reliquias que recuperamos en los sitios arqueológicos. En una aparición pública reciente, me preguntaron qué imagino para el futuro de la humanidad. Le expliqué que los humanos creen arrogantemente que son los actores importantes en el escenario cósmico. Pero la verdad es que incluso en el escenario provincial de la Tierra, la vida sobrevivió a enormes catástrofes mucho antes de que los humanos aparecieran en escena, incluido un evento de calentamiento global hace 252 millones de años que acabó con el 96% de todas las especies marinas. Esto da esperanza de que, en el gran esquema de las cosas, la vida en la Tierra también sobrevivirá a las catástrofes ambientales provocadas por los humanos. Otra forma de decirlo es que los microbios son más resistentes que los humanos. Dentro de mil millones de años, la existencia humana podría ser una nota menor en el manual cósmico. Para obtener una perspectiva más equilibrada, debemos buscar otros actores en el escenario cósmico y aprender de ellos. Y si ninguno de ellos sobrevivió, podemos estudiar su historia basándonos en los artefactos que dejaron. No estamos en condiciones de reclamar un papel importante en la historia cósmica. Pero la buena noticia es que podemos descubrir lo que sucedió en el escenario cósmico y disfrutar del hecho de que nuestra propia Voyager alcanzará el otro lado de la Vía Láctea con respecto al Sol dentro de mil millones de años. ¿No es este logro impresionante? Sí, somos criaturas de corta vida, de escala de un metro y con grandes limitaciones físicas, pero somos tan ambiciosos y valientes que podemos enviar nuestro mensaje en una botella al otro lado de la Vía Láctea, a 50.000 años luz de distancia, dentro de mil millones de años” puntualizó.

jueves, 6 de junio de 2024

SECTAS DEL DEMONIO: La Orden del Templo Solar

Esoterismo, New Age, naturopatía, sexo, templarios, viajes astrales, rosacruces, apocalipsis y dinero, mucho dinero. En el juego de naipes del destino, esas y otras barajas se mezclaron. De esa ensalada, aderezada con locura y fanatismo, sólo podía salir algo malo, muy malo. Fue lo que sucedió. El 5 de octubre de 1994, un grupo de bomberos suizos irrumpieron en una casa que se prendía fuego en la bucólica localidad de Cheiry. Al entrar, hallaron a un hombre acostado en una cama, muerto por un disparo y con una bolsa en su cabeza. Continuaron investigando y descubrieron una pared secreta. La abrieron y lo que vieron parecía la escena final de una película de cine gore: había un altar de ceremonias tapizado de rojo, un cáliz, una armadura con rosas, cruces y espadas cruzadas, y en el centro de la habitación, 18 cadáveres dispuestos en círculo. El espanto se apoderó de los bomberos. Del total de los cuerpos, diez tenían un disparo en la cabeza. Y el resto se habían suicidado con veneno. Entre ellos había un periodista canadiense, su esposa y su hijo de 10 años, y luego de un arduo trabajo se identificó a Joseph Di Mambro y a Luc Jouret, los fundadores de la secta de la Orden Templo Solar y artífices del suicidio colectivo. Ese no fue todo el horror de esa jornada: a poco menos de 200 kilómetros de allí, en Granges-Sur-Salvan, tres chalets ardieron. Cuando los oficiales de esa localidad ingresaron, hallaron 25 cadáveres carbonizados, la mayor parte de ellos muertos tras ingerir un veneno derivado del curare, aunque los tres adolescentes y cuatro niños encontrados estaban acribillados a balazos. Las edificaciones tenían un sistema de explosivos activado. Y todos los muertos pertenecían a la misma secta. La tragedia, en rigor, había comenzado cuatro días antes lejos de allí, en Morin Heights, Canadá, con el asesinato de un bebé de cuatro meses, llamado Emmanuel Dutoit, por orden de Di Mambro. La criatura fue muerta con una estaca de madera, que clavaron en su pecho a repetición. Era hijo de Antoine Dutoit, un ex miembro de la Orden que se ocupaba de ambientar con luces y efectos especiales los rituales y había decidido