TIEMPOS DEL MUNDO
jueves, 31 de agosto de 2023
DESPEJANDO LA INTERROGANTE: ¿Es posible la existencia de vida extraterrestre en ‘el gemelo malvado’ de la Tierra?
Como sabéis, Venus presenta algunas similitudes con la Tierra en cuanto a tamaño, masa y composición. No obstante, ambos planetas son totalmente diferentes en condiciones térmicas y atmosféricas, dado que la temperatura promedio en la superficie venusiana es de alrededor de 465 ºC, mientras que la presión es 92 veces mayor que la terrestre. Asimismo, se tiene evidencia de que su atmósfera es altamente corrosiva, debido a que está compuesta principalmente de ácido sulfúrico, lo que afecta considerablemente a muchos materiales que se utilizan en la fabricación de naves espaciales, como el cobre. Las pocas que pudieron posarse en su superficie hasta el momento como las Venera rusas hace 54 años, se desintegraron al cabo de una hora, aunque antes pudieron enviar imágenes del lugar. Debido a su entorno hostil, Venus es considerado como el 'gemelo malvado' de la Tierra. Sin embargo, la científica del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, Michelle Thaller, reveló durante una entrevista con el diario The Sun, publicada este miércoles, que se detectaron "posibles signos de vida en la atmósfera de Venus". Asimismo, explicó que se observó que hay elementos en la densa capa de gases, que rodea al segundo planeta del sistema solar, "que podrían producir bacterias". Anteriores estudios sugirieron que Venus tiene el potencial para el desarrollo de vida microbiana, como bacterias y otros organismos. A pesar de las condiciones extremas de su superficie, se piensa que las características presentes en la espesa capa de nubes venusianas permiten el crecimiento de algunas formas de vida microbiana: disponibilidad de luz solar, nutrientes y algo de agua. Los autores de dichas investigaciones detallaron que, cuando el suelo de Venus se volvió más árido, los microorganismos pudieron haber migrado a la atmósfera, en donde hay condiciones más tranquilas y menos extremas. Esta situación puede explicar por qué estos diminutos seres vivos pudieran estar a la deriva, ubicadas a grandes alturas a salvo de su corrosiva atmosfera. Por otro lado, Thaller también propuso que probablemente hubiera vida microbiana "debajo del hielo en las lunas heladas de Júpiter y Saturno". Pese a sus planteamientos, la especialista de NASA reiteró que aún no se tienen "pruebas absolutas" que demuestren completamente la existencia de seres vivos extraterrestres en el sistema solar. "¿Creo que hay vida ahí fuera? Absolutamente. Solo es cuestión de tiempo", concluyó. En efecto, se descubrió que Venus puede tener fotosíntesis durante las 24 hs y, además, vida microbiana. A estas conclusiones arribo un esperanzador estudio realizado por Rakesh Mogul, profesor de bioquímica en la California State Polytechnic University (CalPoly Pomona), y autor principal de un estudio publicado en Astrobiology. Este trabajo analizó la idoneidad de las nubes de Venus y dejo abierta una posibilidad al desarrollo de circunstancias propicias para la vida. La luz solar que se filtra a través de las nubes de Venus podría apoyar la fotosíntesis, similar a la que sucede en la Tierra en las capas de nubes. Este trabajo dio un giro fascinante a lo que se sabía hasta ahora. Los científicos descubrieron que la fotosíntesis puede continuar durante la noche debido a la energía térmica o infrarroja que se origina en la superficie y la atmósfera. En este hábitat, la energía de la luz estaría disponible tanto por encima como por debajo de las nubes, lo que podría proporcionar a los microorganismos fotosintéticos amplias oportunidades para diversificarse a través de las capas de nubes. Tanto la radiación solar como la térmica en las nubes de Venus poseen longitudes de onda de luz que pueden ser absorbidas por los pigmentos fotosintéticos que se encuentran en la Tierra. En Venus no sólo todo está dado para que haya fotosíntesis, sino también hay condiciones químicas potencialmente susceptibles al crecimiento de microorganismos. Según Mogul y su equipo, la fotosíntesis podría ocurrir las 24 horas del día en las nubes de Venus y las nubes medias y bajas reciben energía solar similar a la superficie de la Tierra. Como en la Tierra, los fotótrofos hipotéticos en las nubes de Venus tendrían acceso a la energía solar durante el día. El estudio también encontró que luego de filtrarse a través de la atmósfera de Venus, la dispersión y la absorción eliminan la luz solar de gran parte de la radiación ultravioleta (UV) que es dañina para la vida, proporcionando un beneficio como la capa de ozono de la Tierra. Yeon Joo Lee, coautor del estudio, usó un modelo de transferencia radiativa para mostrar que las capas de nubes medias e inferiores actuales sobre Venus reciben significativamente menos UV, 80-90% menos de flujo en el UV-A en comparación con la superficie de la Tierra, y están esencialmente empobrecidos de radiación en los rayos UV-B y UV-C, que representan los componentes más dañinos de los rayos ultravioleta. Por otra parte, los flujos de fotones de la atmósfera y la superficie de Venus son superiores a los que se registran en espacios de poca luz en el planeta Tierra. Para medir el potencial fotosintético nocturno de Venus, a través de la energía térmica, el equipo dirigido por Mogul comparó los flujos de fotones que se elevan desde la atmósfera caliente y la superficie de Venus con los flujos de fotones medidos dentro de los hábitats fototróficos de poca luz en la Tierra: respiraderos hidrotermales en el East Pacific Rise, donde se informa que las emisiones geotérmicas apoyan la fototrofia a profundidades de 2.400 metros, y el Mar Negro, donde los fotótrofos alimentados por energía solar se encuentran a profundidades de 120 metros. El trabajo de Mogul y equipo se opone a las conclusiones que a mitad de este año arrojaron un estudio del microbiologista John Hallsworth, quien concluyó que las nubes de Venus “eran demasiado secas para albergar vida terrestre”. Para Rakesh Mogul, las nubes de Venus podrían estar compuestas en parte de formas neutralizadas de ácido sulfúrico, como el bisulfato de amonio. Estas condiciones químicas exhibirían actividades de agua dramáticamente más altas en comparación con los cálculos de Hallsworth y acidez mucho más baja en comparación con los modelos actuales para Venus. "Nuestro estudio proporciona un apoyo tangible para el potencial de fototrofia y/o quimiotrofia por microorganismos en las nubes de Venus", sostuvo el bioquímico Mogul en un comunicado. "Los niveles de acidez y actividad del agua se encuentran potencialmente dentro de un rango aceptable para el crecimiento microbiano en la Tierra, mientras que la iluminación constante con rayos UV limitados sugiere que las nubes de Venus podrían ser acogedoras para la vida. Creemos que las nubes de Venus serían un gran objetivo para la habitabilidad o misiones de detección de vida, como las que se planean actualmente para Marte" puntualizo.
