TIEMPOS DEL MUNDO
jueves, 30 de enero de 2025
¿OCULTANDO LAS EVIDENCIAS? : Las agencias de espionaje de EE.UU. obstaculizan la búsqueda de civilizaciones interestelares
En esta ocasión el astrofísico Avi Loeb - jefe del proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto para la Teoría y la Computación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian y autor del bestseller Extraterrestrial: The first sign of intelligent life beyond earth y del nuevo libro Interstellar - nos da su opinión acerca del infame papel que cumplen las agencias de espionaje estadounidense que “por razones de seguridad nacional” pretende que los descubrimientos realizados por los telescopios espaciales no sean de dominio público, lo cual os presentamos como ya es habitual, traducido y entrecomillado ¿vale?: “El cielo es nuestra ventana al Universo. Al observarlo, podemos informarnos sobre nuestras raíces cósmicas. Han sucedido muchas cosas a lo largo de los últimos 13.800 millones de años desde el Big Bang. En un principio, existía una sopa casi uniforme de partículas elementales. Sin embargo, a veces el estudiante al fondo de la clase es quien domina el futuro. Para el cosmos, este estudiante fueron las ligeras malformaciones de densidad en la sopa primordial. Estas terminaron sembrando el colapso gravitacional de galaxias, dentro de las cuales el gas se fragmentó en estrellas como el Sol, con planetas como la Tierra formándose a partir de discos de escombros alrededor de estas estrellas. La química de la vida tal y como la conocemos se hizo posible cuando las primeras estrellas masivas explotaron en supernovas y enriquecieron sus entornos con oxígeno. Al poco tiempo, surgieron moléculas de agua cuando el oxígeno se combinó con hidrógeno primordial, como se demostró en un artículo que coescribí hace una década. Esta secuencia de eventos eventualmente condujo a la vida en la Tierra, culminando con nuestra civilización tecnológica moderna. Dado el sextillón de sistemas Tierra-Sol en el volumen observable del Universo, es razonable asumir que no estamos solos. Esta premisa requiere un sentido de humildad del que la mayoría de los humanos carecen. Por tanto, esta idea sigue siendo controvertida, con menos de un uno por ciento de nuestro presupuesto científico dedicado a la búsqueda de otras civilizaciones tecnológicas. Este hecho por sí solo es testimonio de lo poco inteligentes que somos a veces. En los últimos 66 años, desde que la primera nave espacial Luna 1 abandonó la órbita terrestre en 1959, el espacio alrededor de la Tierra se llenó de satélites hechos por el ser humano. Algunos son satélites del Programa de Apoyo a la Defensa (DSP) operados por la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, que sirven como sistemas de alerta temprana. Estos satélites geoestacionarios identifican lanzamientos de misiles, lanzamientos espaciales, detonaciones nucleares y meteoritos de fuego mediante sensores infrarrojos que detectan calor de gases calientes contra el fondo de la Tierra. Otras constelaciones de satélites mejoran la capacidad de los Estados Unidos para llevar a cabo otras misiones relevantes para la seguridad nacional, incluida la comunicación, inteligencia, vigilancia, reconocimiento, vigilancia del clima y respuesta a emergencias. Actualmente hay más satélites activos que nunca en la historia. El espacio cercano a la Tierra se está convirtiendo en un área cada vez más disputada, con competidores y adversarios desarrollando sistemas de contramedidas frente a aquellos empleados por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. En noviembre del 2021, Rusia lanzó un arma antisatélite de ascenso directo que destruyó uno de sus propios satélites, creando aproximadamente 1.500 piezas de metralla, muchas de las cuales aún están en órbita. Durante la guerra de Ucrania, pequeños satélites proporcionaron acceso a internet de alta velocidad y comunicaciones de respaldo, así como imágenes de alta calidad y recopilación de inteligencia geoespacial. China emplea cientos de satélites con capacidades de vigilancia y guerra destinadas a interrumpir las comunicaciones entre satélites, PNT, GPS, vigilancia y reconocimiento. El espacio cercano a la Tierra está actualmente saturado de activos militares. En otras palabras, el cielo -nuestra única ventana al cosmos - está actualmente abarrotado por nuestros dispositivos de guerra. No solo oscurecen nuestra vista, sino que también introducen una tensión entre nuestro inocente interés por saber más sobre el Universo y nuestros conflictos terrenales. Esta tensión es otro testimonio de lo poco inteligentes somos. Dado este nivel de tensión, no sorprende que telescopios astronómicos que inspeccionan todo el cielo - como Pan-STARRS y el próximo Observatorio Rubin - puedan revelar el inventario de satélites utilizados con fines de seguridad nacional por el gobierno de los Estados Unidos. Por esa razón, el gobierno estadounidense quiere eliminar información confidencial sobre sus activos espaciales de la base de datos pública de estos telescopios para que dicha información no esté disponible para sus adversarios. En un artículo reciente en The Atlantic, Ross Andersen informó sobre la experiencia del científico del proyecto LSST Željko Ivezić, del próximo Observatorio Rubin: ‘Tras algunos debates, Ivezić dijo que él y sus compañeros idearon una forma menos invasiva de eliminar activos estadounidenses secretos de las alertas instantáneas del observatorio. Una agencia gubernamental - nadie le dijo cuál - aportaría cinco millones de dólares para la construcción de una red dedicada al movimiento de datos sensibles. Cada vez que el telescopio tomara una de sus imágenes de 30 arcosegundos del cielo, el archivo se cifraría inmediatamente, sin que nadie lo viera primero, y luego se enviaría a una instalación segura en California’. ¿Debería preocuparnos que el ‘bebé sea arrojado junto con el agua de la bañera’ ,una expresión norteamericana que significa que se pierden las partes buenas de algo por querer eliminar las malas. Es decir, ¿se perderán datos científicos valiosos sobre nuestro vecindario cósmico mientras el gobierno elimina parte de los datos disponibles para los científicos? Arjan Singh me hizo estas preguntas en un correo electrónico. En particular, uno podría preocuparse de que los Fenómenos Anómalos No Identificados (UAP), potencialmente vinculados a artefactos tecnológicos extraterrestres que llegan cerca de la Tierra, puedan ser eliminados de los datos del LSST. Respondí a Arjan que, mientras los UAP tengan características de vuelo que excedan dramáticamente las tecnologías humanas, podrían no ser eliminados de los datos. En la búsqueda de vehículos extraterrestres, los miembros de mi equipo de investigación en el Proyecto Galileo buscarán en los datos públicos del LSST UAP y objetos interestelares. Arjan respondió: ‘Esta situación subraya cuánta esperanza y confianza muchos de nosotros depositamos en su trabajo con el Proyecto Galileo, que permanece libre de tales restricciones. La independencia del proyecto ofrece una vía vital para la exploración imparcial, y espero con ansias ver los resultados de su investigación innovadora’. No tengo más que decir” puntualizó.