abandonarlos, y Nicky, ex niñera de Emmanuelle, la hija del creador de la Orden del Templo Solar. En su demencia, Di Mambro sostenía que el niño era el Anticristo, y su objetivo era impedir que la secta llevara adelante su viaje espiritual. Además, dentro de la Orden del Templo Solar, él decidía cuándo podían tener hijos y con qué nombres se los podía bautizar, y los Dutoit no habían sido autorizados. La policía estableció que Di Mambro ordenó a dos de sus seguidores, Joel Egger y Dominque Belaton, que mataran al niño. El 30 de septiembre, Gerry y Colette Genoud -otros dos miembros de la Orden- invitaron a los Dutoit a cenar a su casa de Morin Heights. Allí ya estaban Joel y Dominique. En un momento Egger y Antoine bajaron al sótano de la casa. El primero tomó un bate de béisbol y le destrozó el cráneo. Luego le abrió el cuello con un cuchillo y le asestó 50 puñaladas. Una vez arriba, él y Genoud mataron a cuchillazos a Nicky y a su hijo. Luego, Egger y Belaton volaron a Suiza. Tres días después, luego de intentar borrar la escena del crimen incendiando la vivienda, los Genoud se suicidaron. En apenas cuatro días, 48 muertes que sólo la locura pueden explicar. No fueron las últimas. El origen de esta demencia es atribuido a Luc Jouret nacido el 18 de octubre de 1947 en la localidad de Kikwit, en el entonces Congo Belga. Regresó al país de sus padres en la década del 50 y estudió medicina en la Universidad de Bruselas. Allí participó de una agrupación comunista, pero una vez recibido, se unió al ejército belga como paracaidista y luchó en Africa, en el rescate de rehenes en la ciudad de Kolwezi, en Zaire, frente al Ejército de Liberación Nacional del Congo. Al mismo tiempo, se inició en la homeopatía y la medicina holística, y comenzó a frecuentar grupos de esoterismo y a cultivar la práctica de actividades paranormales. Los viajes con ellos lo llevaron desde China al Perú. Comenzó a decir que era la reencarnación de un Templario. Establecido en Suiza, en uno de esos grupos -llamado Fundación del Camino Dorado- conoció a su líder, Joseph Di Mambro, un relojero y joyero francés nacido en 1924 que había sido condenado por estafa en 1972. Aficionado al ocultismo, a principios de la década del 70 fundó su propia secta, el Centro de Preparación para la Nueva Era. A sus seguidores les decía que era la reencarnación de un personaje bíblico. En 1984, ambos decidieron fundar La Orden del Templo Solar. Según ellos, buscaban la superioridad de lo espiritual sobre lo temporal y la preparación de la humanidad para una transición (era la exacta palabra que usaban) que incluía el regreso de Jesús en forma de Dios del Sol, que unificaría a todas las iglesias cristianas y al islam. Los dos separaron bien sus funciones desde el inicio. Jouret era más expresivo, el elocuente, el que hablaba con palabras llenas de magnetismo y convencía a los fanáticos que se acercaban a la secta que podía comunicarse con extraterrestres. Pero no cualquiera podría ingresar. Sólo aceptaban miembros jóvenes y con buen poder adquisitivo, que iban ascendiendo en la organización a través de rituales rimbombantes, con sacerdotes vestidos con capas blancas y cruces rojas, donde por medio de técnicas de holografía e iluminación hacían posible la aparición de supuestas figuras del más allá. A todos ellos, obviamente, se los inducía a dejar importantes sumas de dinero, joyas y propiedades. Cuando no, directamente se los extorsionaba, delito por el que había sido denunciado Jouret en 1989. Uno de los que ayudaba a solventar el alto nivel de vida de los líderes de la secta era Camille Pilet, inmolado en Cheiry. Sindicado como el número 3 de la Orden del Templo Solar, era heredero de la compañía de relojes Piaget. Di Mambro, por su parte, manejaba los números de la organización desde las sombras. Porque en realidad, detrás de la fachada de espiritualidad, la Orden del Templo Solar era un gran centro de lavado de dinero sucio, proveniente de la venta de