jueves, 24 de agosto de 2023
SECRETOS QUE SALEN A LA LUZ: Descubren extrañas 'estructuras' en las profundidades del lado oscuro de la luna
Por primera vez desde que se estudia la Luna, los científicos han podido visualizar lo que hay hasta 300 metros por debajo de su polvorienta superficie. Los resultados, obtenidos por los instrumentos del rover chino Yutu-2, parte de la misión Chang'e-4, revelan más de mil millones de años de historia lunar previamente desconocida. Desde su aterrizaje en la cara oculta de la Luna en el 2018 (algo que nadie había conseguido hasta ese momento), el Yutu-2 ha estado tomando impresionantes panorámicas de los cráteres de impacto y recogiendo muestras de minerales del manto lunar. Y ahora, la nave espacial ha permitido a los científicos visualizar por primera vez la estructura en capas que comprende los primeros 300 metros del subsuelo de la Luna. Los resultados de esta investigación se acaban de publicar en el Journal of Geophysical Research: Planets y del que da cuenta esta semana Space. El rover chino está equipado con una tecnología llamada Lunar Penetrating Radar (LPR). Según explica Jianqing Feng, investigador del Instituto de Ciencias Planetarias en Tucson, Arizona, y primer firmante del artículo, el dispositivo permite al vehículo robótico enviar señales de radio al subsuelo lunar. “Luego -explica Feng-, escucha los ecos a medida que vuelven”. Así, los científicos pueden utilizar esos 'ecos' (las ondas de radio que rebotan en las estructuras subterráneas) para crear un mapa del subsuelo lunar. En el 2020, los científicos ya utilizaron el LPR de Yutu-2 para mapear los primeros 40 metros bajo la superficie, pero hasta ahora no habían profundizado más. 40 metros que, según los nuevos datos, están formados por múltiples capas de polvo, tierra y rocas rotas. Pero había mucho más. Según relata Feng, oculto entre esos materiales había un cráter, formado cuando un objeto grande se estrelló contra la luna. Los investigadores plantean la hipótesis de que los escombros que rodean esta formación eran eyecciones, es decir, restos del impacto. A más profundidad, los científicos descubrieron hasta cinco capas distintas de lava lunar, acumuladas a lo largo de miles de millones de años. Según la teoría más aceptada, la Luna se formó hace 4.510 millones de años, al poco tiempo que el propio Sistema Solar, cuando un objeto del tamaño de Marte chocó contra la Tierra y desprendió un gran fragmento de nuestro planeta. Más tarde, la Luna siguió siendo bombardeada por objetos desde el espacio durante aproximadamente 200 millones de años más. Algunos de esos impactos agrietaron la superficie lunar. Al igual que la Tierra, en aquellos momentos el manto de la Luna contenía bolsas de magma, material fundido que, según Feng, se filtró a través de las grietas recién formadas dando lugar a una serie de violentas erupciones volcánicas. Los nuevos datos aportados por la misión Chang'e-4 muestran que ese proceso se fue ralentizando con el tiempo: Feng y sus colegas descubrieron que las capas de roca volcánica se hacían más delgadas cuanto más se acercaban a la superficie de la Luna. Lo cual sugiere que en las erupciones modernas fluyó menos lava que en las más antiguas. “La luna -explica el investigador- se estaba enfriando lentamente, perdiendo vapor en su última etapa volcánica. Pero su energía se debilitó con el tiempo” aseveró. Se cree que la actividad volcánica en la Luna cesó por completo hace unos mil millones de años (aunque los científicos han descubierto alguna evidencia de actividad volcánica aislada mucho más reciente, de hace tan solo 100 millones de años). Por esta razón, a menudo se considera que la Luna está “geológicamente muerta”. Aunque, según Feng, aún podría haber magma en las profundidades, a muchos metros bajo la superficie. Algo que el rover Yutu-2, que aún no ha terminado su trabajo, podría revelar en un futuro próximo.
jueves, 17 de agosto de 2023
WOW!: La enigmática señal extraterrestre que continua siendo un misterio
Hace 46 años - un 15 de agosto de 1977 para ser más específicos - el radiotelescopio del Observatorio Big Ear, de Ohio, detectó una señal proveniente del espacio exterior con una frecuencia de radio nunca registrada. El fenómeno no volvió a repetirse y pasado todo este tiempo los investigadores aun tratan de descubrir de dónde vino y qué o quién emitió el audio que los conmocionó. Sucede que como todas las mañanas, Jerry Ehman, un joven astrónomo de la Universidad Estatal de Ohio que colaboraba como voluntario en el proyecto SETI -dedicado a la búsqueda de señales de inteligencia extraterrestre– comenzó a revisar los registros de la computadora del Observatorio Big Ear hasta que quedó petrificado frente a una señal detectada por el radiotelescopio. Leyó y volvió a leer, para estar más seguro de que las características de la señal de origen desconocido captada la noche anterior, la del 15 de agosto de 1977 exactamente a las 23.16 hora local, estaba registrada con el código “6EQUJ5″. Le costó creer lo que leía. La computadora del telescopio usaba los números del 0 al 9 para representar las ondas de frecuencias bajas y las letras de la A la Z para las más altas, todas medidas en megahercios (MHz). La presencia de la letra “U” en el código significaba que la señal había alcanzado una de las frecuencias más altas de la escala de medida de las ondas electromagnéticas, unas 30 veces más fuerte que el ruido habitual del espacio profundo. Sin sacar los ojos del código, Ehman tomó su birome roja, envolvió la fórmula en un óvalo y al costado escribió con mayúsculas la palabra que mejor expresaba su asombro: “WOW!”, que en español se podría traducir como “¡GUAU!”