TIEMPOS DEL MUNDO
jueves, 19 de junio de 2025
REVELACIÓN SORPRENDENTE: Documento de la CIA dice que los rusos recuperaron planos de un «platillo volador» al final de la II Guerra Mundial
Un documento desclasificado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) ha reactivado una de las teorías más intrigantes del siglo XX: la posibilidad de que Rusia haya tenido acceso a planos técnicos de una nave con forma de un «platillo volador» - como inicialmente se les denominaba a los OVNIS - de diseño avanzado y origen incierto tras el final del Tercer Reich, en 1945. Pero a diferencia de otras hipótesis centradas en la recuperación de naves estrelladas, este informe de 1953 sugiere que lo que los rusos obtuvieron no fue una nave física, sino documentación técnica detallada, posiblemente derivada de proyectos secretos desarrollados por los nazis durante la guerra. En la primera parte del documento puede leerse lo siguiente: “Georg Klein, un ingeniero alemán, declaró que aunque muchas personas creen que los «platillos voladores» fueron un desarrollo posterior a la guerra, en realidad ya estaban en fase de planificación en las fábricas aeronáuticas alemanas desde al menos 1941. Klein aseguró haber sido ingeniero en el Ministerio de Speer (probablemente en referencia a Albert Speer, Ministro de Armamento y Municiones del Tercer Reich desde 1942) y afirmó haber estado presente en Praga, el 14 de febrero de 1945, durante el primer vuelo experimental de un «platillo volador». Durante esa prueba, según su testimonio, la nave alcanzó una altitud de 12.400 metros en solo tres minutos, y una velocidad de 2.200 kilómetros por hora. Klein añadió que, de acuerdo con los planes alemanes, estos «platillos» estaban diseñados para alcanzar hasta 4.000 kilómetros por hora. Si bien reconoció que la obtención de materiales adecuados fue inicialmente un obstáculo técnico, afirmó que ese problema había sido resuelto hacia finales de 1945, y que la construcción del modelo operativo ya estaba programada para comenzar. Tras esta introducción, el documento presenta el punto central que le da título: Ingeniero afirma que los planos del «platillo» están en manos rusas: Durante los últimos días de la guerra, cuando toda esperanza de una victoria alemana ya había sido abandonada, los ingenieros del grupo estacionado en Praga recibieron órdenes de destruir completamente todos sus planos sobre el modelo antes de que llegaran los rusos. Los ingenieros de las fábricas de Mite en Breslau, sin embargo, no fueron advertidos con suficiente antelación sobre el avance del enemigo, quienes lograron apoderarse del material. Los planos, junto con personal especializado, fueron enviados de inmediato y bajo fuerte custodia directamente a Moscú coincidiendo con la salida de Berlín del creador del Stuka (Junkers Ju 87), quien más tarde desarrolló el MiG-13 y 15 en Rusia. (...) Klein opinaba que los «platillos» están siendo actualmente construidos de acuerdo con principios técnicos alemanes, y expresó su creencia de que constituirán una seria competencia para los aviones a propulsión a chorro. Cabe destacar que el contenido citado no constituye un informe de inteligencia elaborado por la agencia, sino una transcripción de publicaciones periodísticas internacionales archivadas por su posible interés estratégico. En particular, los testimonios atribuidos al ingeniero alemán y otros datos sobre proyectos de platillos voladores nazis provienen de artículos de prensa publicados en medios de la época. Cabe precisar que durante la Guerra Fría, la CIA solía recopilar y clasificar notas aparecidas en diarios extranjeros como parte de su monitoreo global, sin que ello implicara una verificación oficial de su veracidad. Aun así, el hecho de que estos documentos hayan sido conservados en sus archivos indica que fueron considerados relevantes o dignos de seguimiento. Debido a lo explicado anteriormente, el documento no explica ni profundiza en cómo los nazis podrían haber llegado a concebir diseños tan avanzados como para plasmarlos en planos técnicos con potencial militar. Una pieza clave para llenar ese vacío histórico es la presunta caída de un objeto volador no identificado en 1933 en Magenta, Italia. Bajo el régimen de Benito Mussolini, el incidente habría sido gestionado en secreto por un gabinete especial conocido como RS/33, con la participación del célebre físico Guglielmo Marconi. Investigaciones recientes sostienen que, tras la caída del fascismo en 1943, los restos del objeto fueron confiscados por agentes estadounidenses y trasladados a territorio norteamericano, posiblemente a instalaciones militares clasificadas. De confirmarse esta versión, Estados Unidos habría tenido acceso a tecnología no humana más de una década antes del incidente de Roswell, y parte de esa información técnica pudo haber sido filtrada, compartida o replicada posteriormente. Otro evento enigmático fue la aparente caída de una nave en la Selva Negra (Schwarzwald), Alemania, en 1938. Se especula que científicos del Tercer Reich, posiblemente bajo la supervisión de las SS y con vínculos a sociedades esotéricas como la Thule o la Vril-Gesellschaft, habrían recuperado y estudiado el enigmático objeto. A partir de esos hallazgos, habrían surgido planos técnicos avanzados que describían naves discoidales con posibles capacidades antigravitacionales. Algunos de estos diseños podrían haber sido los mismos que, en años posteriores, terminaron en manos rusas. Si el contenido citado es verídico, el documento desclasificado de la CIA deja abierta una posibilidad inquietante: que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, planos de una tecnología no convencional - posiblemente de origen no humano - hayan terminado en manos tanto de Rusia como de Estados Unidos. Mientras los primeros habrían capturado documentos y personal en zonas como Breslau y Praga, los estadounidenses se adelantaron con la Operación Paperclip, llevándose consigo a destacados científicos nazis y, posiblemente, parte de los secretos que quedaron tras el colapso del Tercer Reich. Lo que emerge de este escenario es una carrera tecnológica encubierta, iniciada mucho antes del caso Roswell, en la cual ambas potencias habrían competido por replicar o entender tecnologías más allá de su tiempo. Quizás, el resultado del accidente de un «platillo volador» en Roswell haya sido el resultado de la caída de una nave experimental alemana que los estadounidenses habrían logrado capturar. Y con ello, surgen muchas preguntas: ¿Qué avances que hoy consumimos surgieron de estos intentos de retroingeniería nazi? ¿Y qué descubrimientos, tras más de 80 años, siguen bajo siete llaves por su capacidad de romper las reglas del mundo tal como lo conocemos?