TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 2 de enero de 2020

KAPUSTIN YAR: El Área 51 de Rusia

Se trata de un polígono que debía ser un centro de experimentación ultrasecreto de los primeros prototipos de aviones a reacción y misiles balísticos rusos, cuya construcción se inicio el 13 de mayo de 1946, finalizando en julio de 1947. Con una superficie de 2.600 km2, la instalación estaba situada en un desolado páramo de la región de Astracán, a 100 kilómetros de la por entonces Stalingrado, hoy llamada Volgogrado. El hecho de estar ubicada en el escenario de una de las batallas más sangrientas de la historia no es baladí. En realidad una de las primeras cuestiones que los servicios de inteligencia occidentales y la comunidad científica rusa se plantearon fue por qué se había elegido esa extraña localización. Entornos aislados que aseguraran la necesaria confidencialidad los había a centenares en la enorme extensión de Rusia, desde Siberia a las estepas de Mongolia pasando por el inhóspito Kazajistán donde, por cierto, poco después se instalaría el cosmódromo de Baikonur. La versión "oficial" de la inteligencia rusa era que, en el frenesí de la reconstrucción de la ciudad y en el inacabable ir y venir de grúas y camiones, sería más fácil que pasara desapercibida la construcción de un complejo balístico. Sin embargo, la realidad era otra y apuntaba a los designios del despiadado asesino Iósif Stalin, quien junto a Mao Tse Tung son los más grandes genocidas de la historia, ya que en nombre del “socialismo” mataron a más de 150 millones de seres humanos. Se dice que Stalin quedó impactado por un extraño suceso ocurrido en la región siberiana de Tunguska el 30 de junio de 1908, cuando un objeto espacial cayó en la zona y provocó la considerada como mayor explosión de origen desconocido sufrida por el planeta. Según estudios posteriores, en aquel incidente una bola de fuego calentó el aire circundante a 16 millones grados antes de estallar a unos ocho km de altura sobre la vertical de Tunguska con una potencia equivalente a mil bombas atómicas, derribó 80 millones de árboles en un área de 25 km alrededor y la onda expansiva circundó la Tierra dos veces. De hecho, más de un siglo después, sus efectos aún son visibles en la zona afectada. La mayoría de científicos ya consideraban entonces que la deflagración de Tunguska tenía un origen natural, pero Stalin - que por entonces tenía 30 años - se obsesionó con el posible origen extraterrestre de la explosión y, una vez en el poder, encargó a sus científicos, con Sergei Korolev al frente, investigarlo. Korolev viajó hasta Tunguska y encontró abundante material radioactivo en el epicentro del impacto, el llamado "Cementerio del Diablo", un área en la que no había quedado rastro de vida animal o vegetal. Pero, aunque en su informe oficial lo atribuía sin duda a un meteorito, en persona no se atrevió a contradecir al iracundo dictador y eso convenció aún más a Stalin de la responsabilidad alienígena. A este despiadado criminal, de nulas inquietudes intelectuales y a quien el fenómeno OVNI no le interesaba ni como posible evidencia de vida extraterrestre ni como desafío científico o filosófico, ya que lo único que le obsesionaba de los supuestos extraterrestres era la posibilidad de hacerse con su tecnología y aprovecharla en su beneficio, tal como hicieron - al igual que los estadounidenses - con la alemana, secuestrando a sus científicos y obligándolos a trabajar para ellos al final de la II Guerra Mundial. Es mas, se dice que la zona de Kapustin Yar era, junto a la península de Crimea, una de las que registraba tradicionalmente mayor actividad de avistamientos OVNIS en Rusia y eso convenció a Stalin de instalar allí su flamante centro de investigación en el lugar. A ninguna fuerza aérea le gusta admitir que en los cielos que debería mantener seguros y controlados aparecen extraños artefactos voladores de origen desconocido. En realidad es algo tan viejo como el propio estudio ufológico. Por eso, ni en la etapa soviética ni en la actual se ha confirmado ni desmentido oficialmente jamás por las autoridades rusas lo que ocurrió el 19 de junio de 1948 - menos de un año luego de Roswell - en la vertical de Kapustin Yar. Eran algo más de las cinco de la tarde cuando el operador de radar que vigilaba el espacio aéreo de la ultrasecreta base vio aparecer una extraña marca en la pantalla. Tal como ordenaba el protocolo hizo despegar de inmediato uno de los novísimos caza Mikoyan-Gurevich - Mig15, que sólo llevaban dos meses en servicio, hacia el punto de interceptación en el que se hallaba el contacto. El