. El joven astrónomo sintió que había tocado el cielo con las manos: una señal así solo podía ser enviada por una inteligencia extraterrestre. La señal sigue desvelando 46 años después a los radioastrónomos de todo el mundo, que buscan la respuesta a dos incógnitas: de dónde provino y si realmente fue enviada por una inteligencia del espacio exterior. La señal “WOW!”, como quedó bautizada desde entonces en el mundo científico, tuvo una duración de 72 segundos y no volvió a ser detectada hasta hoy. Su frecuencia de 1420,4056 megahercios está asociada al elemento hidrógeno, que está relativamente libre de ruido de fondo, lo que lo convierte en un buen rango para elegirla para comunicarse a través del Universo. “Dado que el hidrógeno es el elemento más abundante del universo, es lógico suponer que una civilización inteligente dentro de nuestra Vía Láctea, deseosa de atraer la atención hacia sí misma, podría emitir una fuerte señal de baliza de banda estrecha en la frecuencia de la línea de hidrógeno neutro o cerca de ella”, escribió Ehman en un informe para Live Science cuando se cumplieron treinta años de su descubrimiento. Pero también puede ser lo contrario: la abundancia de hidrógeno en el universo hace que la posibilidad de que la señal se deba a un fenómeno natural dado en determinadas condiciones. Para los astrónomos un camino posible para saber si es una u otra cosa es encontrar el origen de la señal. El primer paso lo dio el propio Ehman, al descartar que proviniera de un satélite, de una operación militar o de una aeronave terrestre. En un primer momento se manejó la hipótesis de que provenía de la constelación Sagitario. Para Robert Dixon, ex director del Radio Observatorio de la Universidad Estatal de Ohio, el origen de la señal pudo estar ahí. “Se apagó cuando (el telescopio) volvió a observar en esa dirección inmediatamente, indicando que era de origen inteligente y no un fenómeno natural”, dijo en un artículo publicado en la red SETI. De la misma opinión fue Seth Shostak, otro astrónomo del proyecto: “La manera en la que la señal apareció y desapareció, la manera en que aumentó de intensidad y luego se fue, hace que parezca una señal E.T.”, explicó en una entrevista con la BBC. Pero al mismo tiempo aclaró que, si bien es emocionante pensar así “no necesariamente es verdad”. Otros astrónomos como Paul Sutter, también de la Universidad Estatal de Ohio, descartan directamente la posibilidad de un mensaje de una civilización extraterrestre. “No sigue un patrón ni tiene señales de comunicación. La astronomía está llena de señales misteriosas y siempre se prefiere explicarlas por causas naturales, si es que no hay pruebas abrumadoramente convincentes de lo contrario”, dijo. El propio Ehman llegó a contradecir su hipótesis inicial de un mensaje alien. “Deberíamos haberla visto de nuevo cuando la buscamos otras cincuenta veces más; algo me sugiere que se trató de una señal con origen terrestre que simplemente fue reflejada por algún pedazo de basura espacial”, llegó a decir ya entrado el Siglo XXI. En los últimos años han surgido nuevas hipótesis sobre el origen de la señal que nunca se repitió. En un trabajo publicado por la Academia de Ciencias de Washington en el 2015, los astrónomos Antonio Paris y Evan Davies propusieron que podía haber sido causada por un cometa, el 266P/Christensen o el P/2008 Y2, que en ese momento se encontraba viajando por el sistema solar. Estos dos asteroides tenían algo en común: una enorme nube de hidrógeno a su alrededor, pero como recién fueron descubiertos en el 2006 no se tuvieron en cuenta durante las investigaciones de la señal. Para demostrar la hipótesis, siguió durante los últimos meses del 2016 y los primeros del 2017 al asteroide266P con un radio telescopio. Según sus observaciones, las señales son parecidas a la descubierta por Ehman en 1977, pero no iguales. En los últimos tiempos volvió a cobrar fuerza la posibilidad de que la señal proviniera de la constelación de Sagitario o de algunos cúmulos estelares aledaños a ella. El problema para probar la teoría es que se trata buscar una aguja en un pajar debido a la extensión territorio a explorar. Frente a ese desafío, un astrónomo de la Agencia Espacial Europea (ESA) se propuso analizar los datos ya existentes sobre miles de estrellas en la zona y propuso una nueva pista para resolver el misterio a la vez que revive la hipótesis del mensaje de una civilización extraterrestre. Buscando entre los datos recogidos por el observatorio espacial Gaia de la ESA, con una base de datos de más de mil millones de estrellas, consiguió reducir su búsqueda de estrellas que pudieran albergar un exoplaneta con potencial para la vida a una única estrella similar al Sol, llamada 2MASS 19281982-2640123, situada a 1.800 años luz en la constelación de Sagitario. “A pesar de que esta estrella está situada demasiado lejos para enviar cualquier respuesta en forma de transmisión de radio o luz, podría ser un gran objetivo para realizar observaciones en busca de exoplanetas alrededor de la estrella, que tiene una temperatura estimada de solo 5 grados más que el Sol, y un radio y luminosidad casi idénticos. Es un objetivo excelente para buscar exoplanetas potencialmente habitables”, escribió en un artículo publicado en Live Science. De esta manera, cuando se cumplen 46 años de la detección de la señal “WOW!” el misterio continúa, aunque los astrónomos no pierden las esperanzas de descifrarlo gracias a los avances tecnológicos logrados en los últimos tiempos. “En los años 70 y 80, hubo muchas ondas que fueron recibidas solo una vez y nunca más se volvieron a captar, pero ahora los radares se han vuelto más sofisticados y es más fácil rastrearlas”, dice el astrónomo Shostak, y agrega: “Algún día podríamos recibirla otra vez”.
