TIEMPOS DEL MUNDO

jueves, 2 de junio de 2016

EL MISTERIO DE LA CUEVA DE KINCAID: ¿Una ciudad subterránea en el Cañón del Colorado?

Venga ya, el pasado domingo sintonizaba un programa en History y en el refirieron brevemente a una misteriosa ciudad oculta que existiría en el Gran Cañón del Colorado y cuyo acceso no sólo estaba prohibido, sino que el gobierno estadounidense niega su existencia. Con lo curioso que soy, me di a la tarea de buscar los archivos originales y vaya que lo encontré. En efecto, el 5 de abril de 1909, The Phoenix Gazette anunciaba, en primera plana, el descubrimiento de un enorme sistema de cuevas y pasadizos excavados en las entrañas del Gran Cañón. Este extraordinario hallazgo había sido descubierto por G.E. Kinkaid, un explorador que llevaba 30 años trabajando para el Smithsonian Institution de Washington y la investigación del conjunto había sido encomendada al prestigioso arqueólogo S.A. Jordan. El articulo, textualmente, rezaba así: “G.E Kinkaid nos comunicó las últimas noticias sobre como marchan las investigaciones del que, en opinión de los científicos, no es únicamente el descubrimiento arqueológico mas antiguo de EE.UU., sino también el de mayor importancia de todo el mundo, […] Kinkaid descubrió, hace unos meses, una gran ciudadela subterránea en el Gran Cañón mientras descendía con un bote de madera por el río Colorado en dirección a Yuma procedente de Green River (Wyoming). Según ha informado, los arqueólogos del Smithsonian han descubierto de manera casi segura que el pueblo que habitaba estas cuevas excavadas en la roca eran de origen oriental y, probablemente, egipcio […] el Instituto Smithsoonian esta realizando una minuciosa investigación dirigida por el profesor S.A. Jordan. Se han explorado casi dos kilómetros del pasadizo principal que esta a unos 450 metros por debajo de la superficie y se ha hallado una sala de grandes dimensiones de la que parten pasadizos en todas direcciones, como los radios de una rueda. Se han encontrado cientos de estancias así como objetos […] que proceden de Oriente: armas de guerra, instrumentos de cobre afilados y duros como el acero […] muy demostrativos del alto grado de civilización al que llegaron esas misteriosas gentes.” Continuaba el articulo, citado las palabras de cómo había sido el hallazgo por parte de G.E. Kinkaid descrito con sus propias palabras: “[…] el yacimiento es casi inaccesible. La entrada se encuentra a 450 m por debajo del macizo del cañón Se encuentra en propiedad estatal y el acceso esta totalmente prohibido. Los científicos desean trabajar sin que nadie les moleste […] Bajaba por el río Colorado con un bote. Estaba solo y buscaba minerales […] descubrí en la pared oriental manchas de color en la formación sedimentaria […] la entrada a las cuevas esta encima de la meseta que la protege de miradas curiosas. Desde la entrada, unos escalones conducen hacia donde antes llegaba el río. […] después de avanzar unos 30 minutos, llegue a una cámara funeraria donde descubrí las momias. Levanté una de ellas y la fotografié con flash. Me lleve diferentes objetos y seguí mi viaje hasta Yuma, donde los envié por barco a Washington junto con un informe acerca de mi descubrimiento. El corredor principal mide 3,5 m de ancho […] a los lados hay cámaras del tamaño de una sala de estar a las que se accede a través de entradas ovaladas […] trabajados de manera tan perfecta que seguramente fueron diseñados por un ingeniero. A mas de 30 m de la entrada hay una sala en forma de cruz de varias decenas de metros de longitud en la que se halló la imagen de un dios sentado con las piernas cruzadas. En cada mano sostiene una flor de loto o una lila. Ese dios recuerda a un Buda […] es posible que se trate de un culto semejante al del antiguo Tíbet. Alrededor de este dios hay diferentes figuras mas pequeñas, muy hermosas y otras desagradables. Todas las imágenes están hechas de piedra dura semejante al mármol En el lado opuesto de la sala se encontraron instrumentos de cobre de todo tipo. Es obvio que este pueblo dominaba el arte perdido de endurecer ese metal. […] también se hallaron jarrones y urnas, así como recipientes de cobre y oro […] asimismo un metal gris semejante al platino que hasta el momento no se ha podido identificar. En todas las urnas, paredes y tablas hay misteriosos jeroglíficos en cuyo desciframiento aún se esta trabajando […] hay dos representaciones de animales, uno es de tipo prehistórico La cripta que alberga a las momias es una de las de mayores