TIEMPOS DEL MUNDO
jueves, 13 de enero de 2022
SECTAS DEL DEMONIO: La Iglesia de la Unificación
Las sectas religiosas son muy herméticas, y en esta nueva serie encontrarás la historia de las más peligrosas del planeta que llevaron a sus miembros a la muerte. La primera de la cual trataremos en esta oportunidad es la denominada "Iglesia de la Unificación" o Secta Moon, fundada por el coreano Sun Myung Moon que se escondía detrás de varios nombres y organizaciones de fachada, como el de "iglesia para la Unificación del Cristianismo Universal", "Iglesia de la Unificación", "Federación para Salvar la Nueva Nación", "Federación de Familias para la Paz Mundial" y "Federación de la Mujer para la Paz Mundial", "Federación Internacional para la Victoria sobre el Comunismo", "Fundación Lucha por la Libertad" y el "Movimiento Universitario para la Búsqueda de los Valores Absolutos", entre otros. Moon nació el 6 de enero de 1920 y se crió budista y confusionista, se convirtió en presbiteriano, luego en pentecostal y finalmente decidió fundar su propia secta en 1951, cuando recibió la "revelación" de que él era el nuevo "Mesías" de la humanidad, luego de haber sido encarcelado por bigamia y adulterio... durante su cuarto matrimonio. Según su "revelación", Moon es el "Tercer Adán" y el "nuevo Cristo", proclamado por Dios como "más sabio que Salomón y más caritativo que Jesús". Como el padre verdadero de la nueva humanidad, y el señor del segundo advenimiento. Para lograr su "nuevo paraíso" en los cuales él y su esposa serán una suerte de pareja primordial, Moon se dedico a amasar una de las fortunas más importantes del mundo, mediante la compra de compañías productoras de armas, de productos farmacéuticos como el revitalizante Gin-seng, astilleros coreanos, bancos y medios de comunicación en los EE.UU., hoteles y extensas haciendas ganaderas. Cabe resaltar que las enseñanzas de Moon, a pesar de los "puentes" que pretende tender hacia los cristianos, son contrarias al cristianismo, ya que suponen una "nueva revelación" opuesta a la fe: según Moon, “el primer Adán fracasó en el Paraíso al caer ante la tentación; el segundo Adán, Jesús, fracasó también al morir en una cruz y no tener hijos”. Moon siempre negó la divinidad del Señor Jesús y sostuvo que el cristianismo es también "un fracaso"; además, señalo que los EE.UU. “son la esperanza para el mundo actual” (?) y éste debe servir a Moon como brazo secular que ayude “en su lucha contra el marxismo y contra el Islam”. A sus seguidores, Moon exigía obediencia ciega y total, porque "profetizo" que "no habrá quejas ni objeciones por lo que deberá hacerse, hasta que hayamos establecido en la Tierra el Reino de Dios". La obediencia implica entregar a la secta el poder de decisión de con quién debe casarse cada miembro; y el matrimonio es indisoluble... a menos que uno de los cónyuges se salga de la secta, como él lo hizo en reiteradas oportunidades. Lamentablemente para sus disparatados propósitos, Moon nunca pudo ver cumplidos sus deseos, porque murió en el 2012 “sin poder salvar al mundo”. Por cierto, esta secta se hizo muy conocida por sus bodas masivas, en las que Moon emparejaba como le venía en gana a miles de fieles. Pero, ¿podemos considerar peligroso a esta secta que rechaza usar a la cruz como símbolo? En efecto, hay muchas razones para ello, En primer lugar esta su doctrina, que se encuentra en el libro “El Principio Divino”, escrito por el propio Moon. Se trata de una especie de Tercer Testamento en el que reinterpreta a su antojo la Historia en clave bíblica. Así, en la actualidad “Satanás estaría representado en la Tierra por el comunismo” que como sabéis, hace mucho pertenece al basurero de la historia, por lo que sus enseñanzas hoy son anacrónicas. Considerado por sus seguidores como el “Nuevo Mesías” o “Señor de la segunda venida”, fue proclamado como sucesor de Adán y Jesucristo, “que iba a salvar definitivamente a la humanidad”. Según la secta, si Jesucristo se hubiera casado, él y su mujer se habrían convertido en los padres de la humanidad, pero su crucifixión le impidió terminar aquella misión. Se suponía que la pareja formada por el reverendo y su esposa Hak Ja Han, la “Nueva Eva”, iban a culminar esa empresa salvífica, pero la muerte de Moon lo impidió. Se desconoce el número exacto de miembros de la secta, pero este podría estar entre varios cientos de miles y dos o tres millones. Moon comenzó a predicar en su país, pero cuando la península coreana se dividió en dos, el régimen comunista del Norte lo encerró en el campo de trabajos forzados en Hung-nam. Durante la guerra entre las dos Coreas, fue liberado por los estadounidenses y pasó al Sur, donde comenzó a predicar su nueva religión en el campo de refugiados de Pusan. Las autoridades surcoreanas sospechaban que la Iglesia de la Unificación podría ser potencialmente peligrosa para el país, así es que decidieron espiarla. Pero era tal el poder de seducción de la secta ultraderechista que una de las principales investigadoras gubernamentales, Young Oon Kim, acabó uniéndose a ella. Más adelante, Kim se convertiría en la primera misionera moonista en los EE.UU. Para 1960 el líder unificacionista ya se había casado en tres ocasiones, pero ese año conoció a Hak Ja Han, una estudiante de 18 años -él tenía ya 40- que se convertiría en hito en la historia de la Iglesia de la Unificación. El reverendo decidió que a partir de entonces la vida espiritual de la comunidad y su actividad proselitista se basarían en la familia moonista, y no en la misión individual. De ahí la mucha importancia que la Iglesia da a sus famosas bodas masivas. Asimismo, Moon se dedicó a viajar por todo el mundo haciendo amistades que facilitasen el crecimiento de su imperio mediático, industrial y financiero. En los EE.UU. consiguió reunirse con Dwight D. Eisenhower y Richard Nixon, a quién intentó echar una mano durante el caso Watergate. Sun Myung Moon siempre tuvo claro lo que quería. En una declaración dirigida a sus fieles afirmó: “Yo soy vuestro cerebro. Dentro de un tiempo mis palabras se van a convertir en ley, y los presidentes y reyes de la tierra se van a postrar a mis pies”. Y para eso hacía falta mucho dinero… esquilmando para ello a sus ilusos creyentes. No es de extrañar por ello que gran parte del que ganan sus seguidores sea destinado a la lucha por el fin del comunismo. Es tal la virulencia anticomunista de la secta que ha militarizado parte de su feligresía y de su red de empresas. Según Jean F. Boyer en El imperio Moon, la empresa unificacionista Tong Il ha fabricado fusiles de asalto M16, lanzagranadas M79 y ametralladoras pesadas M60 para el ejército estadounidense. Pero la secta también lucha en la calle: en 1975 el reverendo logró reunir a más de un millón de personas en una manifestación contra el comunismo en Seúl. Pero su ansia desmedida de conseguir dinero lo llevo a cometer algunos “excesos” por los que Moon pasó un año en prisión en los EE.UU. por evasión fiscal. En cuanto a la estrategia de la secta para captar a sus víctimas, creyentes jóvenes abordan amablemente al futuro seguidor en la calle y, siempre sin identificarse, le empiezan a hablar de paz, fraternidad y de lo malo que es el comunismo. Le invitan a pasar un tiempo -incluso varios días- en una de sus casas, donde a base de continuas conferencias y charlas, falta de sueño y ayuno consiguen que su voluntad quiebre. Poco a poco, el adepto se irá separando de su familia, sus posesiones y del resto del mundo. Así es que podemos concluir que la secta de Moon es una potencialmente destructiva y muy peligrosa. Los misioneros unificacionistas también suelen pedir dinero para su cruzada anticomunista en lugares con grandes aglomeraciones. Según recogen D. G. Bromley y A. D. Shupe en Moonistas en América: Secta, iglesia y cruzada, una creyente llegó a recaudar 1.000 dólares en un día pidiendo a los coches que paraban en un semáforo del centro de Nueva York. La sed de dinero de Moon era incontrolable, pero de nada le valió acumular una gran fortuna cuando la muerte se llevo al “Mesías” el cual demostró ser un impostor como sus “enseñanzas” ya que a diferencia de Jesús al cual abominaba, no pudo resucitar - para lo cual montaron un nauseabundo espectáculo esperando su “regreso” el cual como era obvio, no ocurrió - y hoy se encuentra en el infierno junto a su padre espiritual, el Diablo.