jueves, 10 de agosto de 2023
AVI LOEB: “No podemos fiarnos del Pentágono para saber la verdad acerca de los OVNIS”
Como recordareis, hace un par de semanas se presento en el senado estadounidense… quien confirmo su versión acerca del ocultamiento por parte del Pentágono de restos de naves y material orgánico de origen alienígena, y del cual dimos cuenta en esa ocasión. Ahora bien, el reconocido astrofísico Avi Loeb - jefe del Proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto para la Teoría y la Computación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, coautor del libro de texto Life in the Cosmos y autor del bestseller “Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth” - nos da sus impresiones de todo ello, lo cual os ofrecemos traducido y entrecomillado claro esta ¿vale?: “El presentador de Morning in America de NewsNation, Markie Martin, me preguntó ayer: ‘Avi, tú eres astrofísico de Harvard y la mayoría de nosotros no tenemos esa formación. ¿Cómo nos aconsejas que interpretemos la audiencia en la Cámara de Representantes de EEUU sobre lo que se dio allí acerca de los Fenómenos Anómalos No Identificados’ (UAP en ingles). Mi respuesta fue sencilla: ‘Presten atención a la información objetiva presentada por los testigos. Piense que es un jurado en un tribunal y decida si cree a los testigos’. Markie también me preguntó por la reacción de algunos colegas ante mi reciente expedición al océano Pacífico, de la que informó The New York Times. Le expliqué que las 717 esferas que hemos recuperado hasta ahora están siendo analizadas por los mejores instrumentos del mundo en tres laboratorios: en la Universidad de Harvard, en la Bruker Corporation y en la UC Berkeley. Los científicos citados en el reportaje del The New York Times no tienen acceso a estas esferas ni a los datos de nuestros instrumentos, y sin embargo expresan opiniones muy firmes sobre su naturaleza. Esto contradice el método científico, según el cual los científicos deben guiarse por pruebas experimentales. Algunos están ansiosos por impugnar una carta formal del Comando Espacial de EEUU a la NASA alegando que se basa en datos erróneos, sólo porque los datos del meteorito USG 2014-0108 no podían ser descritos por su modelo para las rocas espaciales. Yo llamo a este pensamiento ‘la edad de piedra de la ciencia’. Nunca aprenderíamos algo nuevo si insistiéramos en que todo lo que hay en el cielo deben ser rocas. Además del Proyecto Galileo que dirijo en la Universidad de Harvard, los legisladores y políticos están considerando seriamente a los extraterrestres. Dado el interés público y gubernamental por los objetos tecnológicos extraterrestres cercanos a la Tierra, los científicos tienen la obligación de resolver la naturaleza de los UAP y los meteoritos interestelares anómalos, en lugar de centrarse en nociones matemáticas abstractas de otras dimensiones o el multiverso de las que no existen pruebas. Robert Oppenheimer por ejemplo, se sentía atraído por la física matemática abstracta y consideraba la astrofísica como ciencia aplicada, pero su principal legado científico fue la astrofísica a través de los estudios de las enanas blancas y las estrellas de neutrones y el colapso de una estrella hasta convertirse en un agujero negro. En un esfuerzo poco habitual, republicanos y demócratas iniciaron juntos la audiencia acerca de esos fenómenos en la Cámara de Representantes de los EE.UU. el 26 de julio del 2023. Los tres testigos presenciales hablaron bajo juramento, lo que les hace legalmente responsables de cualquier cosa que digan y facilita a los legisladores la búsqueda de información adicional. Entre los tres se encontraban David Grusch, antiguo representante de los oficiales de reconocimiento nacional en el grupo de trabajo de los UAP en el Departamento de Defensa, y dos pilotos militares, Ryan Graves y David Fravor. El debate en torno a sus deliberaciones sugiere que el contexto extraterrestre de lo allí explicado está perdiendo su estigma. Si los científicos, el Congreso de EE.UU. y el público quieren saber más, el Departamento de Defensa debería revelar todo lo que sabe sobre esos fenómenos que no sean de origen humano y potencialmente extraterrestres. Los objetos procedentes del espacio interestelar no respetan las fronteras nacionales y su naturaleza no es una cuestión de seguridad nacional. Desde una distancia de miles de años luz, no importa cómo los terrícolas se repartan la tierra en la superficie de esta diminuta roca, sobrante del proceso de formación del Sol. Descubrir la naturaleza de los UAP representa un conocimiento que debería ser compartido por todos los humanos, en el espíritu del conocimiento científico. Todos merecemos saber si tenemos vecinos en las estrellas. Las pruebas que tenemos acerca de su existencia no deberían ocultarse a la vista del público. En las declaraciones iniciales, Graves señaló que ‘naves alienígenas están en nuestro espacio aéreo, pero se informa muy poco acerca de ellos. Estos avistamientos no son raros ni aislados; son rutinarios... Si se trata de algo más, es una cuestión para la ciencia’, y Fravor añadió: ‘Esta cuestión no tiene que ver con la divulgación pública total que podría socavar la seguridad nacional... Lo que me preocupa es que no haya supervisión por parte de nuestros cargos electos’. Durante la sesión de preguntas y respuestas, Fravor señaló que se había encontrado con un comportamiento que va mucho más allá de nuestras tecnologías pasadas y actuales. Grusch señaló que ha facilitado al Inspector General de la Comunidad de Inteligencia los nombres de testigos de primera mano, así como los lugares en los que se encuentran actualmente materiales de naves espaciales alienígenas no humanas. También insinuó que los datos de satélite indican información de apoyo, prometiendo facilitar a los representantes información de contacto relacionada a ellos. El ex subsecretario adjunto de Defensa para Inteligencia, Chris Mellon, respaldó el testimonio de Grusch sobre un programa de varias décadas de recuperación e ingeniería inversa de naves espaciales extraterrestres, al declarar a principios de esta semana: ‘Me han dicho que hemos recuperado tecnología que no se originó en esta tierra funcionarios del Departamento de Defensa y antiguos funcionarios de inteligencia’. Los sensores gubernamentales serían naturalmente los primeros en registrar actividad inusual cerca de la Tierra porque vigilan el cielo por motivos de seguridad nacional, mientras que los astrónomos entrenan sus telescopios en fuentes de luz lejanas e ignoran los objetos de su entorno inmediato. El carácter anecdótico de los informes anteriores sobre esos fenómenos anómalos es la razón por la que el Proyecto Galileo que dirijo construye nuevos observatorios que vigilan sistemáticamente todo el cielo y calibran las estadísticas de los UAP en relación con los objetos terrestres conocidos. El congresista Maxwell Frost (D-FL) reconoció en sus comentarios el esfuerzo del Proyecto Galileo en la Universidad de Harvard. Esperemos que, al permitir a los científicos acceder a los datos de esos fenómenos anómalos que pueda tener el gobierno estadounidense, todos podamos hacernos una mejor idea de si hay pruebas de vecinos cósmicos en nuestro patio trasero. De ser así, podríamos aprovechar nuevas capacidades tecnológicas estudiando los lugares donde se estrellaron viajeros interestelares en tierra o en nuestros océanos. Comprobar que existe vida inteligente mas allá de nuestro planeta daría un nuevo sentido a nuestra existencia en el vasto cosmos que hasta ahora parecía oscuro y solitario” puntualizó. Es indudable que tanto el Pentágono como las demás agencias estadounidenses van a seguir ocultándonos información, por lo que no debemos creerles una sola palabra de lo que dicen. Eso está claro.
