Cuando la Humanidad salga de la Tierra, lo más probable es que lo primero que haga sea volver a las cavernas. O más concretamente, a vivir en el interior de los numerosos tubos de lava encontrados tanto en la Luna como en Marte. Allí, protegidos de las dañinas radiaciones procedentes del Sol y el espacio, los colonos humanos construirán sus primeros asentamientos, y según se desprende de un estudio de investigadores de las Universidades de Bolonia y Padua, recién publicado en Earth-Science Reviews, tendrán espacio de sobra para construir, incluso, ciudades.Coordinados por Francesco Sauro y Riccardo Pozzobon, los investigadores estudiaron las características de los tubos de lava de la Tierra, las compararon con las de nuestro satélite y el planeta rojo y lograron una estimación del tamaño que podrían tener esos “tubos extraterrestres”. La conclusión es que tanto en la Luna como en Marte, los tubos volcánicos son mucho más grandes que en nuestro propio planeta. “Podemos encontrar tubos de lava en el planeta Tierra - explica Francesco Sauro - pero también en el subsuelo de la Luna y Marte, según muestran las imágenes en alta resolución de las entradas a esos tubos fotografiadas por sondas interplanetarias. La presencia de esos tubos de lava a menudo se infiere al observar cavidades lineales y sinuosas, colapsos en cadena justo donde las galerías se derrumbaron. Esos colapsos en cadena representan puertas, o ventanas, ideales para la exploración del subsuelo” aseveró. Según el investigador, “la expresión morfológica de la superficie de los tubos de lava en Marte y la Luna es muy similar a la de su contraparte terrestre. Y los espeleólogos han estudiado a fondo, aquí en la Tierra, los tubos de lava en Hawai, Australia e Islandia, que aunque mucho más pequeños, tienen grandes similitudes con los de la Luna y Marte”. Los investigadores midieron primero el tamaño y la morfología de las cadenas de colapso lunares y marcianas y posteriormente compararon los datos con los de cadenas de colapso similares en la superficie terrestre y con escaneos láser del interior de los tubos de lava de las Galápagos. Y eso les permitió relacionar las cadenas de colapso con las cavidades subterráneas que aún permanecen intactas y estimar su tamaño. De este modo, los científicos hallaron que los tubos marcianos y lunares son, respectivamente, 100 y 1.000 veces más anchos que los de la Tierra, que normalmente tienen diámetros de entre 10 y 30 metros. La gravedad más baja y sus efectos sobre el volcanismo explican estas extraordinarias dimensiones. Solo en la Luna, por ejemplo, el volumen total de los tubos de lava supera los mil millones de metros cúbicos. En palabras de Riccardo Pozzolo, “tubos tan anchos como estos pueden tener más de 40 km de longitud, lo que convierte a la Luna en un objetivo extraordinario para la exploración subterránea y el potencial asentamiento en los entornos más amplios y estables de los tubos de lava. Estos últimos son tan grandes que podrían contener todo el centro de la ciudad de Padua” expresó. “Pero lo más importante - explica por su parte Matteo Massironi, de la Universidad de Padua y coautor de la investigación - es que, a pesar de las impresionantes dimensiones de los tubos lunares, sus techos son estables debido a la menor atracción gravitatoria. Esto significa que la mayoría de los tubos de lava bajo las lisas planicies de Maria están intactos. Las cadenas de colapso que observamos podrían haber sido causadas por asteroides que perforaron las paredes del tubo, como parecen sugerir las cadenas de colapso de Marius Hills. Desde ahí, podremos acceder a estas enormes cavidades subterráneas”.Los tubos de lava, por lo visto, parecen ideales para proporcionar protección contra la radiación cósmica y solar, y también contra los impactos de micrometeoritos que a menudo ocurren en las superficies de los cuerpos planetarios que no cuentan con una atmósfera para quemarlos, como sucede en la Tierra, antes de que toquen el suelo. Otra ventaja de estos tubos es que en su interior las temperaturas son constantes y no sufren, por lo tanto, las enormes variaciones que se dan en la superficie entre el día y la noche. Las agencias espaciales muestran desde hace tiempo un creciente interés por las cuevas planetarias y los tubos de lava, ya que representan un primer paso hacia la colonización tanto de la Luna como de Marte y un excelente punto de partida para buscar signos de vida pasada o presente en el Planeta Rojo. “En otoño del 2019 - asegura el espeleólogo Jo De Waele, otro de los autores del estudio - la Agencia Espacial Europea (ESA) convocó a universidades e industrias con una campaña que buscaba ideas para desarrollar tecnologías para la exploración de cuevas lunares. Buscan específicamente sistemas que aterricen sobre la superficie lunar para operar misiones de exploración de los tubos de lava. Desde el 2012, y en colaboración con algunas universidades europeas como Bolonia y Padua, la ESA ha llevado a cabo dos programas de capacitación de astronautas centrados en la exploración de sistemas subterráneos (CAVES) y geología planetaria (PANGEA). Hasta el momento, 36 astronautas de 5 agencias espaciales han recibido formación en senderismo en cuevas. Además, seis astronautas y cuatro especialistas en misiones y operaciones han recibido capacitación en el campo geológico.