TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 10 de abril de 2025

RESTOS DE OTRAS CIVILIZACIONES EN PLANETAS SIN VIDA: ¿Existe la posibilidad de encontrarlos?

En esta oportunidad, el astrofísico Avi Loeb - jefe del proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto para la Teoría y la Computación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian y autor del bestseller Extraterrestrial: The first sign of intelligent life beyond earth asi como de su nuevo libro Interstellar – nos da a conocer su punto de vista acerca de la posibilidad de encontrar restos tecnológicos en planetas no habitables, lo cual os ofrecemos traducido y entrecomillado ¿vale?: “Lo habitual es buscar señales de vida en planetas rocosos en la zona habitable de su estrella anfitriona. Allí, la superficie del planeta no es ni demasiado caliente ni demasiado fría, lo que permite la química de la vida en agua líquida en presencia de una atmósfera suficientemente densa. Uno podría imaginar que otras formas de vida tal como las conocemos prosperan en otros fluidos. Al respecto, la misión Dragonfly de la NASA, cuyo lanzamiento está previsto para julio del 2028, buscará signos de vida en los océanos líquidos, lagos y ríos de metano y etano de la superficie de Titán, una luna de Saturno. La temperatura de la superficie de Titán es un tercio de la de la Tierra, de 90 a 94 grados Kelvin. Como lo mostré en un estudio publicado con mi antiguo posdoctorado, Manasvi Lingam, podría existir vida en el agua líquida debajo de la superficie helada de objetos aún más fríos. Cualquier forma de vida que nazca bajo una capa de hielo opaca nunca vería las estrellas y tal vez nunca tendría la ciencia y la tecnología para los viajes interestelares. Sin embargo, una civilización tecnológica como la nuestra, que se ha fijado en las estrellas desde sus inicios, es capaz de construir cohetes que alcancen otras estrellas. A pesar de los imaginativos guiones de las películas de ciencia ficción, los viajes interestelares son largos, aburridos y peligrosos. Con la propulsión química, tardan de millones a miles de millones de años, y los agujeros perforados por impactos de rayos cósmicos energéticos o micrometeoritos podrían tener consecuencias devastadoras para las entidades biológicas. Tiene más sentido lanzar objetos puramente tecnológicos con inteligencia artificial para viajes interestelares, que astronautas biológicos con inteligencia natural. Los objetos tecnológicos podrían potencialmente aterrizar en cualquier superficie, incluidas las de planetas no habitables. A través del disco de la Vía Láctea, el tiempo de viaje de las señales de comunicación desde destinos distantes hasta sus emisores sería de decenas de milenios a la velocidad de la luz. Dado que el tiempo de propagación de la señal es mayor que la historia humana registrada, tendría más sentido que los viajeros interestelares tecnológicos fueran autónomos. Luego de aterrizar en una superficie planetaria sólida, los embajadores tecnológicos podrían ser programados para construir infraestructuras a partir de las materias primas que encuentren cerca del lugar de aterrizaje. Las construcciones que realicen marcarían la propiedad de los recursos locales. También podría señalar la prominencia tecnológica de los remitentes. En tal caso, la motivación de los remitentes se haría eco del sentimiento expresado por el presidente Donald Trump durante un discurso ante la sesión conjunta del Congreso de los Estados Unidos el 5 de marzo del 2025: “Vamos a conquistar las vastas fronteras de la ciencia, llevaremos a la humanidad al espacio y plantaremos la bandera estadounidense en el planeta Marte e incluso mucho más allá” Dadas estas posibilidades, los astrónomos también deberían buscar infraestructuras tecnológicas en planetas que no sean propicios para la vida. Las ubicaciones podrían incluir planetas que flotan libremente en todo el espacio interestelar sin ninguna estrella cerca de ellos. Estos planetas rebeldes se han descubierto durante las últimas dos décadas como lupas de la luz emitida por las estrellas de fondo a través de microlentes gravitacionales, y su abundancia podría ser más grande que la de los planetas unidos a estrellas. Los planetas errantes podrían haber sido expulsados gravitacionalmente de sus lugares de nacimiento debido a inestabilidades dinámicas. Algunos de ellos podrían ser planetas congelados similares a la Tierra, mundos que ofrecen recursos minerales de manera similar a sus análogos alrededor de las estrellas. Los lugares de aterrizaje también podrían incluir planetas cálidos sin atmósfera. Un sistema planetario densamente poblado, como los siete planetas rocosos alrededor de la estrella. TRAPPISTA-1, ofrece grandes oportunidades inmobiliarias para los viajeros interestelares que pueden utilizar materias primas rocosas para construir su infraestructura tecnológica. Por tanto, es razonable buscar señales tecnológicas en planetas no habitables. Encontrarlos no solo indicaría que no estamos en el centro tecnológico del Universo, sino también que otras civilizaciones tecnológicas nos precedieron en millones o miles de millones de años desde que llegaron a destinos galácticos muy fuera de su sistema planetario de nacimiento. La exploración de los embajadores interestelares tecnológicos se parecerá a la experiencia de los prisioneros de la alegoría de la caverna de Platón: solo seremos testigos de las sombras de los emisores e intentaremos descifrar su naturaleza a partir de sus productos tecnológicos. Es posible que descubramos los productos de civilizaciones tecnológicas que ya han muerto. En ese caso, no nos quedará otra opción que reconstruir sus habilidades y motivaciones a partir de sus reliquias. Encontrar firmas tecnológicas en planetas no habitables o que flotan libremente podría inspirarnos a imitarlos. Como señaló Oscar Wilde: “La imitación es la forma más sincera de adulación”. Todo esto tiene sentido en la Naturaleza. La flor del diente de león no espera que sus semillas regresen, ni tampoco espera presenciar su crecimiento en tierras fértiles y lejanas. Todos somos actores transitorios que van y vienen en un Universo en constante evolución. Es divertido ver la obra cósmica y descubrir quién fue elegido antes de que los humanos entráramos en escena” puntualizo.