jueves, 3 de agosto de 2023
SECTAS DEL DEMONIO: Los Davinianos
Cincuenta y uno fueron los días que duró el asedio de las autoridades policiales norteamericanas y del FBI al edificio de la secta davidiana en Waco, Texas, Estados Unidos. Y fueron las llamas las que desencadenaron ese apocalipsis tan vaticinado por su líder mesiánico, David Koresh. En efecto, el lunes 19 de abril de 1993, bajo la luz del mediodía, ellas consumieron todo lo que encontraron a su paso. Fusionaron carne y huesos con madera, vidrios y metales convirtiendo el “martirio celestial” en una masa inanimada. El infierno crepitante escribió el peor epílogo posible para esta historia. El rancho texano del Centro Monte Carmelo fue devorado de muchas maneras. Por fuera, largas lenguas de fuego lamieron la edificación y provocaron su derrumbe. Por dentro, las ardientes palabras de Koresh, el profeta de los davidianos, hacía tiempo que horadaban los cimientos de las mentes vulnerables que allí se habían congregado. Setenta y seis de sus miembros murieron, ese día, por diferentes razones: por la caída de escombros, por falta de oxígeno, bajo fuego amigo con balas certeras disparadas a corta distancia y, uno de los niños, por una puñalada en el medio del pecho. Pero ¿por qué la policía había rodeado al enorme rancho de la secta? Había varias razones. Circulaba información que decía que los miembros de la congregación estaban acumulando, en ese edificio, un poderoso arsenal. Además, había serias sospechas sobre abusos sexuales a menores de edad. A las 9.45 del domingo 28 de febrero de 1993, los agentes federales norteamericanos y la policía de Texas llegaron al Centro Monte Carmelo, a 14 kilómetros de la ciudad de Waco. Tenían órdenes de allanamiento por cargos de abuso sexual y tenencia de armas ilegales. Querían registrar el lugar y tenían la intención de arrestar a su polémico líder. Los davidianos estaban preparados para su armagedón y respondieron a los tiros. La balacera terminó con la vida de cuatro agentes de la policía y cinco davidianos. Otras dieciséis autoridades resultaron heridas. Entre los integrantes de la secta caídos había un británico y un australiano. Además, dos de ellos habían sido acribillados por las balas de los propios compañeros. La confusión era enorme. La operación había resultado un completo desastre. Se decidió, entonces, cercarlos. Al día siguiente, a seis horas de declarado un provisorio alto el fuego, un davidiano llamado Michael Schroeder fue atravesado por siete balazos policiales al querer entrar al complejo. La policía aseguró que él había sacado un arma y los había enfrentado. Su esposa alegó que él no había participado del altercado del día anterior y que solo volvía de trabajar. Las cosas se complicaban cada vez más y el ambiente estaba tensado al máximo. El FBI llegó para ponerse al mando del asunto. Los negociadores de la fuerza buscaron dialogar con el líder que se mostraba errático e imprevisible. En un momento, hacía bromas, y, al siguiente, amenazaba con desatar la Tercera Guerra Mundial. De pronto, se mostraba lúcido y, luego, incoherente citando las escrituras y el Libro del Apocalipsis. En lo que se consideró un primer logro, los negociadores consiguieron que los davidianos dejaran salir a 19 chicos. Los niños liberados fueron entrevistados por especialistas que detectaron en ellos mucho miedo y signos de haber sido sometidos a abusos sexuales. El psiquiatra Bruce Perry, dijo a ABC News, que inmediatamente quedó claro el pavor que los menores tenían. Sus corazones en reposo tenían el doble de latidos que el corazón de un chico normal. Supieron por ellos que “todos los niños habían aprendido a marchar y a manejar armas”, reveló el profesional. Las semanas iban transcurriendo y el desánimo y el cansancio crecían. Decidieron cortar el agua para intentar convencerlos de que abandonaran el lugar. Incluso recurrieron a poner música a todo volumen, durante horas, para privarlos del sueño. Nada resultaba. Las incógnitas eran muchas. ¿Estaba la mayoría de los davidianos allí dentro por su propia decisión o eran obligados por su líder? ¿Estaban convencidos de que habría un cataclismo y que, como profetizaba Koresh, era inminente una batalla con el gobierno federal? No se sabe. Muchos de ellos, en esos días, mostraban a los chicos por las ventanas con una proclama desplegada que decía: “Llamas esperando”. Entretanto, el gobierno mandaba provisiones porque el asedio continuaba, pero las tensiones fueron escalando de manera imprevisible, hasta que llego el día final. La madrugada del lunes 19 de abril de 1993 llegan al lugar vehículos blindados, gases lacrimógenos y armas de grueso calibre. La policía se prepara para entrar al lugar, pero pretenden que no haya más derramamiento de sangre. Para ello usarán los gases. A las 5:30 de la mañana, el FBI notifica vía telefónica a Koresh del inminente asalto al complejo y le exige su rendición inmediata. Los davidianos parecen no estar dispuestos a negociar nada. Como Koresh no responde, pasada media hora, los expertos movilizan un tanque M-728 hacia el extremo oeste del edificio. Con el equipo del FBI dividido sobre cómo actuar, los agentes de la ley comienzan el asalto. El tanque perfora las paredes para poder arrojar gases lacrimógenos al interior. Un agente del FBI, por un altavoz, le dice a Koresh que tiene la última chance para rendirse. Otra vez, silencio. Los comandos avanzan hacia el edificio arrojando más gases. Los davidianos responden con balas, pero los agentes tienen la orden de no repeler con tiros. A las 12:08 del mediodía se empieza a ver humo asomando del techo del edificio. Hay tres focos de incendio. Las autoridades lo saben porque en los cartones de leche, que habían enviado con las provisiones, habían puesto algunos grabadores para escuchar las conversaciones de los integrantes de la secta. Con estos dispositivos habían oído a los miembros decir frases como “empiecen el fuego” o “derramen el combustible”. El viento, que sopla a más de 50 kilómetros por hora, hace el resto: desparrama las chispas y multiplica los focos de incendio que crecen rápidamente engullendo todo. En menos de una hora, todo está fuera de control. Las cámaras de televisión, a un