TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 4 de febrero de 2021

ALIENIGENAS ANCESTRALES: El elemento 115

Moscovio, Ununpentio, eka-bismuto o simplemente el "elemento 115" es un elemento sintético, es decir, sintetizado por el hombre y cuyo número atómico (número de protones) es 115. Este elemento era solo una teoría hasta que en el 2004 unos científicos rusos lo descubrieran. Posteriormente, en el verano del 2013 fue confirmado por científicos de la Universidad de Lund(Suecia) bombardeando con iones de Calcio una fina película de Americio. El resultado fueron 4 átomos de Ununpentio que desaparecieron 100 milisegundos luego por emisión de partículas alfa. Pero, ¿porqué puede ser tan importante este elemento? Como sabéis, todos los elementos que aparecen en la tabla periódica más allá del Uranio (cuyo número atómico es 92) tienen una existencia efímera antes de desintegrarse. Y es que estos elementos superpesados conocidos como “elementos transuránicos” son radiactivos y tienen una vida media más corta que la edad de la Tierra, lo que hace que ya no se encuentren ni en nuestro planeta ni Sistema Solar si es que alguna vez lo estuvieron. Su fama radica en que según los teóricos de los antiguos astronautas, ha sido identificado como el combustible de las naves de origen extraterrestre que se han estrellado a lo largo de las últimas décadas en los EE.UU. y que podría ser utilizado por los humanos para viajar al espacio infinito. Ahora que su existencia ha sido confirmada ¿está el ser humano a punto de fabricar el combustible de los OVNIS? ¿Podría encerrar este nuevo elemento la clave de una poderosa fuente de energía y del control de la gravedad? Cuando en noviembre de 1989 un curioso personaje llamado Bob Lazar apareció en una entrevista en un canal televisivo de Las Vegas (Nevada, EE.UU.) muy pocos tomaron en serio sus explosivas declaraciones. Afirmaba que había estado trabajando en una base supersecreta del gobierno de los EE.UU. llamada S-4 y situada cerca de la famosa Área 51. Allí - sostenía - había analizado unas naves de origen extraterrestre que habían sido capturadas por los militares. Según Lazar, su cometido consistió en investigar como físico el sistema de propulsión de aquellos artefactos e intentar reproducir, en la medida de lo posible, su avanzada tecnología. Pero - siempre según la versión de Lazar - no había sido posible comprender en tu totalidad, y menos aplicar, aquella tecnología alienígena. Sí se logró, por el contrario, determinar que el secreto del funcionamiento de las naves residía en un elemento que no se encuentra en nuestro planeta. Mucho más pesado que el plomo y de aspecto anaranjado, el elemento 115 - afirmaba Lazar - tenía unas extraordinarias propiedades que lo convertían en una asombrosa fuente de energía y en la llave para generar gravedad artificial. Lazar no pudo documentar sus afirmaciones, como tampoco pudo demostrar que hubiese trabajado para el gobierno estadounidense ni que hubiese estudiado física - como había dicho - en instituciones de prestigio. Pero, a pesar de todo, los datos que facilitó sobre el supuesto elemento 115 resultaban más que sugerentes. Y, con el paso del tiempo, algunas de sus afirmaciones se han cumplido. El testimonio de Lazar parecía extraído de una novela de ciencia ficción y como tal fue tomado por muchos. Aseguraba haber llegado al Área 51 de la mano del doctor Edward Teller, así como haber estudiado varias naves de procedencia alienígena que se encontraban en poder de las autoridades estadounidenses. También explicó que su propósito era la “ingeniería inversa”, es decir, tratar de replicar la tecnología extraterrestre, mucho más avanzada que la terrestre. Aunque no proporcionó demasiados datos técnicos, Lazar subrayó que lo que sí se había podido comprobar era que la fuente de energía de aquellas naves era un elemento superpesado, el 115. Se trata de un elemento que no se encuentra en nuestro sistema solar, pero que podría estar presente en otras zonas del Universo como un subproducto de las supernovas. Según Lazar, en el interior de la nave el elemento 115 se sometía a un bombardeo de neutrones que producía su transmutación en el elemento 116, mucho más inestable. Éste iniciaba de inmediato una reacción que tenía dos extraordinarios efectos. El primero consistía en emitir partículas de antimateria que, al entrar en contacto con otras de materia, se desintegraban y producían una enorme cantidad de energía, que se aprovechaba en un generador enormemente eficiente. Más sorprendente aún era el segundo efecto: la creación de una onda de lo que llamó “gravedad B”, un fuerte campo gravitatorio propio que, a través de tres dispositivos situados en la base de las naves, podía ser dirigido a voluntad para desplazarse por el espacio. De este modo - proseguía Lazar - la fuerza de gravedad creada por la desintegración del elemento 115 permitía que las naves viajasen de una forma más o menos convencional, pero también hacía posible retorcer el espacio de manera que el aparato pudiera trasladarse casi instantáneamente de un punto del Universo a otro muy distante. La fórmula permitía que ambos lugares se aproximaran al “plegar” el espacio. Lazar afirmó incluso que las autoridades estadounidenses habían llegado a conseguir unos 200 kilos de este material de manos de los alienígenas. Cabe destacar que en el centro de investigación nuclear de Dubna (Rusia), donde se ha sintetizado el ununpentium, varios equipos internacionales llevan años tratando de obtener nuevos elementos químicos. Allí se descubrió también el elemento 114 y, posteriormente logró indicios del ansiado 115. Es muy probable que sea en este centro donde se consiga un isótopo estable de este elemento. Y parece que Lazar se adelantó unos años al hablar de un elemento estable con 115 protones, Venga ya ¿Este exótico elemento contiene la clave del futuro de la humanidad en las estrellas? Según Bob Lazar, ello es posible. Si somos capaces de aprovechar su increíble energía, el mundo cambiará para siempre.