TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 21 de octubre de 2021

ALIENIGENAS ANCESTRALES: Venimos de las Pléyades

En muchas culturas antiguas, existen relatos de antepasados que viajaron a la Tierra desde las Pléyades. Es más, últimos descubrimientos científicos revelan que los orígenes de la humanidad podrían no estar en la Tierra, sino a 445 años luz. Ante todo, cabe precisar que se trata de un cúmulo de estrellas visibles en el otoño e invierno. En la Antigüedad, se creía que sólo quienes tenían una vista privilegiada podían verlas todas. El objeto más distante que puede ver el ojo humano es Andrómeda, la galaxia vecina de la Vía Láctea ubicada a 2.5 millones de años luz de la Tierra. Sin embargo, dentro de ese rango es posible observar desde menos de 100 estrellas en el cielo de una ciudad, hasta 2 mil 500 en un área sin contaminación lumínica. Al margen de los planetas, el Sol y la Vía Láctea, el grupo de estrellas más visible desde nuestro planeta son las Pléyades, un cúmulo estelar de cientos (tal vez miles) de estrellas jóvenes formadas en los últimos 100 millones de años, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra. La mayoría de las estrellas visibles a ojo desnudo de las Pléyades son gigantes azules cinco veces más grandes que nuestro Sol. En una noche despejada, sin luz de Luna ni contaminación lumínica, es posible ver siete estrellas o más. Y a pesar de que aproximadamente 445 años luz nos separan de estas estrellas, las Pléyades son conocidas desde hace miles de años e inspiraron distintas leyendas en la Antigüedad. Como sabéis, el cúmulo abierto de las Pléyades es una de las imágenes más familiares del cielo de diciembre en el hemisferio norte. Es popularmente conocido, en muchos lugares del mundo, como las siete hermanas. Pero, si se observa detenidamente, veremos que en realidad contiene seis estrellas. ¿Qué pasó con la séptima? ¿Por qué se le llama así? Muchas culturas, a lo largo y ancho del mundo, cuentan historias bastantes similares sobre las siete hermanas. Se ha mencionado que, quizá, las primeras historias sobre las Pléyades pudieron originarse hace 100 000 años. En aquel momento, la constelación tenía un aspecto muy diferente al que podemos observar en el presente. En la mitología griega, las Pléyades eran las siete hijas del titán Atlas. Fue obligado a mantener el cielo durante toda la eternidad, impidiendo que pudiese proteger a sus hijas. Así que, para evitar que fuesen violadas por Orión, el cazador, Zeus las transformó en estrellas. La historia dice, sin embargo, que una hermana se enamoró de un mortal y decidió ocultarse. Por eso, en el firmamento, solo podemos observar seis estrellas. Otra historia parecida se cuenta entre los grupos aborígenes de Australia. En muchas de sus culturas, son un grupo de chicas jóvenes, generalmente asociadas con ceremonias sagradas e historias de mujeres. Las Pléyades, además, son parte importante de los calendarios y la astronomía aborígenes. En algunos grupos, de hecho, su primera aparición en el cielo del atardecer marca la llegada del invierno. No muy lejos de las Pléyades está la constelación de Orión, que al igual que en la mitología griega, era un cazador de mujeres. Específicamente, de aquellas que se encuentran en la constelación de las Pléyades. Una de ellas, según la versión, ha fallecido, está oculta, es muy joven o ha sido secuestrada, por lo que solo seis son visibles. En las culturas europeas, africanas, asiáticas, indonesias y nativas de América, muchas culturas entienden que el cúmulo tiene siete estrellas pero solo seis son visibles. Así, dan lugar a una historia que explica por qué la séptima es invisible. Pero, ¿cómo es posible que se de esa similitud en historias tan lejanas, y dispares, como las de la antigua Grecia y los aborígenes australianos que no tuvieron contacto alguno? Durante, al menos, 50 000 años, hubo poco contacto entre las culturas aborígenes y el resto del mundo. Así que, ¿de dónde sale ese origen común? Algunos investigadores como Ray Norris y Barnaby Norris sugieren cuál podría ser la explicación. Según un estudio publicado en el libro Advancing Cultural Astronomy, en el se explora la conexión entre las Pléyades y las historias a su alrededor. Se dice que los seres humanos modernos descienden de individuos que vivieron en África antes de que comenzasen sus migraciones a otros lugares del mundo, hace unos 100 000 años. ¿Es posible que las historias de las siete hermanas sean tan antiguas? ¿Puede que aquellos seres humanos llevasen, consigo mismos, las historias a medida