kilómetro y medio de distancia, transmiten en directo la catástrofe. Los bomberos, que demoran 45 minutos en arribar, se encuentran con que no hay agua. Había sido cortada durante el sitio. Esto demora un poco más la extinción de las llamas. El FBI explicó luego, que no había bomberos apostados allí porque no podían tenerlos en medio de ráfagas de ametralladoras de 50 milímetros. ¿Quién encendió la hoguera? La discusión sobre quién encendió los incendios fue larga y, hasta el presente, subsisten algunas dudas. Una investigación del Congreso llegó a la conclusión de que los tres focos, iniciados en diferentes partes del edificio, habían sido provocados intencionalmente por Koresh y sus seguidores. Había sido un plan. De los davidianos que estaban en el ataque final en el edificio solo nueve salvaron sus vidas. De los 76 que murieron el 28 de abril, 34 eran mujeres -de las cuales dos estaban embarazadas- y 23 eran niños. Al ingresar, entre los restos calcinados, encontraron a mujeres y niños, tapados por mantas mojadas que habían usado para protegerse del humo y el fuego, y que murieron debido a la caída de los escombros. Otros, habían fallecido por inhalación de humo. Muchos de los chicos fueron hallados con un tiro en la cabeza. Según los diferentes testimonios se pudo reconstruir que, mientras las autoridades se acercaban al terrible escenario que se consumía, algunos davidianos siguiendo las instrucciones de su líder mataron a sus hijos y se suicidaron. Cabe precisar que David Koresh - el líder de la secta- no era su nombre original. En realidad, se llamaba Vernon Wayne Howell y había nacido en Houston. Su madre, Bonnie Sue Clark, tenía solamente 15 años cuando lo dio a luz, el 17 de agosto de 1959. Ella nunca se casó con Bobby Howell, un carpintero de 20 años, padre del bebé. Pero a dos meses del nacimiento, Bobby conoció a otra adolescente y la abandonó. Al poco tiempo, Bonnie comenzó a vivir con un hombre violento y alcohólico. En 1963, cansada de todo, decidió escapar de su novio y de la maternidad. Dejó a su pequeño, de 4 años, con su abuela Earline Clark. David (ya lo llamaremos así para no confundirnos) creció como un chico solitario y disléxico con bajo rendimiento escolar. Su madre volvió a aparecer, cuando él ya había cumplido 7 años, casada con otro hombre y con un nuevo hijo. Cuando David tenía 8 años sufrió una violación grupal por parte de unos jóvenes. Quizá por eso, desde muy chico, encontró sosiego en la lectura de la Biblia. A los 12, ya sabía gran parte del Nuevo Testamento de memoria. A los 17, abandonó el colegio y comenzó a vagabundear soñando con convertirse en una estrella de rock, tocando la guitarra. A los 20, se reencontró con la religión y fue bautizado en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la misma a la que concurría su madre. Enseguida se metió en problemas. Se enamoró de la hija del Pastor y la acosó sin tregua. Eso, sumado a sus ideas e interpretaciones estrafalarias de los textos bíblicos, hizo que terminaran expulsándolo de la congregación. Lo consideraron una mala influencia para los más jóvenes. Pero él no era un hombre de rendirse. Eso ya lo sabemos y así, nace “el profeta” En 1981, Koresh se mudó a Waco y se unió a la rama adventista de los davidianos, que tenía su sede en el Centro Monte Carmelo. Allí sí encontró una audiencia más receptiva para sus delirios proféticos. En 1983 comenzó a repetir que tenía el “don de la profecía”. Al poco tiempo estableció una relación amorosa con la líder de la secta, Lois Roden, una mujer que pasaba los 60 años. Su influencia sobre Lois hizo que ella le permitiera difundir sus particulares mensajes. Esto despertó la ira de George Roden, el hijo de Lois, que tenía sus propias aspiraciones de liderazgo. Al poco tiempo, Koresh dijo que Dios lo había instruido para tomar como esposa a la joven Rachel Jones y se casó con ella. Las aguas se calmaron superficialmente entre los líderes. Pero George, sintiendo que peligraban sus ambiciones, demandó a su enemigo en una corte federal. Alegó que había violado a su madre y lo acusó de haberle lavado el cerebro. Finalmente, en 1984, David Koresh se tuvo que retirar de Monte Carmelo. Se fue con 25 seguidores y se instalaron a 140 kilómetros de Waco, en un lugar llamado Palestina, en condiciones muy rudimentarias. Durante dos años, practicó un agresivo reclutamiento de jóvenes, no solo en Estados Unidos, sino también en Gran Bretaña e Israel. También en ese tiempo perfeccionó sus tácticas y se ocupó de que todos dependieran de él. No quería fisuras y, por ello, los obligaba a romper con sus vínculos familiares. Los convencía de que era “el hijo de Dios, el Cordero que abriría los siete sellos”. Pero el 3 de noviembre de 1987, Koresh volvió al Centro Monte Carmelo con siete fieles fuertemente armados y vestidos con ropas de camuflaje. Iban dispuestos a retomar el centro y a enfrentarse con George Roden. Se desató una batalla que duró varios minutos. George fue herido en las manos y en el pecho y tuvo que huir de la propiedad. Koresh fue llevado a la justicia por intento de asesinato, pero luego de dos semanas el juicio fue declarado nulo. Al cabo de dos años, George Roden mató a su compañero de habitación con un hacha diciendo que era un enviado de David Koresh. Fue enjuiciado, declarado insano y confinado a un psiquiátrico. Koresh había quedado al mando sin contrincantes. En el centro davidiano los hombres vivían separados de las mujeres bajo normas estrictas de moralidad y con desprecio a los placeres de la carne. Pero David Koresh se las arregló para transgredir esa norma. Luego de la muerte de Lois Roden, Koresh empezó a hablar abiertamente de la poligamia y de que él podía, por derecho divino, tomar como propias a las mujeres de otros hombres e incluso a menores de edad. Obviamente, sostenía que esto le estaba permitido sólo a él. Enseguida abusó de Karen Doyle, una chica de 14 años y la tomó como su segunda esposa. A los pocos meses , se acercó a Michele Jones, de 12 años y hermana de su primera mujer Rachel. Su prédica evolucionó con rapidez. Pronto empezó a decir que tenía derecho a tener 140 esposas: 60 mujeres serían reinas y 80 concubinas. Para todo tenía una interpretación