armas, drogas y supuestos contactos con la mafia siciliana a través de Albert Giacobino, un suizo que figuraba en todos los contratos de las propiedades de la secta y murió en Cheiry. Los investigadores dieron con una transferencia de 93 millones de dólares de Di Mambro a una cuenta en Australia, uno de los países, junto a Suiza y Canadá, donde la Orden tenía adeptos. A finales de la década del ‘80, la secta alcanzaba unos 450 integrantes y su principal centro -aunque no el único- era un palacio en Ginebra, Suiza. En esa ciudad, además, contaban con decenas de propiedades. La mala prensa de las sectas luego del desastre de los davidianos en Waco, Texas, y los negocios turbios, finalmente minaron a la secta. Los medios comenzaron a poner la lupa en las actividades de Di Mambro y Jouret mediante sociedades como Golden Way, Amenta, Archedia y Granja Agrícola de Investigación y Cultura, por las que hacían circular el dinero. Descubrieron que en Canadá, varios miembros habían sido acusados por tenencia ilegal de armamento. En ese país, la justicia los había investigado dos años antes de la tragedia por el intento de cooptar la dirección de una empresa pública de agua corriente, colocando en cargos claves a seguidores de la Orden. El propio Jouret fue arrestado en Quebec cuando quiso comprar rifles con silenciador y municiones en forma irregular. Eso provocó, además, que muchos adeptos comenzaran a abrir los ojos y a alejarse. Con casi todos los líderes de la Orden del Templo Solar fallecidos, fue muy difícil determinar lo que sucedió. Por qué decidieron los asesinatos y suicidios masivos. A los investigadores les costó entender, sobre todo, que Jouret y Di Mambro, que manejaban los hilos de la organización y conocían su trastienda, estuvieran entre los 48 muertos que OTS tuvo en esas jornadas. Lo concreto, lo que se sabe, es que ante la desesperación de verse rodeados en sus actividades ilícitas, Jouret y Di Mambro comenzaron a hablar del Apocalipsis y la transición que los miembros de la secta debían hacer hacia el planeta Sirius, lugar edénico donde hallarían la felicidad. La noche anterior a las muertes, los líderes, junto a un grupo de 12 fieles hicieron una gran cena de despedida. La última cena. El mismo día de la masacre enviaron cartas explicando lo que harían a los pocos momentos. Así lo reconoció uno de los sobrevivientes, Patrick Vuarnet, hijo de un célebre esquiador, que se encargó de llevarlas al correo. Cuando se dispusieron a cumplir con la ceremonia final, primero inyectaron con tranquilizantes a quienes se rehusaban a quitarse la vida. A esos les dispararon. Luego se inocularon el veneno. Nunca se supo cómo se inició el fuego en ambas propiedades, pero una de las hipótesis fue -además de los dispositivos automáticos encontrados- el uso de un lanzallamas. La justicia, que se movió en forma lenta, apuntó a Michel Tabachnik, uno de los líderes de la Orden, sobreviviente de la tragedia y reconocido director de orquesta (fue protegido en una época por Herbert Von Karajan) como uno de los instigadores de la masacre. Finalmente, en el año 2001 fue absuelto. Cuando la trama de las muertes de Chiery y Valsan fue develada, todo el mundo creyó que la Orden del Templo Solar había desaparecido por completo. Error. El 23 de diciembre de 1995 en Vercors, Francia, otra masacre y el mismo modus operandi: un incendio y 16 cuerpos calcinados, entre los que se contaron a 3 niños. Catorce de ellos aparecieron formando una estrella. El 22 de marzo de 1997 en Casimir, Quebec, 5 suicidados al ingerir calmantes y prender fuego la vivienda. Antes de quedar dormidos, se acostaron en el suelo formando una cruz. Y el 15 de enero de 1998, en varios burdeles franceses que fueron quemados, aparecieron los cadáveres de 33 personas, incluyendo 8 niños. Cincuenta y cuatro en total. Todos ellos miembros de la Orden del Templo Solar, que seguían convencidos que Jouret y Di Mambro habían trascendido a Sirius y querían seguirlos.