dimensiones […] todas son masculinas. Las dimensiones del conjunto son impresionantes […] podrían albergar a mas de 50.000 personas”. Desde ese lejano 5 de abril de 1909, no se ha vuelto a saber nada acerca del descubrimiento No se han publicado estudios, ni se ha vuelto a mencionar el tema en ningún volumen de historia para dar legitimidad al hallazgo o considerarlo como un fraude. Simplemente se ciño el silencio sobre este importante acontecimiento. Es mas, sus descubridores “desaparecieron” sin dejar rastro. En 1995, David Hatcher Childress, del “World Explorer Club de Kempton” (Illinois), decidió investigar si aquel descubrimiento era falso o no. Para ello, se puso en contacto con el Smithsonian Institution el cual le respondió sorprendentemente que “que nunca habían llevado a cabo ninguna excavación en el lugar ni sabían nada ni de Kinkaid ni de Jordan”. Es decir, el Smithsonian negaba cualquier conocimiento de aquellos hechos y de las personas citadas en ellos. La curiosidad de Childress no ceso ahí y continuo investigando ayudado por Carl Hat. Ambos descubrieron que, en 1910, el “Smithsoian Cientific Series” (la revista de divulgación científica de la institución), mencionaba expresamente al profesor S.A. Jordan en la pagina 239. También encontraron un mapa con diversos enclaves de la zona septentrional del Gran Cañón que aparecían señalados con nombres egipcios. Al preguntar a un arqueólogo del Estado acerca de esa nomenclatura, este les respondió simplemente que, los primeros investigadores, habían bautizado aquellos lugares con nombres egipcios porque “les gustaban”. Este, también les afirmó que la zona en cuestión estaba cerrada por el peligro que entrañaban sus cuevas, de tal manera que nadie puede acceder a aquella zona del Gran Cañón. ¿Qué interés podía llevar al Instituto Smithsonian a silenciar este increíble descubrimiento? Según Childress, probablemente es la idea del “aislacionismo”. Desde hace décadas dos ideas acerca de los antiguos habitantes de Norteamérica se contraponen. Los investigadores se dividen entre los que apoyaban el “difusionismo” (una civilización primigenia se habría extendido o habría contagiado sus conocimientos y modos de vida a sus comunidades colindantes) con aquellos que abogaban por el “aislacionismo”(comunidades humanas que habría evolucionado sin contacto con sus vecinos). La Smithsonian se había decantado desde sus orígenes por esta segunda teoría, llegando a afirmar que las tribus de Norteamérica no habían tenido contacto entre si y menos un origen común. No es la primera vez que esta institución se empecina en mantener ocultos algunos descubrimientos. A mediados de los años 50, Frederick J. Pohl escribió una carta al arqueólogo británico T.C. Lethbridged a modo de protesta. En ella dice que en 1892, se encontraron unos extraños sarcófagos de madera en Blount County (Alabama) que se habían entregado al Smithsonian Institution para su análisis Al parecer, esta especie de ataúdes eran extraordinariamente grandes y parecían estar tallados con alguna clase de piedra o cobre. Pohl dice que cuando se puso en contacto con el Smithsonian para interesarme por el paradero y estudio de estos objetos, las palabra de F.M. Setzler, director del departamento de antropología de la institución fueron: “No hemos encontrado los sarcófagos entre los objetos que guardamos, aunque hay notas de que los hemos recibido”. En 1992, David Barron, presidente de la Sociedad Gungywamp de Connecticut, insistió sobre el tema de estos extraños sarcófagos a la institución. La respuesta fue que simplemente se trataban de artesas de madera. Cuando Barron realizo una petición formal para su estudio, el Smithsonian le respondió que no podían visitarse ya que se encontraban “en un almacén contaminado por asbesto” y, por tanto, estaba prohibida su visita excepto para los colaboradores del instituto. Childress denuncia que, un conocido historiador estadounidense (cuyo nombre pidió pertenecer en el anonimato) conoció a un investigador del Smithsonian que abogaba por la llegada a América de pueblos anteriores a Colón y esto le supuso ser expulsado de la institución. Ese hombre llego a afirmar que en al menos una ocasión, el Smithsonian llego a hundir deliberadamente en el Atlántico un cargamento de “extraños objetos”. ¿A que se debe el velo de secreto que se ciñe sobre los trabajos arqueológicos de EE.UU. por parte de esta institución? ¿Por qué se ocultan hallazgos y objetos a la vista del publico? ¿Qué es lo que tratan de ocultar?