delirante. Aseguraba que estas creencias provenían del Cantar de los Cantares, uno de los libros del Antiguo Testamento. Conformó, entonces, su propio harem con 15 mujeres para producir bebés que estarían destinados a manejar el mundo. Pregonaba ser el Cordero de Dios y que solo su “semilla” era pura. Increíblemente convenció a todos. Hasta Steve Scheneider, que era su mano derecha, aceptó que su esposa Judy mantuviera relaciones sexuales con él. Steve aguantó humillaciones públicas, frente al resto de los davidianos, sobre las experiencias en la cama de Koresh con Judy. Según el testimonio de una ex integrante de la secta, Jeannine Bunds, “Koresh tuvo al menos 15 hijos con varias mujeres y chicas muy jóvenes, una de hasta 12 años”. El 15 de mayo de 1990, Vernon Howell cambió legalmente su nombre: empezó a llamarse David Koresh. Así sería como lo conocería el mundo luego del drama de Waco. Paralelamente a los amoríos y abusos, discurrían sus peleas por el poder. La secta se financiaba con los ahorros de sus miembros, las ganancias de los trabajos ocasionales de los más jóvenes y con las jubilaciones y pensiones de los mayores. Las mujeres se ocupaban de la cocina y de la enseñanza de los chicos. Cuando tuvo la idea de invertir 250 mil dólares en armas, se justificó diciendo que así estarían mejor preparados para cuando llegara el Mal. No es de extrañar por ello que sus devaneos sobre la llegada del Apocalipsis terminarían convirtiendo esa fortaleza en un aquelarre sinsentido. El gran talento de Koresh era encontrar gente con tan baja autoestima que terminaban considerándolo un verdadero dios. Decidió viajar a otros países para reclutar más jóvenes. Los fanáticos seguidores de Koresh, en Monte Carmelo, llegaban de todos lados para vivir con el “Nuevo Mesías”. Había en el centro davidiano ciudadanos del Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Filipinas. Entre los muertos, 24 eran británicos que habían llegado de Londres, Manchester y Nottingham. Eran personas comunes y corrientes entre los 20 y los 30 años de edad. El reclutamiento en Gran Bretaña había comenzado en 1988, a dónde había ido con Steve Schneider. Buscaban mentes frágiles que quisieran sumarse a ellos con el mensaje de la inminente llegada del Apocalipsis. Sin pedir permiso, dio dos charlas en el colegio Newbold, de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en la localidad de Berkshire. Ese día convenció a tres estudiantes, que a su vez serían su voz para convencer a muchos más. Uno de ellos salía con una chica de Manchester: Diana Henry. Diana tenía cinco hermanos, su padre era albañil en Old Trafford y ella estudiaba psicología. Cuando su novio fue con el mensaje de David Koresh sobre una vida utópica en su comuna de Texas compró la idea con fanatismo. Dejó todo y siguió a su novio. Diana viajó a Waco varias veces sin que su padre lo supiera. Además, era una fuerte propagadora del mensaje davidiano. Organizaba reuniones en una casa en Cheetham Hillun, un barrio en las afueras de Manchester. Decenas de jóvenes asistían a estas reuniones donde un enviado de David Koresh daba las “instrucciones de Dios”. Los convenció a todos. Él era el siguiente mesías, un enviado por Dios para guiar a los justos que serían salvados y alcanzarían la vida eterna. Los alentaba para unirse al grupo y fueran a instalarse a su rancho en Texas para llevar una vida frugal y prepararse para un final inminente. El padre de Diana, Sam Henry, al enterarse de todo, viajó a Waco para convencer a su hija de que lo que estaba haciendo era un disparate. Se enfrentó con el líder Koresh quien intentó convencerlo para que él también se quedara allí. Sam tuvo que volver a Gran Bretaña sin su hija. Pero las cosas iban a empeorar. Al poco tiempo, Diana convenció a su madre y a sus cuatro hermanos para que abandonaran al padre y viajaran para unirse a ella y los davidianos. Se fueron persuadidos. Ninguno de ellos regresó con vida a Manchester. Sam Henry dice hoy, entristecido: “Ella no me escuchó. Ninguno de ellos me escuchó”. Bernadette Monbelly, trabajaba como supervisora de formación en un banco. Tenía amigos y le encantaba salir a bailar. Un día, dejaron en su casa, por debajo de la puerta, un folleto de una Iglesia Adventista del Séptimo Día. Bernadette fue a parar a un pequeño grupo que predicaba una teología cristiana radical. Hablaban mucho de un hombre en Texas, Estados Unidos, que conocía los secretos del día del Juicio Final. Se referían al magnético David Koresh. Bernadette quedó envuelta con la prédica. Sentía que la ayudaban. Se separó de su familia y se unió a la secta. Otra historia fue la protagonizada por Beverly Devon, de la ciudad británica de Nottingham. Era una joven alegre y con una maravillosa voz. Su hermano dijo, en el 2018, que de haber sabido lo que pasaría le hubiera roto el pasaporte en mil pedazos. Para él Waco fue lo más terrible de su vida: allí murieron su hermana, el novio de su hermana, una tía, un primo y un íntimo amigo. Cuando vio por televisión como el FBI rodeaba el edificio donde estaban sus seres queridos sintió que vivía una pesadilla: “Fue como estar dentro de una película. Mi vida consistía en ver ese edificio blanco todos los días y, en un momento dado, ver cómo todo se derrumbaba. Yo pensaba… mi hermana está ahí dentro, mi tía está ahí dentro, gente a la que quiero mucho está ahí dentro”, contó desolado. El fundador de los davidianos había sido Victor Houteff, un inmigrante búlgaro muerto en 1955. Si bien había sido parte de la Iglesia Ortodoxa Griega en su juventud, luego se había unido al movimiento cristiano protestante de los Adventistas del Séptimo Día. Fue así que se instaló en Waco, Texas. Como sus teorías no fueron aceptadas por los adventistas terminó fundando su propio grupo: La vara del Pastor. De allí se escindiría, luego, la rama de los davidianos (seguidores del personaje bíblico David). Houteff murió sin dejar un claro sucesor y con varios micro grupos disidentes. David Koresh realizó su propio cisma dentro de la congregación. Sus seguidores davidianos fueron denominados los Koreshians. Sabía engatusar y encandilar a los débiles con profecías y promesas. Obviamente, no les revelaba sus verdaderas intenciones