En las heladas tierras de Siberia, existe una criatura que inspira temor entre los habitantes de la región, un monstruo demoníaco salido del Infierno: Labynkyr. Durante siglos los habitantes de estas lejanas tierras, los evenki, cuentan que en los innumerables lagos que recubren sus territorios, se esconde una criatura infernal que acecha tanto a hombres como a animales devorándolos rápidamente. Según los testimonios locales, el monstruo aparece a finales de otoño hasta que finaliza el invierno, cuando el frío es más intenso. El aspecto que presenta Labynkyr es aterrador, los testimonios lo describen como un monstruo de color gris, con una enorme cabeza y con los ojos muy separados entre sí. Las dimensiones que alcanza el Labynkyr son de más de 7 metros de largo, con una mandíbula de hasta 2,5 metros y un cuerno blanco de un metro aproximadamente. Su cuerpo alargado, apariencia reptiloide y temperamento esquivo, le han hecho que sea bautizado como el “monstruo del Lago Ness ruso”. Pero, ¿existen evidencias científicas que demuestren que la existencia de esta mítica criatura? En 1953, una expedición científica al mando de los científicos Victor Tverdokhlebova y Boris Bashkatova, confirmaron la existencia de esta misteriosa criatura. En su diario comentan que se encontraron con la “bestia” y la describen de la siguiente manera: “Una misteriosa forma se acercaba navegando hacia nosotros, se veía que era algo vivo. Tan pronto como se nos acerco, sentimos que un frío extraño se apoderaba de nosotros. Al mismo tiempo vimos dos puntos de luz y un cuerpo masivo de forma alargada que se movía con lentitud. De un momento a otro esa extraña forma de vida salto hacia adelante y se zambullo en el agua. No había ninguna duda, hemos visto al demonio Labynkyr”. Como podéis imaginar, durante todos estos años ha sido un lugar de culto de turistas y expediciones científicas. Aunque no se han encontrado evidencias de su existencia, si han ocurrido fenómenos muy extraños. El 15 de Octubre de 1999, se realizó una investigación de los lagos subterráneos en donde se sitúa al Labynkyr desapareciendo misteriosamente todos los perros husky siberianos que tiraban de los trineos. Lo sorprendente, es que se encontró bajo el agua extrañas huellas y restos de los perros de trineo, que confirma que una criatura de gran tamaño los había devorado. En el 2005, otra expedición se atrevió a adentrarse en busca del Labynkyr, hallando extraños huesos y vértebras aunque no pudieron conseguir ninguna muestra en vivo del animal. Otra búsqueda conocida se realizó en el 2013, de manos de la Sociedad Geográfica Rusa, “El Polo del Frío”. Si bien no se encontró evidencia del Labynkyr, como contrapartida se descubrió que se podía trabajar sin equipo especial a -46º bajo cero. Pero no fueron los únicos interesados en querer descubrirlo, ya que en el 2016 el explorador y aficionado a los deportes extremos ruso, Andréi Soloviov, llevo varios meses junto al lago Labinkir al este de la región rusa de Yakutia, en el Lejano Oriente - instalándose en una caseta abandonada a la orilla del lago y alimentándose de bayas y peces, además de beber infusiones de diversas hierbas - a la espera de poder observar al gigantesco y mítico animal, aunque sin resultados. Si bien ha vuelto en los años siguientes, no ha tenido suerte aun. ¿Pero Labynkyr es algo real o solo se trata de una ficción? Investigadores reputados afirman que podría ser un reptil de tiempos remotos como un plesiosaurio que, debido al aislamiento y las condiciones climáticas de la región, consiguió de alguna forma sobrevivir a la extinción. Existe una teoría que explica que el Labynkyr podría ser una evolución del legendario mamut pero adaptado a ambientes acuáticos, aunque muchos lo descartan, porque no concuerda con el temperamento agresivo del que hace gala el “demonio del hielo”. Es bastante curioso que, en otras zonas remotas de Rusia con profundos lagos, existan testimonios similares de criaturas de aspecto infernal con un comportamiento agresivo. Como ejemplo, se menciona a la bestia del lago Shaitan en la región de Kirov y Seydozero, en Kola, un mítico animal que custodia la entrada al más allá según las creencias nativas. ¿Algún día se podrá comprobar fehacientemente su existencia? Esperemos que si.