piloto recibió la orden de atacar y éste disparó una ráfaga de cohetes que impactaron de lleno en el blanco y lo mandaron a tierra. Antes, sin embargo, el objeto desconocido tuvo tiempo de emitir una extraña radiación electromagnética que paralizó el motor del Mig y obligó al aviador a un aterrizaje de emergencia. Apenas se confirmó el derribo del OVNI los equipos de recuperación se pusieron inmediatamente en marcha; recogieron los restos y los llevaron a una de las instalaciones subterráneas de Kapustin Yar; concretamente a la que los militares llamaban familiarmente Hangar Zhitkur, que albergaba el material más reservado. A partir de este punto los escépticos defienden que lo que derribó aquel Mig no era otra cosa que un avión espía mientras que quienes creen en el componente alienígena argumentan que se trataba de una nave extraterrestre y que posteriormente hubo incidentes similares y que el derribo de la supuesta nave alienígena tuvo un inesperado "efecto llamada" que habría propiciado más encuentros posteriores en la zona. Por esa razón en la década de los 80 se estableció precisamente en Kapustin Yar un importante proyecto oficial de estudio, observación y clasificación de OVNIS llamado Circle. En 1968 la base hizo sonar otra vez la alarma Scramble ante la aparición de unas extrañas naves que sobrevolaban cuatro de los silos de la instalación y fueron repelidas por los Mig. El incidente más grave ocurrió la noche del 28 al 29 de julio de 1989 cuando tres objetos voladores desconocidos iluminaron con un extraño rayo un silo de lanzamiento de misiles y lo destruyeron parcialmente. Los objetos tenían forma de disco, medían entre 2 y 5 metros de diámetro y presentaban una media esfera en la parte superior que se iluminaba. Se hizo despegar un avión de caza - pilotado por el teniente Klimenko - pero los OVNIS no permitieron que la aeronave se acercara. El KGB abrió una investigación y elaboró un informe que incluye testimonios y croquis pormenorizados realizados por dos oficiales, un cabo y cuatro soldados que se vieron involucrados como testigos. Un informe que está disponible en la red gracias a que un coronel retirado, Boris Sokolov, vendió al periodista de ABC News George Knapp una serie de documentos clasificados sobre incidentes OVNI ocurridos en la URSS entre 1978 y 1988 que lo incluyen. Algunas filtraciones afirman que dentro del hangar Zhitkur se conservan cinco naves extraterrestres, de las cuales tres serían discos, otra un "cigarro" cilíndrico y una con forma delfinoide. La cosmonauta Marina Popovich asegura haberlas visto y que se recuperaron cuerpos, cosa que contó en su libro Glasnost OVNI, de 2003, en el que explica que los restos de "platillos volantes" son fruto de colisiones en Novosibirsk, Tallin, Tunguska, Dalnegorsk y Ordzhonikidze. En un sentido opuesto al de Popovich se manifiesta Sergei Khrushchev, hijo de quien fuera el sucesor de Stalin, Nikita Khrushchev, el traidor que “regaló” ilegalmente Crimea a Ucrania en 1956 y que en el 2014 por decisión libre y soberana de sus habitantes fue reunificada a Rusia. A Sergei nunca le interesó la política y optó por la ingeniería, de modo que entró a trabajar en Kapustin Yar, en la oficina OKB 52 de Vladímir Cheloméi, uno de los principales diseñadores de cohetes de la URSS. Instalado desde 1991 en los EEUU, entre 1958 y 1968 participó en el supersecreto programa soviético de aeronaves y misiles fabricando misiles crucero para submarinos, vehículos lunares y el megacohete Protón. Igual que los americanos en su Área 51, los rusos prueban sus prototipos más radicales en Kapustin Yar, de modo que para Khrushchev lo que lleva medio siglo sobrevolando el polígono son aviones y satélites espía y no OVNIS, al menos eso es lo que dice. "A los servicios de inteligencia y a la Fuerza Aérea les iba bien que se pensara en OVNIS, así no se hablaba de lo que realmente había allí. De hecho ellos alimentaron la leyenda de que se guardaban platillos volantes, que siempre son más atractivos para el gran público que los misiles o los bombarderos. Pero en dos décadas de investigación de avistamientos sobre la base no se ha hallado otra cosa que globos y aviones espías de los EEUU". No cree siquiera que la construcción de la base en Kapustin Yar se debiera al capricho ufológico de Stalin: "Me consta que decidieron construirla ahí porque era un área muy poco poblada. Allí no había nada, absolutamente nada". Venga ya, es la misma excusa que brindan los estadounidenses para tratar de desvirtuar los rumores de sus encuentros con los OVNIS y de que poseen varios de ellos. ¿Algún día se sabrá la verdad?