ególatras y abusivas. Cuando los cooptaba no les explicaba que en su versión del fin de los tiempos estarían armados hasta los dientes, que deberían morir por sus ideas y que él se había consagrado como un depredador sexual de menores de edad. Estaba construyendo una secta a su medida para ejecutar sus perversos deseos. Las preguntas acerca de la tragedia son muchas. ¿Podría haber terminado todo de una manera diferente y sin muertes? ¿Cuánta responsabilidad tuvo la policía en la forma en que se desencadenaron los sucesos? ¿Por qué el diálogo y la disuasión habían fracasado de forma estrepitosa? Bill Clinton, recién consagrado presidente de los Estados Unidos, había perdido la paciencia y había aprobado el plan presentado por la ministra de justicia Janet Reno. La responsabilidad de la acción policial no fue asumida por la administración Clinton quien dijo: “No creo que el gobierno de los Estados Unidos sea responsable por el hecho de que un grupo de fanáticos decidieran matarse a sí mismos”. Sin embargo, para muchos el FBI había actuado temerariamente y sin criterio porque habían desoído las amenazas del líder de la secta. Las amenazas proferidas por Koresh sostenían que si el FBI intentaba penetrar en el rancho, sus agentes serían consumidos por el fuego. Un detective británico que investigó el caso sostuvo que “La responsabilidad de lo que pasó en Waco solo recae en una persona. Y esa persona es David Koresh”. El agente Robet Elder lo explicó así: “Creen que somos monstruos, que atacamos gente inocente. Nosotros no manejamos hacia Waco y empezamos a disparar y a matar personas porque sí. Respondimos porque ellos nos atacaron y usaron armas mortales contra nosotros”. La carta que Koresh envió a las autoridades el 9 de abril, durante el sitio, les decía: “Los cielos los están llamando para juzgarlos”. Esa carta fue analizada en profundidad por los expertos que no pudieron llegar a una conclusión unánime de si este hombre estaba determinado a instar a su secta a cometer un suicidio en masa o no. Clive Doyle, uno de los pocos davidianos que sobrevivió al hecho, declaró: “No teníamos máscaras de gas para proteger a los chicos, por eso los padres empaparon toallas para cubrirlos y protegerlos”. Las autoridades estaban confundidas. Koresh había mentido durante las conversaciones en repetidas oportunidades. El 2 de marzo habría dicho que saldrían pacíficamente. Pero luego les dijo, a los mediadores del FBI, que Dios le había dicho que tenía que esperar. Un davidiano al que le fue permitido abandonar el edificio, le confesó al FBI que Koresh de ninguna manera pensaba dejar el lugar tranquilamente. Por el contrario, sostuvo en su declaración que “Koresh planeaba abandonar el Centro Monte Carmelo con su seguidor, Greg Summers, con un explosivo en su cintura, para volarse los dos, al salir, frente al FBI (...)”. Y, agregó, que la gente que estaba dentro pensaba también volarse para “ir todos juntos al cielo ese mismo día”. Este testimonio fue para el FBI la prueba que necesitaban para demostrar que existía la idea de un suicidio en masa. La adolescente que escapó de la secta justo antes del sitio, Kiri Jewell, corroboró a los federales que entre los davidianos se discutía un suicidio en masa con armas de fuego o tomando cianuro. Paradójicamente, el FBI dijo que sus fuentes periciales sobre las posiciones de la mayoría de los cuerpos encontrados con tiros, eran inconsistentes con la idea de un suicidio. Algunos sugirieron que podrían ser asesinatos “piadosos” porque los davidianos podrían haber preferido una bala de gracia antes que arder bajo las llamas. Pero también estaba la posibilidad de que algunas personas hubiesen pretendido escapar del edificio y que, para prevenirlo, otros miembros les hubiesen disparado. También podría haber ocurrido que, aquellos que no presentaban disparos, hubieran elegido morir al lado de su líder. Lo único cierto es que fue imposible dilucidar qué ocurrió con cada uno de ellos. Sí pudo saberse que David Koresh no murió como consecuencia del fuego. Fue hallado con un disparo de rifle en su frente. Si no fue el FBI quien le disparó… ¿quién lo hizo? No se sabe. Una de las teorías es que su leal mano derecha, Schneider, fue el que lo ejecutó, siguiendo sus indicaciones, antes de suicidarse. En cuanto a las repercusiones del caso, una miniserie de seis episodios, Waco, de Paramount Network, se emitió en el 2018. La grabación se basó en dos libros: Waco, la historia de un sobreviviente, de David Thibodeau, y Ganando tiempo: mi vida como un negociador del FBI, de Gary Noesner. La miniserie deja rondando la idea de que los davidianos fueron, quizá, malinterpretados. Se basan en que ellos eran conocidos en la zona por los lugareños con quienes tenían relaciones amistosas, trabajaban y obtenían sus ganancias de la venta de armas. Según esta versión, los 80 hombres armados de las fuerzas habrían actuado con violencia excesiva, aquel 28 de febrero, causando una respuesta muy agresiva. Sobre el tema de los abusos sexuales a menores de edad, la serie no da demasiados detalles. Lo cierto es que según los informes y evidencias presentados por el FBI, los davidianos habían modificado de manera ilegal las armas semiautomáticas para convertirlas en armas totalmente automáticas. Los expertos de la fuerza testificaron que 46 de los rifles de asalto recuperados, entre cientos de otras armas, habían sido alteradas. Dios y las armas. Los creyentes y los vulnerables. La libertad de credo y la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que permite a los ciudadanos armarse. El abuso de niñas y la poligamia. Todo se mezcló en un cóctel letal donde abrevaron los confundidos, los idealistas y los débiles al mando de un personaje manipulador y megalómano. Nadie sabrá jamás si el autoproclamado profeta creía realmente en sí mismo o, si volverse polvo -para usar la frase del Génesis “polvo eres y al polvo volverás”-, fue el mejor escape que se le ocurrió. El Apocalipsis, no el bíblico sino el programado por él, había llegado envuelto en banderas hirvientes. Y David Koresh que tenía 33 años, la misma edad de Cristo al morir crucificado, jamás pensó en rendirse.
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