En la carrera espacial que se desató en la segunda mitad del siglo pasado, en plena Guerra Fría, la Unión Soviética lanzó exitosamente varias estaciones espaciales en la órbita terrestre, en lo que fue conocido como el programa Salyut. La estación Salyut 7 fue la última de este programa y la más avanzada del mismo, ya que mejoró el sistema estructural de las estaciones rusas, implantando un sistema modular en contraposición con las versiones predecesoras más rústicas y monolíticas. Lanzada al espacio el 19 de abril de 1982, la Salyut 7 tenía un tamaño aproximado de 16 metros de largo y fue construida con aluminio y acero. Esta estación científica -que permitía una tripulación máxima de tres cosmonautas- culminó su vida operativa en 1986, reentrando en la atmósfera terrestre sobre Argentina el 7 de febrero de 1991. En la Salyut 7 residieron seis tripulaciones estables. Una de ellas estuvo integrada por los cosmonautas rusos Leonid Kizim, Vladimir Solovyev y Oleg Atkov, quienes iniciaron su misión el 8 de febrero de 1984, iniciando una estadía de 237 días en el espacio, la más larga a bordo de la estación a lo largo de su historia. Hasta el día 156 todo transcurrió según lo planeado, sin embargo, ese día (12 de julio de 1984) los tres miembros de la tripulación presenciaron un evento extraordinario e inexplicable, una visión que definirían como “hermosa y maravillosa”. Según da cuenta The Sun “los cosmonautas del Salyut 7 reportaron haber visto un extraño brillo de color naranja alrededor de la nave espacial. Ellos creyeron que inicialmente era una fuga de gas, pero parecía que toda la estación estaba rodeada por una nube naranja. A medida que la miraban, la nube iba tomando forma. De repente, se produjo una especie de explosión de luz naranja que los cegó”, relató el investigador Nick Pope, ex funcionario del Ministerio de Defensa de Inglaterra. William Henry, mitólogo e investigador, agregó que “cuando los cosmonautas recuperaron la visión, miraron afuera de las puertas de la nave y lo que vieron los asombró. Ellos describen haber visto siete figuras angelicales de tamaño colosal que resplandecían y flotaban en el espacio junto a la nave. Estas figuras aladas permanecieron junto a la estación rusa por un lapso de 10 minutos antes de desaparecer”. Kizim, Solovyev y Atkov los describieron como criaturas aladas enormes, que, tomando como referencia el tamaño de la estación, tenían más de 24 metros de altura; además, despedían un halo brillante y tenían la particularidad de tener facciones humanas, unas facciones que, por cierto, sólo trasuntaban una profunda paz y armonía. Según las exactas palabras de uno de los cosmonautas, “lo que vimos fueron siete figuras gigantes con forma humana, pero con alas y halos como neblina, como en las descripciones clásicas de los ángeles’’. Las autoridades rusas, tras recibir el informe de los cosmonautas, desestimaron la visión del grupo y lo tomaron como una alucinación como resultado de la pérdida de oxígeno y fluctuaciones en la presión. Sin embargo, en el día 167, al equipo del Salyut 7 se le unió otro equipo de tres cosmonautas que venían a bordo de la nave espacial Soyuz T-12: Svetlana Savitskaya (la primera mujer en la historia en hacer un paseo espacial), Igor Volk y Vladimir Dzhanibekov, quienes, a poco de llegar, también se vieron inmersos en un cálido resplandor naranja. Cuando los cosmonautas se asomaron a uno de los ojos de buey de su nave, vieron a los seres angélicos. Lo increíble, en esta segunda aparición, es que los cosmonautas reportaron que “uno de los ángeles nos sonrió”. Uno de los cosmonautas confesaría posteriormente que esas figuras aladas “resplandecían y ello verdaderamente era sobrecogedor. Había una gran luz naranja y, a través de ella, pudimos ver las figuras de siete ángeles. Sonreían como si compartieran un glorioso secreto, pero al cabo de unos minutos se habían ido, y nunca más los volvimos a ver” expresó. Esta fabulosa aparición también se reportó al control de Tierra, y una vez que los cosmonautas regresaron al término de la misión, fueron sometidos a numerosos exámenes médicos físicos y psicológicos en los que no se encontró nada anormal en ninguno de ellos. El grupo de cosmonautas rusos, entre los cuales se encontraban eminentes hombres de ciencia, doctores e ingenieros, se decidieron entonces a relatar su increíble experiencia y a comprometer seriamente sus carreras profesionales poniendo en riesgo su reputación. La narración del asombroso encuentro se publicó en varios periódicos de todo el mundo y la noticia de que unos cosmonautas rusos habían tenido ‘un encuentro’ con unos seres alados en el espacio llenó las páginas de la prensa de la época. El incidente ocurrido en la estación espacial Salyut 7, que para las autoridades rusas sólo se debió a una fatiga extrema de los cosmonautas producto de una prolongada estancia en el espacio, todavía no puede ser explicado por la ciencia y hasta el día de hoy persisten muchas preguntas sobre este episodio. ¿Qué vieron realmente los tripulantes del Salyut 7? ¿Se trató de una alucinación? Y si lo fue ¿Por qué todos los cosmonautas compartieron la misma visión? ¿Eran realmente ángeles alados? ¿O se trataba de extraterrestres? Interrogantes que siguen sin resolver.