que viajaban a Australia, Europa y Asia? Las observaciones astronómicas muestran que las Pléyades se mueven lentamente en el firmamento. Algo que resulta muy útil. En la actualidad, una estrella, Pleione, está tan cerca de la estrella Atlas que parecen un único astro a simple vista. Pero si se retrocede en el tiempo, hace 100 000 años Pleione estaba más lejos de Atlas. Hubiese sido fácilmente observable a simple vista. En aquel entonces, por tanto, la gente habría visto siete estrellas. Ese movimiento, explican los investigadores, podría ayudar a resolver dos rompecabezas. Por un lado, la similitud entre las historias aborígenes y griegas. Por otro, el hecho de que comúnmente sea conocida como las siete hermanas. Algo que choca con su aspecto actual, en el que solo seis estrellas son visibles. Esto permite a los investigadores pintar un cuadro de lo más curioso. ¿Es posible que las historias de las Siete Hermanas, y Orión, sean tan antiguas que nuestros lejanos ancestros las contasen en torno a hogueras, hace 100 000 años? Plantean que podrían ser, de hecho, las historias más antiguas del mundo. Pero los teóricos de los antiguos astronautas tienen otra respuesta a la interrogante, argumentando que este conocimiento común se debe a que fuimos creados por los pleyadianos. Son ancestros de los humanos quienes aportaron su ADN para el nacimiento de la raza. Son humanoides, prácticamente humanos con algunas diferencias anatómicas, con rasgos semejantes a las personas escandinavas (del norte de Europa) por lo que también se les denomina “nórdicos”. De excelente estado físico, tienen una estructura corporal bien formada, usan trajes ajustados y brillantes. Tienen una altura aproximada de entre 2,20 y 2,40 metros los hombres y entre 1,70 y 2,20 metros las mujeres. Poseen una larga melena rubia y ojos azules rasgados, más grandes de lo normal, mientras su piel sería entre blanca pálida a un tono más acaramelado. Según los describen los ufólogos, son unos seres de luz altamente evolucionados y espirituales (al contrario que el resto de extraterrestres). Su biología funciona similar a la de los humanos pero su desarrollo tecnológico y espiritual es más mas avanzado. Tiene sus propios maestros espirituales y distinguen como la luz como información y la oscuridad como falta de información. El amor, las ideas y los ideales son los motores de su sociedad. Los estudiosos de esta raza, aseguran que los pleyadianos visitan la Tierra para ayudar a los humanos a despertar y recordar quiénes son y de esta forma recuperar su poder y destino. Es decir, que descubran su divinidad y la conexión con el creador y con todo lo que existe. Siempre de acuerdo a los teóricos de los antiguos astronautas, los dioses creadores desarrollaron el Universo, por ende también la Tierra. Esta última fue elegida como un lugar de libre albedrío y con el tiempo llegaron otros dioses rivales al planeta. En efecto, entre estos nuevos líderes, arribaron los reptilianos. Ellos construyeron túneles subterráneos para manipular a sus habitantes. Como ellos se alimentan de vibraciones de conciencia negativas, sembraron el temor y el caos en la humanidad. El centro de operaciones estaba en la Mesopotamia asiática, donde surgió la misteriosa civilización sumeria hace miles de años. Los malvados reptilianos fueron modificando el ADN de los humanos y cortaron la conexión con los pleyadianos. Además, bloquearon con una especie de cerca eléctrica toda la información de luz, optimismo, esperanza y confianza. Para salir de este control, los humanos puros y los pleyadianos encarnados tratan de conectar con la luz del universo para iluminar la humanidad. Precisamente, algunas personas afirman haber sido contactadas por ellos. Entre estos contactados se encuentra el controvertido Billy Meier, uno de los primeros en asegurar la realidad de la visita de estos seres a nuestro planeta. El ser que lo contactó dijo llamarse Sfath. En los años 1950, una mujer estadounidense llamada Cynthia Appleton aseguró haber sido embarazada por pleyadianos, quienes serían los padres de su hijo Mattew. Desde la década de 1980 han ido apareciendo en todo el mundo más y más contactados, entre ellos se cuentan la norteamericana Bárbara Marciniak que ha publicado varios libros, la argentina Áditi Prem que durante sus lecturas de registros akáshicos contacta constantemente con estos seres, y el más conocido en la actualidad, el norteamericano Michael Love, principal canalizador de los pleyadianos desde el 2015. No queda duda que aún queda mucho que investigar para llegar a la verdad.